Cerca del 40% de la capacidad instalada de energía eólica en Chile la tiene Vestas, una compañía danesa que se dedica a diseñar, manufacturar, instalar y mantener aerogeneradores, que consisten, básicamente, en una turbina accionada por el movimiento de grandes aspas que se mueven con el viento, produciendo energía limpia. Y este último concepto es fundamental, porque después de la fotovoltaica, que es la especie de vedette de las energías renovables no convencionales (ERNC), le sigue la eólica. Sus plantas son algo más caras de implementar que las solares, pero cada vez la brecha se reduce gracias a factores como la fuerte transición energética en la que está empeñado Chile y, el nuevo protagonista de la descarbonización: el hidrógeno verde.
Vestas tiene cuatro líneas de negocio en los casi 90 países donde opera: los proyectos on-shore, que consiste en la construcción de plantas tradicionales en tierra; el área off-shore, que son instalaciones sobre el mar; la vertical de “servicios”, con contratos de instalación y mantenimiento parta terceros que por lo general son de 25 años o más; otra de nombre “Development”; y por último, la vertical “New Solutions”, que está dirigida hacia las nuevas tendencias. “A pesar de que estamos con contratos en 19 países de América Latina, hay seis estratégicos: Chile, Argentina, Brasil, Perú, Colombia y México, donde Chile está en el segundo nivel de importancia”, asegura Eduardo Ricotta, presidente de Vestas para América Latina, cuyas oficinas están en Brasil.
¿Por qué?
- Porque siempre está adelante en varios puntos, como por ejemplo, en la discusión actual de proyectos de hidrógeno verde. También en la tecnología, permitiendo probarla primero para el resto de los países. Además, tenemos cerca de 500 torres eólicas en Chile. Es una operación importante.
En Chile ha habido un alto crecimiento de las plantas fotovoltaicas quedando la tecnología eólica como la “hermana menor”, principalmente debido a su precio más alto y a la alta disponibilidad de radiación en el norte del país. ¿Cree que se irá reduciendo esa brecha?
- Es verdad, pero creo que ambas son complementarias. Ha crecido mucho la solar, pero tienes sol desde las 8:00 de la mañana a las 17:00 hrs. En la eólica no pasa eso. Por ejemplo, en California tienen mucha energía solar y lo que pasa es que a las 17:00 de la tarde, el precio de la energía se duplica, porque no hay otras fuentes. Creo que la energía solar se desarrolló muy fuerte y rápido en Chile, pero ahora estamos en un punto donde las energías solar y eólica van a tener muy luego un valor similar. Por ejemplo, tenemos con vientos espectaculares como en Magallanes y el sur de Chile. Creo que vamos a tener un equilibrio en los próximos años. La planeación de desarrollo eólico para los próximos cuatro años es muy fuerte.
¿Qué es más atractivo en términos de negocio para ustedes? Los clientes particulares, como por ejemplo, una minera o una faena industrial; o vender la energía directamente a las grandes distribuidoras?
- Casi el 40% de la producción de Chile estaba muy centrada en el carbón, Hay una transición de energía muy fuerte, debido especialmente a la minería. Aquí en Brasil también pasa, pero en Chile es más fuerte, ya que si no se cambian a renovables es imposible vender sus productos afuera, ya que necesitan un sello verde. Esa es una de las grandes oportunidades de negocio.
Por otro lado, según datos de Bloomberg, si tu miras el costo que tendrá desarrollar el hidrógeno verde en varios países al 2020, 2030 y 2050, Brasil, Chile y Argentina tienen los mejores costos. Obviamente es una mezcla de sol y viento, pero eso también es muy atractivo.
¿Es difícil instalar una planta de energía eólica en Chile? ¿Es un desincentivo la gran cantidad de permisos que se requieren, los que demoran los proyectos?
- ¡Claro! Hay muchos puntos que complican, pero los permisos existen en todo el mundo, no es algo específico de Chile, aunque como país debería hacer un trabajo para la aceleración de los permisos, como ya está ocurriendo en Alemania. Pero eso sí, es algo que es difícil. Pero también hay otras complejidades como el transporte de las piezas de una turbina. Cuesta mucho que la policía chilena nos ayude en eso, por eso nuestra propuesta es que se permita tener escoltas privadas, como lo hacemos en otros países. Y por último, está la complejidad que tenemos con las comunidades, que es un trabajo que tenemos que hacer con el gobierno y nuestros clientes.
Justamente, una de las críticas que se le han hecho a los proyectos eólicos a nivel mundial es que no existe una gran comunión con la población aledaña, principalmente en contratación de puestos de trabajo. ¿Cómo abordan ustedes ese tema?
- La forma que abordamos ese problema es tratando de tener personas locales trabajando en la operación y mantenimiento de la planta. Pero necesitamos generar la educación y habilidades para eso, porque empleo tendremos por muchos años, al menos 25. También es bueno para nosotros, porque, por lo general, si tomas a una persona de Santiago para trabajar en el sur de Chile, no funciona. Después de tres meses quiere volver. Lo mismo nos pasa en Brasil y México. Tenemos que encontrar en conjunto una mejor forma de desarrollar nuestros proyectos con la comunidad local. Es un desafío de la industria.
¿Cuántas personas requiere una planta para su operación?
- Depende mucho del tamaño. Pueden ir de 20 o 30, hasta 50 personas.
¿Cuántas operaciones tienen en Chile y qué proyectos tienen en curso?
- Hoy tenemos nueve clientes en Chile, además de nuevos proyectos en conversaciones. Pero además, estamos pensando construir una fábrica de torres (eólicas) en Chile, ya que aún tenemos que importar muchas cosas. De hecho, según los posibles proyectos, debemos ver si nos da el volumen para tomar la decisión. Una planta que no sólo provea equipamiento para Chile, sino también para otros países de América Latina , principalmente Perú y Colombia.
¿Y es una instalación para fabrica las torres o ensamblaje de partes que vienen de otro país?
- Para fabricar todo localmente.
¿Y tienen otras de esas fábricas en América Latina?
- Sí, en Argentina y Brasil. Yo ya he hablado con el gobierno chileno de esto. Específicamente con el ministro de Energía. Es algo que desarrollará más empleos en Chile.
¿Dónde estaría eventualmente?
- Aún estamos estudiándolo, pero creo que cerca de Concepción.
Pero el tema económico y político no ha estado tranquilo en Chile y América Latina, ¿es un buen momento para invertir?
- Creo que el clima que existe no cambia mucho nuestro plan. En general. América Latina tiene una alta volatilidad. Si miras Brasil, Argentina y Perú, hay volatilidad alta. Creo que nosotros conocemos muy bien esta región. Yo no veo riesgos, menos en Chile. Si ves su economía en los últimos 20 años, es una de las mejores de Latinoamérica. Siempre vamos a tener movimientos sociales. Todo esto es parte de la democracia.