No son amigos. Se habían visto en algunas oportunidades, pero tampoco tantas. Los dos nuevos vicepresidentes de Sofofa no gozaban de una relación estrecha con el actual presidente del gremio, Bernardo Larraín. Tampoco se conocían entre ellos, sin embargo, tenían un punto en común. La exministra de Energía, directora de Soprole y de BancoEstado, Susana Jiménez (SJ), nunca había estado vinculada a la actividad gremial. El gerente general de Grupo Prisma, Matías Claro (MC), tampoco. Son rostros nuevos. “Fue bastante sorpresiva su invitación, lo que habla bien de él respecto a que busca una mirada distinta a la que siempre ha habido en la Sofofa, enfocada en caras tradicionales. Tanto Susana como yo traemos quizás una visión más abierta, que espero se note”, señala Claro. “Siento que podemos hacer un buen equipo con Matías y tener incidencia en lo que queremos lograr; tener una voz que sea escuchada, y defender y validar el rol que cumplen las empresas en la sociedad”, complementa Jiménez.

El miércoles tuvieron su primer comité ejecutivo. Están recién involucrándose en el gremio. Y en esta, su primera entrevista, deslizan sus visiones iniciales y entran de lleno en los temas que hoy marcan la agenda nacional.

Asumen no solo en la peor crisis sanitaria de la historia del país, sino que con una economía absolutamente debilitada. ¿Cuál es la motivación para debutar en la actividad gremial en este contexto?

-SJ: Hace rato que las empresas o gremios empresariales dejaron de verse simplemente como aportantes de capital, hoy tienen que ver más con su aporte en lo que es conocimiento, innovación, desarrollo tecnológico. Y, en este momento, si bien hay mucho que hacer en la contingencia, también hay una mirada a mediano y largo plazo, donde creo importante el rol que pueda desempeñar la empresa como motor de esta innovación, de estos procesos productivos, de la capacitación y de la recuperación económica, y sin lugar a dudas creo que la Sofofa es un tremendo lugar para aportar en ese sentido.

-MC: Lo veo también como una oportunidad de poder ayudar a conectar a las empresas con el Estado, con la sociedad, en estos momentos tan difíciles. En la Sofofa, la ventaja que hay va más por el lado de la gestión, de ayudar a construir estos puentes.

¿Cuál debiera ser la prioridad de Sofofa en estos momentos?

-MC: Lo veo por dos lados. Hay que contribuir a un mejor clima social, todos tenemos una responsabilidad en mejorar la confianza hacia las instituciones, no solo hacia las empresas, sino hacia el Estado, a las instituciones que le dan soporte al país, y creo que en eso podemos apoyar bastante. Y claramente viene un esfuerzo muy grande en reactivación. Vienen un par de años muy difíciles. Y en eso tenemos una responsabilidad, tenemos que tratar de unirnos para salir adelante lo mejor y más rápido posible.

-SJ: Acá hay como dos tareas, una que es inmediata y con sentido de urgencia, que es cómo enfrentar esta crisis económica social y cómo podemos aportar desde Sofofa con diseños de políticas de apoyo, y cómo ayudamos a construir un camino que nos permita una pronta recuperación; pero además hay un trabajo permanente más de mediano plazo que tiene que ver con temas en materia social, económica e institucional. Los gremios no solo pueden opinar desde un punto de vista de su respectivo sector, sino también desde el bien común de la sociedad y participar en forma genuina y sincera en la discusión de política pública.

Tras esta crisis, uno tendería a pensar que la relación empresario-trabajador podría deteriorarse dado el nivel de desempleo. ¿Cómo quedarán las confianzas con el sector privado y cómo se fortalecen?

