El 7 de abril de 2014, Carlos Heller Solari, controlador del holding Bethia y uno de los principales accionistas de Falabella S.A., asumía la presidencia de Azul Azul y, como tal, quedaba a cargo de los destinos del club de sus amores, la Universidad de Chile.

Entonces, la “U” venía con el vuelo de su última época de oro, con Federico Valdés en la presidencia y Jorge Sampaoli como director técnico. Heller, quien reemplazó en el cargo a José Yuraszeck, recibió la sociedad con una caja de $3.025 millones, gran parte de los cuales provenían de los éxitos deportivos de los años 2010 y 2012, cuando el club no solo consiguió tres títulos locales, sino también disputó dos veces la semifinal de Copa Libertadores, ganó la Copa Sudamericana en 2011 y alcanzó los cuartos de final en ese mismo certamen en 2012.

A consecuencia de ello, la venta de jugadores como Eduardo Vargas o Gustavo Canales fortaleció las arcas de la sociedad e incluso se llegó a asegurar que se contaba con parte importante de los recursos para construir el anhelado estadio, el proyecto que Carlos Heller prometió y que, tal como con otros presidentes, la idea se diluyó en el camino.

De esa caja heredada de $3.025 millones, el último balance muestra que esa cifra cayó a la mitad, $1.511 millones, gran parte de los cuales provienen de préstamos, algunos hechos por el propio controlador.

Otro ítem son las pérdidas. Todos los años que duró la gestión de Carlos Heller como controlador de Azul Azul la sociedad cerró en rojo: en pesos de cada año fueron $1.676 millones en 2014, $2.177 millones en 2015, $4.503 millones en 2016 y así, hasta llegar a septiembre de 2020, último período informado, en que Azul Azul logró revertir esta situación y ganar $262 millones, gracias a un agresivo recorte de costos.

Eso sí, aún falta que la sociedad reporte sus resultados de todo el 2020, lo que debiera ocurrir hacia fines de este mes.

Las pérdidas acumuladas

Al 30 de septiembre, Azul Azul reportó pérdidas acumuladas por $12.015 millones, una leve mejora en relación con igual período de 2019, en que la cifra llegaba a $12.277 millones. Pero se compara con las ganancias acumuladas por $1.211 millones con que Heller Solari recibió la presidencia de Azul Azul.

La situación hubiese sido todavía más crítica si no se hubiese contado con los préstamos que el propio Heller realizó a la concesionaria. El 9 de enero de 2016, el directorio aprobó el otorgamiento de un préstamo del accionista Inversiones Alpes Limitada -Heller- por US$3 millones, a pagar en una sola cuota en 360 días, con un interés mensual del 0,65%. El plazo de ese crédito se fue moviendo y, finalmente, la sociedad adquirió nuevos créditos para tener capital de trabajo.

De hecho, el balance a septiembre de 2020 reporta el pago de $2.759 millones por concepto de amortización de un crédito, al mismo tiempo que se reporta un importe procedente de préstamos de corto plazo por otros $1.850 millones. A septiembre de 2020, Azul Azul, además, reportó un pasivo total por casi $17.000 millones. Parte importante de esa cifra corresponde a un crédito por $5.090 millones otorgado en diciembre de 2018 por el Banco Santander, cuyo vencimiento estaba fijado para el 11 de diciembre del año pasado.

Así, los números financieros, si bien comienzan a mostrar una mejor cara hacia finales de la era Heller, no son de los mejores, una situación similar a la vivida en la cancha, tanto en la competencia local como en la internacional.

Los últimos cambios directivos en Azul Azul responden a esta realidad. El club conformó una gerencia deportiva con dos exfutbolistas y símbolos de otra época dorada en lo deportivo: Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg, bastiones de la U de los años 90. De hecho, ambos han planteado que uno de sus objetivos es cambiar la forma en que Azul Azul venía gastando todos años años.

El mayor gasto que tiene el fútbol es en remuneraciones de futbolistas y compra de pases o pago de préstamos de los mismos. En 2015, por ejemplo, Azul Azul llegó a gastar $7.584 millones anuales en remuneraciones, algo así como US$1 millón mensual. Pero en 2018, fueron $9.993 millones y en 2019, $8.604 millones.

En 2020, el recorte en este ítem fue profundo: $4.086 millones a septiembre de ese año, casi 40% menos que el año anterior.

Los ingresos

Otro ítem relevante tiene que ver con los ingresos. Los clubes de fútbol viven de los auspiciadores, los derechos de televisión y premios por participaciones internacionales, además de la venta de futbolistas, siendo menos relevante el denominado “match day”, es decir, la venta de entradas para el día del partido.

Azul Azul se ha movido, en pesos de cada año, en alrededor de los $15.000 millones, sostenidos principalmente por la publicidad ($5.668 millones al cierre de 2019) y los ingresos de televisión ($4.053 millones ese mismo año).

Comparado con los otros dos clubes grandes, en general Azul Azul y Blanco y Negro suelen disputarse el primer lugar en términos de ingresos, con Cruzados un poco más atrás. Pero eso, hasta 2019, cuando Cruzados superó a Azul Azul y deja a la concesionaria ligada a Heller en tercer lugar. Eso sí, hasta septiembre de 2020 Azul Azul lideraba, aunque con escasa diferencia respecto de sus archirrivales.

El nuevo dueño

Esta mañana, Sartor entregó breves comentarios respecto de sus planes, en caso que la OPA resulte exitosa. Si bien sigue siendo un misterio quiénes son los aportantes del Fondo de Inversión Privado (FIP) que asumirá el control de Azul Azul.

Según Sartor, que armó el FIP, llamado Tactical Sport, aseguró que su plan es llevar adelante “un proyecto acorde con la relevancia del club de fútbol Universidad de Chile, el que tendrá como ejes principales el más alto desarrollo institucional y la consecución de importantes logros deportivos”.

Así, la administración del fondo de inversión privado Sartor Tactical Sport estará a cargo de Sartor Adminsitradora de fondos de inversion privado.

“Sartor Finance Group (Sartor) ha alcanzado un acuerdo con Inversiones Alpes Limitada -controladora de Azul Azul S.A.- para la adquisición, por medio de una Oferta Pública de Acciones (OPA) de, a lo menos, un 63,07% de las acciones de esta última sociedad. Sartor es una empresa reconocida por su experiencia en inversión en activos alternativos y administración para clientes de alto patrimonio, tanto en Chile como en el extranjero”, indicó la empresa.