Bernardo Larraín Matte llegó a la presidencia de la Sofofa en 2017 y renovó por otro periodo, el que finaliza en mayo de 2021. Aún quedan varios meses para el fin de su gestión, pero de manera más anticipada a lo que dice la tradición gremial, ya comenzaron los primeros movimientos internos para buscar un sucesor, dado que por estatutos no puede continuar. La carrera comenzó.
Larraín Matte llegó con la intención de generar un cambio de generación, de estilo, apoyado por el denominado grupo de los cinco, conformado por Alfonso Swett, Richard Von Appen, Juan Manuel Santa Cruz y Gonzalo Said. Entre todos encarnaron el recambio. La idea fue pasar de líderes tradicionales, más conservadores en sus posturas, hacia una Sofofa de generaciones más jóvenes, de participar en el debate público desde sus convicciones y con la intención de reivindicar, sin complejos, el rol del empresariado.
Parte de esas “promesas de campaña” se lograron. Ahora la edad mediana del consejo ejecutivo es de 45 años. En abril de 2017 era 63. Las mujeres subieron de una a cuatro. La edad de los consejeros electivos pasó de 60 años a 53. Ahora las mujeres son el 17% frente al 7% de abril de 2017. Además, hubo una renovación de dos tercios de los consejeros, entre otras razones por los cambios de estatutos que implicó la salida de varios históricos.
También la gestión logró la incorporación de más empresas y gremios, dando cuenta de una apertura mayor, destacan en el entorno de Larraín. Se sumaron 31 compañías de sectores variados. “Somos más que un gremio de la industria. Tenemos desde Asimet y Cap hasta Mercado Libre, pasando por clínicas, Agrosuper, VTR y el gremio de Venture Capital”, sostiene uno de los miembros del equipo de Bernardo. Una de las firmas que se sumó en este periodo fue Empresas Sutil, del líder de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).
También formó un equipo ejecutivo joven y sólido técnicamente. Aurora Olave es la directora ejecutiva; Rafael Palacios director de políticas públicas, y Manuel José Prieto en la dirección internacional.
El cambio en la Sofofa también se notó en el discurso. Larraín fue menos confrontacional por momentos, aunque eso le costó críticas internas en el consejo y chat de consejeros. Como en esa oportunidad en que no criticó la reducción de la jornada laboral, pues consideraba más importante la flexibilidad. Esa opinión fue inconsulta y no representaba la visión general, le reclamaron.
También hubo episodios en que el presidente de la Sofofa se enfrascó en un intercambio con el mismo Presidente Sebastián Piñera, cuando el Mandatario optó por no cumplir su promesa de campaña de reducir los impuestos a las empresas. Larraín Matte se lo hizo notar, lo que le significó una dura respuesta del Mandatario.
En lo interno, un grupo de consejeros asociados a la vertiente más tradicional tiene una visión crítica de parte de la gestión. Varios consejeros consultados estiman que la Sofofa ha caído en intrascendencia a nivel público y en su capacidad de influir y ser escuchada en materia de políticas públicas, pero sobre todo, en los temas que preocupan a los empresarios. No le ven mayor llegada ni en el gobierno ni en el Parlamento. Lo comparan desfavorablemente con el rol que está jugando Juan Sutil en la CPC.
Pero es precisamente la política pública el discurso que más ha reforzado Larraín Matte. “Si la cancha donde transcurre lo público está deteriorada, no hay sociedad que pueda evolucionar”, ha dicho en varias oportunidades. Un discurso que el equipo ejecutivo de Sofofa comparte, al igual que la generación renovada de los consejeros. Dicho sea de paso, enfatizan en el círculo cercano del líder del gremio, en la última elección el 90% de los consejeros electos fue apoyado por la administración Larraín, con una votación histórica.
Sobre la pérdida de influencia, uno de los consejeros argumenta que se han logrado avances efectivos en políticas relevantes para el sector, pero sin publicidad, aunque reconocen que el ambiente político es muy complejo.
Es por ello que el propio Bernardo Larraín ha empujado por, derechamente, enfrentar el plebiscito por la nueva Constitución con la discusión de fondo y poner los temas que les interesan. El cambio es inevitable, ha explicado en distintos escenarios.
A la facción más dura, en cambio, no le convence esa posición de la industria, y ya están buscando levantar una alternativa para competir por la presidencia de Sofofa.
Episodio del quiebre
Fuentes que conocen la interna de Sofofa señalan que si bien durante todo su mandato ha habido diferencias importantes entre Bernardo Larraín y un grupo constituido por su base más tradicional, el punto de quiebre más definitivo se produjo en mayo, con el nombramiento de sus nuevos vicepresidentes: Susana Jiménez (directora de empresas y exministra de Energía) y Matías Claro (gerente de Grupo Prisma).
En el marco de la asamblea anual del 27 de mayo de este año, el líder de los industriales cambió -de manera conversada con ellos- a ocho de los trece miembros que integran el comité ejecutivo. Se daba así la promesa de renovación.
Él promovió un cambio de estatutos, que fue más una precisión, para que no siguieran siendo consejeros aquellas personas que ya no estaban bajo el alero de una empresa o gremio. Hubo consenso en que era una buena reforma. Así ingresaron Jiménez y Claro. “Pero acto seguido, nombra a los dos primeros vicepresidentes sin que hubiesen pasado por una elección, sin que tuvieran trayectoria gremial, y, en el caso de Jiménez, sin trayectoria empresarial, sino que en políticas públicas”, comenta uno de los críticos a esa decisión.
