La pobreza nunca se fue del todo de Chile, pese a que disminuyó en forma muy relevante en las últimas décadas, pasando del 68% de la población en 1990 al 8,6% en la última medición, de 2017, una disminución inédita en la región. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 hizo que nuevamente este fantasma volviera a cobrar protagonismo, con la amenaza de volverse real para muchas familias.

Según el informe “How’s Life” de la Ocde, publicado a mediados de marzo de 2020, el 53% de la población chilena estaba en riesgo de caer en la pobreza si tuviera que renunciar a tres meses de sus ingresos completos, el quinto país del bloque con el mayor porcentaje y lejos del 36% que promediaba todo el grupo. Esas estimaciones fueron realizadas antes de que se desatara la pandemia.

Un año después comienzan a dibujarse las primeras cifras de lo que realmente habría pasado con el porcentaje de pobres en el país. La Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) se publicará en los próximos días con el dato oficial de la tasa de pobreza, pero antes un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) está entregando luces sobre la situación que vivió Chile el año pasado en esa variable.

El primer resultado era el esperable: la tasa de pobreza efectivamente habría aumentado en el país durante 2020, en relación al dato oficial de la Casen 2017 (la última disponible) y a la estimación que el propio FMI hizo para 2019, considerando el crecimiento económico del país y la tendencia de los últimos años.

Pero, para entender realmente qué sucedió, el FMI plantea dos escenarios: uno con el impacto directo de la pandemia sobre los ingresos de las personas y otro en que considera las ayudas entregadas por el gobierno para paliar esta situación. Así, en el primer escenario, sin ayudas, las estimaciones de su modelo de proyección muestran que la pobreza -siguiendo la vara que se usa en Chile- habría aumentado 10,6 puntos porcentuales (pp), pasando del 8,1% en su estimación para 2019 al 18,8%. Esto implicaría que cerca de 2 millones de personas hubiesen caído bajo la línea de pobreza.

Sin embargo, el reporte del Fondo afirma que las medidas de mitigación realizadas en Chile hicieron que esa alza sea de solo 4,1 pp, subiendo hasta 12,2%, con lo que 780 mil personas adicionales serían pobres. Así, estas estimaciones muestran que cerca de 1,2 millones de personas se salvaron se caer bajo la línea de pobreza gracias a las medidas de mitigación. Las medidas de apoyo que consideró el FMI fueron el Ingreso Mínimo Garantizado, el bono Covid-19, la Ley de Protección al Empleo, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el bono Clase Media y el bono de Navidad Covid-19.

“Los resultados sugieren que las medidas de protección social han aminorado los peores efectos de la crisis en los ingresos de los hogares”, indica el informe del Fondo. Según el estudio, la medida que mitigó más la caída en pobreza fue el IFE, seguido del Ingreso Mínimo Garantizado y la Ley de Protección del Empleo.

Con todo, el organismo dice que, como está pasando en buena parte del mundo, la pandemia ha profundizado las inequidades preexistentes y que los grupos vulnerables han sido los más afectados.

Las razones

El Fondo muestra en su documento una encuesta llevada a cabo por el Banco Mundial para monitorear la situación socioeconómica de las jefaturas de hogar en el contexto de la pandemia, que refleja lo que también ha dicho la encuesta de Empleo del INE: que la pérdida de puestos de trabajo ha afectado desproporcionadamente a las mujeres, trabajadores con bajas calificaciones y aquellos que, por la naturaleza de su empleo, no pueden realizarlo a distancia. Estos datos también han sido refrendados por la Encuesta Social Covid-19, que realiza el Ministerio de Desarrollo Social.

La subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia -quien también está a cargo de la Encuesta Casen-, indica que “la crisis sanitaria y socioeconómica que enfrentamos a raíz del Covid-19 ha golpeado con fuerza a las familias de nuestro país, especialmente a las más vulnerables, quienes se encontraban en una peor posición para enfrentar un shock como este”. La autoridad dice que los apoyos “han jugado un rol muy importante en aminorar los efectos de la crisis en los hogares, protegiendo sus ingresos y sus fuentes de empleo”, y agrega que la magnitud real de los efectos de la crisis se podrá conocer con la Casen en los próximos días.

El economista de Gemines, Alejandro Fernández, quien analizó los datos del FMI en un reciente informe, puntualiza que “los efectos de la pandemia sobre la pobreza y pérdida de ingresos de buena parte de la población han sido dramáticos y habrían sido mucho peores de no implementarse las medidas de mitigación diseñadas por el gobierno. El desahorro vinculado a los retiros de los fondos de pensiones, aunque han contribuido a mitigar los efectos de la pandemia en el corto plazo, no han hecho más que desplazarlo al futuro”.