-MC: Este no es un tema de empresarios, es un tema de empresas. El bien social es la empresa, y la empresa junta a las personas que se desarrollan ahí. Yo no veo una disociación. Ahora, las empresas tampoco pueden hacer magia, en el minuto en que el PIB (Producto Interno Bruto) cae a lo mejor en más de un 5% anual, les pega a todos por igual. Y para una empresa no hay nada más doloroso que achicarse, que despedir gente, entonces parte de los mensajes que tenemos que transmitir es que aquí no es el empresario versus trabajador, aquí lo que tenemos que potenciar es a la empresa y parte de que a una empresa le vaya bien es que ambos salgan ganando.

El problema de confianza lo ha estado viviendo el país en todas sus instituciones. Y ese clima es el que probablemente vamos a tener que enfrentar en los próximos dos años, en que nos va a tocar conversar mucho entre todos, ver los valores comunes que tenemos y poder construir sobre eso.

Susana habla de recuperación. ¿Cómo nos recuperamos de esto?

-SJ: Estamos en circunstancias especiales y esas siempre ameritan soluciones especiales. Acá habrá que trabajar en conjunto, creo mucho en la colaboración público-privada, en medidas de apoyos que permitan volver a generar empleo; estamos en una situación muy crítica, pero con la esperanza de que una vez que haya terminado la crisis sanitaria esto repunte y para eso se necesita amortiguar al máximo el daño que se produzca en nuestra capacidad productiva.

¿Han sido suficientes las medidas que ha impulsado el Estado?

-SJ: Partiría reconociendo el esfuerzo que hemos hecho como país. Ya en una primera etapa, el gobierno comprometió US$ 17.000 millones, lo que ya genera un cierto alivio. Efectivamente se están poniendo recursos sobre la mesa y eso es muy importante. El segundo tema tiene que ver con la responsabilidad, todos podemos opinar legítimamente, pero lo cierto es que es el gobierno el responsable con los chilenos y su futuro, y hay una enorme incertidumbre de cuánto va a durar la crisis y la profundidad del daño, por ende, son decisiones difíciles de tomar. Ahora, dicho eso, creo que todavía hay un espacio que hay que trabajar, y hay un margen para seguir comprometiendo recursos. Hay que reconocer que hay una enorme responsabilidad respecto a cuánto gastar hoy y cuánto guardar para el período pospandemia, pero también es muy importante abrir estos espacios de diálogo para ver qué medidas adicionales podemos tomar.

-MC: Cuando uno está en la mitad de la crisis, lo mejor para el país es cuadrarse con la autoridad, después podremos hacer el análisis. Ahora, a mí me parece razonable que el Congreso en vez de estar discutiendo apoyos particulares, pueda llegar a un acuerdo de darle cierta flexibilidad a Hacienda, como una línea de crédito, para atacar los problemas que se van generando.

¿Cuánto se puede contener esta situación para evitar quiebras masivas de empresas?

-MC: Cuando viene un maremoto, uno puede intentar cubrirse lo más posible, pero daño habrá; pensar que el Estado tiene todos los recursos para resolver todos los problemas es una ilusión, no es factible. Y eso hay que asumirlo.

-SJ: Acá habrá un daño inevitable. Se ha ido en la dirección correcta, probablemente se puede hacer más. Creo que iniciativas como el Fogape o el Fogain son importantes; se han impuesto restricciones -tanto en su tramitación en el Congreso como en discusiones- para su implementación que dificultan que estos recursos lleguen con la capilaridad necesaria, es decir, a empresas más pequeñas con más riesgo, creo que se pueden mejorar. El gobierno, el Congreso y las empresas tienen que poner de su parte para que fluyan esos recursos a los más necesitados, y que la profundidad de esta crisis sea menor.

La banca ha sido bastante criticada justamente por lo que menciona…

-SJ: Es un problema de expectativas, porque lo cierto es que ha habido un monto significativo de renegociaciones de deuda a todo nivel, se han usado los recursos para entregar créditos con garantía del Estado. Pero también hay que reconocer que se impusieron ciertas condiciones respecto a qué empresas son elegibles, la tasa máxima, el hecho de que haya un deducible, que implican restricciones de entrega de créditos a las empresas más riesgosas y, en ese sentido, se generó una expectativa de que esto iba a llegar a un millón de empresas, y la verdad es que el universo de empresas elegibles no es tal. Considero que el sistema bancario ha respondido a esa necesidad de entregar recursos, aunque se enfrenta a restricciones que siento que ameritan una evaluación justamente para lograr la capilaridad que se buscaba.

