La pandemia ha acelerado tendencias que ya venían asomando entre los gustos de las grandes fortunas. La más significativa, sin duda, es el avance hacia un movimiento de consumo consciente. Así se refleja en la edición de 2021 del informe Global Wealth and Lifestyle, realizado por el banco privado Julius Baer, en el que analiza, a través de una cesta de bienes de consumo y servicios, las preferencias de estilo de vida de aquellos que disfrutan de un patrimonio elevado en 25 ciudades del mundo.

Una de las principales conclusiones, además de que Shanghái releva a Hong Kong como la ciudad más cara del mundo para vivir, debido al peso del sector inmobiliario, es la evolución del movimiento de consumo consciente, que gana fuerza, a medida que con el Covid aumenta el compromiso y la conciencia de los consumidores por las compras éticas y sostenibles.

“Observamos un consumo más consciente en todas las áreas, incluida la financiera, en la que hay preferencia por las inversiones sostenibles. No solo se eligen carteras rentables, sino que tengan además un componente ético y sostenible”, afirma Almudena Benedit, responsable de gestión de carteras para Julius Baer en Iberia. Se trata de una declaración de intenciones que se está haciendo realidad sobre todo en Asia, donde los millennials que tienen acceso a bienes de lujo, afirma Benedit, prefieren vivir a experiencias a comprar un bolso de marca o a consumir fast fashion, algo que tiene en vilo al planeta al ser considerada la moda una de las industrias más contaminantes.

Esta contención en el gasto queda reflejada, según el informe, en el precio de la canasta, que refleja el estilo de vida de las personas ricas en todo el mundo, mostró un aumento de solo el 1,05%, siendo Asia la región más cara del mundo para las personas con un elevado patrimonio. Tokio y Hong Kong son la segunda y tercera ciudad más caras respectivamente, y Mumbai sigue siendo uno de los lugares donde la riqueza crece cada año, situándose en el puesto por 22. En el 15ª posición y desde la 24ª asciende Barcelona.

En este cambio de tendencia en el estilo de vida de la clase adinerada influye el gusto adoptado por los millennials o la Generación Z, todos ellos conectados por el mundo digital, que huyen del derroche y apuestan por un consumo más consciente y reducido en cuanto a adquisición de bienes y servicios. Por ejemplo, hay una clara preferencia por el auto eléctrico, en claro retroceso del vehículo tradicional, observa Benedit, así como de los productos locales. “Tienen en cuenta detalles como que un kilo de ternera contamina diez veces más que el pescado y 40 veces más que los tomates, de manera que se es más consciente de lo que se come, y se apuesta por los productos orgánicos como forma de alimentación”. El auge de los productos ecológicos se elevará, aunque, de momento, quien se puede permitir consumir este tipo de género son las rentas más altas.

Autos eléctricos

Esto también se tiene en cuenta en las compras de moda o en los viajes en avión. “La gente ya tiene en cuenta lo que cuesta y lo que contamina fabricar una camiseta de algodón. Debido a la situación del Covid, los vuelos en la clase preferente han aumentado, pero en un futuro veremos que la gente renunciará a viajar en avión por la contaminación. Se reducirá el transporte aéreo”, afirma la a portavoz de Julius Baer.

En el citado índice se analizan los productos que reflejan la realidad de los gastos de los más pudientes. Y durante esta pandemia lo que se ha observado es que el bienestar y la salud ocupan un lugar relevante en cuanto a las prioridades de aquellos con alto poder adquisitivo, y se observa una reducción en el gasto en entrenadores personales, un incremento de la compra de bicicletas y de cintas para caminar, así como de los seguros de salud y de los paquetes de tecnología.

Asimismo, se ha desplomado la compra de zapatos de mujer, debido al descenso de actos sociales y a que la mayoría de las actividades se realizan en los domicilios, con un auge en la venta de las zapatillas, así como del consumo de whisky en los hogares. Por el contrario, la venta de vino de alta gama ha caído durante estos meses, debido a que es una bebida asociada preferentemente a los restaurantes.