Francisco Gallego, profesor del Instituto de Economía de la Universidad Católica y director científico de J-PAL LAC (institución que se dedica justamente a los temas de pobreza), indica que “es clave resaltar el rol de las ayudas tanto en proteger a la población de la pobreza como, y esto es bien importante, aminorar el efecto de la pandemia en la desigualdad medida por el Gini. También destacar el rol del IFE en proteger de pobreza”, a la vez que indica que los números son destacables en relación a la región.

De hecho, un paper de los economistas Isaure Delaporte (U. St. Andrews, Escocia), Julia Escobar (BID) y Werner Peña (U. of Kent), titulado “Las consecuencias distributivas del distanciamiento social en pobreza e inequidad en los ingresos del trabajo en América Latina y el Caribe”, dan cuenta de impactos en toda la región. Ahí, una de las explicaciones para la diferencia en los ingresos laborales durante la crisis tiene que ver con los sectores económicos de los empleos.

En este contexto, el estudio muestra, por ejemplo, que si bien Chile está en la parte “alta” de la lista de porcentaje de gente que puede hacer teletrabajo, sigue siendo un número muy bajo: el 12,6%. Ese dato va en línea con lo que efectivamente pasó durante buena parte de la pandemia, donde, en el momento más difícil, a mediados del año pasado, el 20% de los asalariados formales hizo alguna forma de teletrabajo, pero luego bajó a cerca del 10%, según datos del INE. Se muestra que, además de los sectores donde es posible hacer trabajo a distancia, los porcentajes de trabajadores que lo hicieron eran mucho más altos en quienes tenían altas calificaciones o educación.

En Chile “el impacto ha sido mayor sobre las mujeres, porque los sectores en que trabajan, en mayor proporción que los hombres, han sido más perjudicados por la pandemia y han permanecido y permanecen con mayores restricciones, que retardarán su vuelta a la normalidad”, cree Fernández.

El estudio de Delaporte, Escobar y Peña destaca además que han sido clave en varios países los permisos especiales para que trabajadores puedan desarrollar su labor en cuarentenas. En esa medición, Chile quedó en la mitad de la tabla de la región, con cerca del 57% de trabajadores que pudieron ejercer durante los períodos de confinamiento. En ese listado, el país donde menos personas pudieron trabajar durante las cuarentenas fue Argentina, con un 37%, país que además ha tenido las cuarentenas más largas de la región (con un 29% del tiempo en esa condición) y es uno de los más afectados en términos económicos y de los con peores resultados en salud en el mundo.

En términos de desigualdad de ingresos, el documento muestra que todos los países de la región registrarán alzas en su índice Gini, aunque gracias a los permisos de trabajo en pandemia, Chile queda cerca del promedio, con 0,8 puntos de alza, mientras que entre los más golpeados en ese indicador estarían El Salvador y Argentina.

Clase media y lo que viene

Así como se ha movido la cantidad de gente bajo la línea de pobreza, también se registraron cambios en los escalones que están sobre ella. El grupo de personas vulnerables según las mediciones internacionales (con ingresos per cápita diarios entre US$ 5 y US$ 13) que, según la Casen 2017 alcanzaba el 29,5% de la población, habría subido 10 puntos, pese a las medidas de mitigación, hasta un 39,2% de las personas. Mientras, la clase media (entre US$ 13 y US$ 70) cayó desde el 61,7% en 2017 al 53,3%.

Hacia adelante, Gallego dice que el shock negativo durará varios años. “Esto implica desafíos importantes de políticas públicas y también poner la prioridad en la recuperación de la actividad económica (...) Es clave en la recuperación del empleo femenino pensar en el tema de las escuelas y jardines. No politizando ni siendo irresponsables, sino que viendo opciones de políticas que apoyen en el cuidado”.

Por su parte, Candia agrega que con los datos de la nueva Casen “podremos tener una mirada integral respecto a los impactos socioeconómicos que están viviendo los hogares, pudiendo identificar los principales desafíos a los que nos enfrentamos en la etapa de reactivación y recuperación que debemos impulsar en los próximos meses, donde la recuperación del empleo formal juega un rol protagónico para la superación de esta emergencia”.

Es justamente el empleo el que más rezago tiene actualmente. Fernández alerta que “la evidencia indica que la actividad se está recuperando, a pesar de la pandemia, mientras que el empleo permanece estancado desde diciembre. Todo esto anticipa que los ingresos de las familias se mantendrán bajos y la situación patrimonial se deteriorará para muchas de ellas, generando un efecto negativo permanente o que, como mínimo, se mantendrá por muchos años, especialmente, si, como parece probable, la normalización de la ocupación y reducción del desempleo se demora varios años”.