En ese sentido, ¿cómo evalúan el cambio de gabinete, puntualmente la salida de Arturo Tagle de la presidencia de BancoEstado y la llegada de Sebastián Sichel?

-SJ: Como directora de BancoEstado, no puedo dejar de hacer un reconocimiento público a la gran labor que hizo Arturo Tagle. Más allá de ello, los cambios de gabinete responden a una serie de variables, y, por lo tanto, es muy difícil juzgarlo desde afuera. No me atrevo a hacer un juicio, solo esperar que BancoEstado siga funcionando lo bien que ha estado funcionando en estos años y, además pueda seguir cooperando con la recuperación de la micro y pequeña empresa como lo ha hecho.

¿Y le gusta Sebastián Sichel?

-SJ: Creo que es un super buen profesional, tengo una buena relación con él, y espero que podamos seguir haciendo un buen trabajo.

Rescatando a las grandes empresas

El jueves, Hacienda ingresó un proyecto para facilitar la emisión de deuda. ¿Es suficiente para las grandes empresas?

-MC: En el último año, lo políticamente correcto es hacer políticas para pymes, pero la verdad es que el maremoto les va a pegar a todas. Y no hay que olvidar que las empresas grandes dan miles de empleos, empleos de buena calidad; a las empresas grandes no las podemos descuidar en estos momentos, porque los mercados financieros también se cierran para ellas.

¿Por dónde debiera ir esta ayuda? ¿Garantía estatal, ingreso a la propiedad?

-MC: Cuando se producen los problemas de liquidez pasan muy rápidos, entonces creo que lo importante es que el Ministerio de Hacienda pueda tener cierta flexibilidad para tomar medidas especiales en el minuto. Además, si una empresa necesita ayuda, es importante que se ayude a la empresa y no a los accionistas. El bien público es la empresa; los tenedores de bonos o acciones que están en el mercado tendrán que sufrir el costo de esta pandemia.

-SJ: Las alternativas tienen que ser evaluadas en su mérito. En la garantía estatal es muy distinto el riesgo y el capital que se está poniendo, versus cuando el Estado entra en la propiedad, ahí entramos en una discusión distinta. Yo abogo por lo primero, que es más bien una ayuda transitoria, que busca sacar adelante a empresas que son viables, acá no se está buscando que el Estado ponga recursos en empresas que, con o sin pandemia, iban a ser insolventes. Por eso es muy importante que esto pase por el mercado de capitales, por una buena evaluación de los riesgos, porque estamos usando los fondos de todos los chilenos.

Dada la situación país, ¿qué tan oportuno es realizar un plebiscito en octubre?

-MC: La fecha del plebiscito es de segundo orden, porque no sabemos si en esa fecha vamos a estar en condiciones sanitarias de hacerlo, creo que lo más importante es tratar de vivir este proceso eleccionario lo antes posible, porque la crisis nos ha apretado más en los desafíos, y la incertidumbre hace muy difícil la recuperación. Además, estoy convencido de que no podemos salir completamente del problema económico si no resolvemos el problema social que exige llegar a mínimos acuerdos respecto a dónde vamos a poner nuestros esfuerzos y creo que ese proceso hay que vivirlo lo antes posible para definir el camino a seguir: si vamos a modificar la Constitución actual o la vamos a cambiar completamente.

¿Pero el país está en condiciones de sentarse a discutir una nueva Constitución en instancias donde tenemos una economía muy debilitada?

-SJ: No cabe hacerse esa pregunta, porque eso ya se acordó. Si no estamos disponibles para discutirlo, se verá en las urnas; pienso que la posibilidad de que esto se postergue tendría que tener argumentos estrictamente sanitarios, porque es algo que ya está acordado.