Si bien el día en que Bernardo Larraín propuso los nombres no hubo objeción, en el consejo siguiente uno de los consejeros manifestó su visión contraria. Se vio, cuenta un consejero, como un pasar por encima de mucha gente que ha invertido tiempo en hacer vida gremial y participar de la Sofofa, a la que no consideró para las vicepresidencias. Para varios al interior del gremio el mensaje fue “aquí no hay nadie capaz de dar el tono que requiero para las vicepresidencias, por lo que los traigo de afuera”.
En esa misma cita, otro consejero respondió a la crítica: “Por qué no traer a personas de afuera que pueden aportar. ¿Acaso no hacemos eso en nuestras empresas?”. En el círculo de Larraín Matte tienen la convicción de que la retórica de la trayectoria gremial no es el asunto relevante. La Sofofa, dicen, debe ser liderada por gente con vida empresarial activa, ya sean gerentes, directores o dueños.
Comunicación al debe
Fuentes allegadas al gremio dicen que más allá de las formalidades, en varias actuaciones no ha respetado la institucionalidad de la organización y se mueve demasiado con y por agenda propia. Que no consulta a las bases, en general, ni a los grandes empresarios, en particular. Aquí la comparación con Juan Sutil vuelve a aparecer. Este los llama y los incluye, y no lo ven con agenda propia, sino poniendo sobre la mesa la agenda y las preocupaciones del empresariado.
Bernardo Larraín les ha reconocido a varios cercanos que una falencia de su gestión ha sido la comunicación con los consejeros. No se trata de consultar cada opinión, eso provocaría la inmovilización del gremio, dicen. “Pero sí faltó fluidez, más espacios de conversación”.
Por eso el líder de la Sofofa elevó la frecuencia de las reuniones con el comité ejecutivo, de una cita quincenal a semanal.
Sucesor y el rol de los grupos
Los consejeros más tradicionales quieren recuperar el trono perdido a mano del grupo de los cinco, acelerando esta carrera y los movimientos internos. Los “renovados”, en paralelo, quieren dar con el nombre que garantice la continuidad de la modernización del gremio iniciada por Bernardo.
Se ven de momento cuatro cuerdas de cara a la elección, pero podría aparecer una adicional. Por ahora, Fernando Barros encarna la oposición más tradicional a Bernardo, aunque no necesariamente termine siendo él el candidato formal de ese sector. De todos modos, tiene una importante base de apoyo, sin ser empresario se lo considera un hombre de empresas por su larga trayectoria como director y está muy activo al interior del gremio.
El sucesor natural es Patricio Jottar (ejecutivo del grupo Luksic) o Gonzalo Said, dice más de un consejero electo, aunque el obstáculo es el escaso margen que pueden dedicar a esa labor.
Susana Jiménez y Matías Claro son otros que tienen potencial, dado que la vicepresidencia que ocupa hoy es una plataforma innegable. La primera ha estado muy activa reuniéndose con distintos consejeros y gremios en sus actividades de vicepresidenta. El segundo ha buscado conectar a las empresas con la sociedad. Una fortaleza, explican, es su experiencia en el mundo empresarial y su conocimiento de las políticas públicas -trabajó en el gobierno y tiene un máster en la materia-. La duda, dicen, es si estará dispuesto a dar peleas. Quienes lo conocen aseguran que no tiene problema en defender sus posiciones. De hecho, ya lo ha hecho en el chat de consejeros cuando se han intercambiado algunas ideas.
La otra cuerda es Rosario Navarro -hija de Andrés Navarro (Sonda, AFP Modelo, Salfacorp) que viene hace un rato ya construyendo una base de apoyo. Cuenta con la venia del grupo de los que están por una Sofofa que apunte a replicar el modelo del fallecido empresario y dirigente Andrés Concha, que fue tener un equipo ejecutivo fuerte que haga el trabajo y el presidente cumpla su rol. “Se necesita un liderazgo que aglutine, no que divida. Y Rosario cumple con ese requisito”, comenta uno de los impulsores de su nombre. Sería la primera mujer líder de la industria.
Otro consejero dice que el próximo presidente de Sofofa no puede sentarse en el sillón y ser agorero del pesimismo. Debe estar convencido de reformar activamente, no de refundar. En esas características, agrega, encajan Rosario Navarro, Matías Claro y Gonzalo Said.
Pero todos saben que la palabra final la tienen los tres grandes grupos empresariales y otros en menor medida como Richard Von Appen y Juan Eduardo Errázuriz. “La presidencia de la Sofofa se resume en dos cosas: matemática e influencia”, dicen los conocedores de la interna del gremio. Matemática, porque Luksic y la familia Angelini tienen 6 votos cada uno, y los Matte tienen 7. Además, influyen en los votos de gremios nacionales y algo en los regionales. Estos grupos aún no entran a la discusión, pero de reojo algo ya han visto. El nombre de Rosario Navarro genera una buena impresión y tiene a su favor el ser mujer, dicen desde un grupo que tiene más de un voto.
Pero siempre puede haber espacio para alguna sorpresa y que venga de afuera. Rodrigo Pérez Mackenna, hermano de Francisco, el ejecutivo principal del grupo Luksic, es visto por algunos como una buena alternativa.
Ya comenzó la carrera, pero en esta oportunidad, será de larga distancia.