Desde que en 2015 -en el marco de la cumbre mundial del clima, COP21- se planteara el Acuerdo de París como uno de los grandes objetivos de la humanidad (el que fue aprobado al año siguiente), los casi 200 países de las Naciones Unidas han tratado, en diferentes niveles, de orientar sus políticas para cumplirlo. La meta era que la temperatura en el mundo no subiera más de 1,5 grados.
Y la palabra correcta es “era”, ya que hay un consenso mundial de que eso ya no se puede cumplir. Como sea, la próxima COP28, que se desarrollará en la ciudad de Dubái (Emiratos Árabes) desde el 30 de noviembre al 12 de diciembre, tiene como uno de sus principales objetivos hacer el primer balance mundial del Acuerdo de París. “No hay que olvidar que ya es prácticamente un hecho que no lograremos las metas al 2030, es por ello que debemos alinear los esfuerzos de los países para reducir las emisiones netas de carbono a cero al 2050, ya que si no logramos este propósito, la humanidad y las futuras generaciones corren serio riesgo”, plantea Margarita Ducci, directora ejecutiva de Red Pacto Global Chile.
Por su parte, Gonzalo Muñoz, Climate Champion COP25 (que fue organizada entre Chile y España), cree que hay una enorme expectativa, “ya que sabemos que estamos muy tarde en los avances, por lo que la principal pregunta es qué se hará al respecto o qué nivel de prioridad se le dará a la información que tenemos. Por otro lado, no es menor que el encuentro se desarrolle en un territorio que ha basado su economía en combustibles fósiles, por lo que se espera que el tema de la transición energética justa sea también un eje principal”.
Para Alex Godoy, director del Centro de Sustentabilidad de la Universidad del Desarrollo (UDD), la COP28 debería tener dos objetivos claros: “Por un lado, seguir hablando de cómo se financia y estructura el Fondo de Pérdidas y Daños por el cambio climático, y a la vez, de qué forma los países se reparten su responsabilidad en las emisiones”.
Además, Godoy indica que el rol de Chile en esta cumbre no es tan relevante, dentro de la cantidad de naciones, “pero nuestro país puede ser clave para conducir o ser un puente para las negociaciones entre países grandes y pequeños. Deberíamos tomar un rol multilateral”, explica el académico.
Ducci tiene una idea similar: “Chile tiene la oportunidad de seguir consolidando su rol como actor clave a nivel global en la emergencia climática, por su rol innovador impulsando iniciativas para fortalecer el financiamiento, promoviendo la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria como parte de la solución. Nuestro país tiene una gran responsabilidad, pero también una gran oportunidad para demostrar su liderazgo”.
En este tema también coincide Muñoz, que considera a Chile como un referente “en lograr dos cosas muy valiosas: como un país donde el tema climático está poco politizado, ya que hay una continuidad en los gobiernos. Y además, en cómo ha aplicado la transición energética en áreas como la industria o el transporte. Y en ese aspecto, esperamos que Chile cumpla un rol movilizador en la región”, dice quien además es fundador de TriCiclos y Mauia.
Una pregunta que es imposible obviar es si el conflicto entre Israel y Hamas podría afectar el desempeño o las conversaciones de la COP28, tomando en cuenta que se realiza en un país vecino a la zona en cuestión. “Podría afectar negativamente al ambiente de la COP28, al dificultar el consenso y la confianza entre los países participantes, al desviar la atención y los recursos de la agenda climática. Pese a ello, tengo la esperanza que pueda generarse el diálogo y la cooperación”, señala Ducci.
Más aún, Godoy estima que el conflicto “afecta gravemente las relaciones diplomáticas, que van más allá de la COP. Creo que será un poco difícil para las negociaciones crear bloques. Será complejo sentarse a conversar en la mesa, ya que los conflictos que involucran historias pasadas pesan mucho más”.