Los presagios más devastadores para la economía mundial que se propagaban en 2020, durante el peak de la pandemia, fueron seguidos de un potente optimismo a la luz de un rápido rebote en la actividad, que resistió los embates a punta de estímulos monetarios y fiscales desplegados a nivel planetario.
Sin embargo, la etapa postpandémica que cursamos se enfrenta desafíos de marca mayor. “Encaramos una recuperación global que aún cojea por la pandemia y su impacto. No estamos siendo capaces de caminar hacia adelante de manera apropiada. Es como caminar con piedras”, señalaba recientemente Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El organismo estaba anticipando un crecimiento global de 6% en junio pasado, pero desde entonces, ha corrido mucha agua bajo el puente. Los pronósticos de un alza inflacionario se han vuelto realidad en buena parte del globo, las cadenas de suministro siguen tensionadas, los precios de la energía se están disparando y el mercado laboral tarda en recuperarse por una cada vez más evidente falta de mano de obra.
Evaluar la profundidad de cada fenómeno es fundamental, considerando que tienen lugar en un contexto de desaceleración de la economía una economía china, desafiada por el enfriamiento del mercado inmobiliario y los problemas de Evergrande, en el marco de la apertura de un ciclo global de retiro de estímulos tanto monetarios, al que prontamente se podría sumar la Reserva Federal, como fiscales. La última estimación sitúa la expansión global en 5,9%.
La amenaza inflacionaria
Chile anotó una variación de 1,2% en la inflación de septiembre, lo que supone el registro más alto desde junio de 2008. Con este resultado, el IPC acumulado en el año llegó a 4,4% mientras que en doce meses se dispara a 5,3%, su nivel más alto desde noviembre de 2014.
Aunque entre los motores del fuerte incremento se cuentan asuntos domésticos, la fotografía no dista mucho de la que enseñan reportes de precios en otras latitudes. En términos interanuales aumentó 3% en la zona euro, el mayor salto en una década, mientras que Estados Unidos lo hizo en 5,4%, su nivel más alto en 13 años.
“Es probable que la inflación permanezca mucho más tiempo de lo que la Fed está dispuesta a admitir o tal vez incluso planear”, sostiene Joel Naroff, socio de Naroff Economics, una de las consultoras estadounidenses destacadas por Bloomberg por su asertividad en las proyecciones.
“Si las altas tasas de inflación se mantienen durante la mayor parte de 2022, podrían integrarse en las expectativas de inflación y eso conduciría a tasas más altas de las que el mercado está fijando en toda la curva”, advierte el experto.
De acuerdo al análisis de los economistas del FMI, Francesca Caselli y Prachi Mishra, “las simulaciones de varios escenarios de riesgo extremo, indican que los precios podrían subir considerablemente más rápido debido a las continuas alteraciones de la cadena de suministro, las grandes fluctuaciones de precios de las materias primas y un desanclaje de las expectativas”.
Si bien, siguen apostando porque el alza en los precios será transitorio y las presiones debieran aliviarse en 2022, advierten que “la inflación será mayor en los mercados emergentes, donde llegará al 6,8%”. Esto en promedio en los últimos meses del año, número que se acotaría a 3,6%.
En el caso de América Latina, Bank of America (BofA) está estimando un alza de 6,4% de la inflación. En Chile el peak tendría lugar en noviembre, con un salto de 5,4%. “Los bienes transables explican la mayor parte de la inflación observada en todos los ámbitos. Los precios de los alimentos y la energía son los principales impulsores de las interrupciones de la cadena de suministro y la acomodación monetaria mundial”, sostiene la entidad.
Desorden en las cadenas de suministro
“Cuarenta millas de barcos que esperan en alta mar para descargar en California dan cuenta del desorden actual de las cadenas de suministro”, indica Naroff, en referencia a uno de los fenómenos responsables de la inflación, que además refuerza la escasez de productos necesarios tanto para retomar el ritmo de producción prepandémico, como para abastecer de vacunas al globo.
Esteban Polidura, director de Asesoría y Productos para las Américas de Julius Baer, comparte las preocupaciones. “El repunte tan marcado de la economía global después de la pandemia ha llevado a las diferentes cadenas de logística y suministro a una situación atípica”, señala consultado por Pulso.
Aunque el analista del banco suizo considera que la situación podría tender a una estabilización por la misma desaceleración económica mundial y por los cierres más acotados que ha generado la variante delta del coronavirus, los protagonistas de la circulación de bines a nivel mundial advierten sobre los riesgos de un panorama más oscuro.
“Estamos siendo testigos de interrupciones sin precedentes y retrasos y escaseces mundiales de productos esenciales, incluidos productos electrónicos, alimentos, combustible y suministros médicos. La demanda de los consumidores está aumentando y las demoras parecen empeorar antes de Navidad y continuar hasta 2022″, indicaron en una carta abierta la Organización Mundial del Transporte por Carretera (IRU), la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), la Cámara Naviera Internacional (ICS),y la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF).
En la misiva del 30 de septiembre, dirigida a líderes mundiales y Naciones Unidas, los gremios llaman a “poner fin a las reglas y restricciones de viaje fragmentadas que han afectado gravemente a la cadena de suministro global y han puesto en riesgo la salud y el bienestar de nuestra fuerza laboral de transporte internacional”.
Escasez energética
El petróleo WTI ha subido 71,58% en lo transcurrido del año, de manera que superó en octubre la barrera psicológica de los US$ 80 el barril, figurando actualmente en US$ 83,25 en su mayor nivel desde 2014, mientras que el brent ha avanzado 63% y ya figura en US$84,38. En tanto, los futuros del gas natural (al 21 de noviembre) llegan a US$ 6.202 el millón de unidades térmicas británicas (MM Btu), un incremento de 121% en lo que va del año, y la tonelada de carbón figura en US$ 234 una escalada de 239% en el mismo periodo.
De esta manera, el sector energético, que quedó rezagado de la recuperación que experimentaron los metales en la segunda mitad de 2020, recuperó terreno en 2021, aunque reflejando algo más preocupante que un rebote postpandémico.
“Los precios de la energía continúan subiendo a nuevos récords a medida que los temores renovados avivan el pánico por la peor escasez en décadas”, señala la agencia de noticias financieras Seeking Alpha. “La oferta simplemente no está ahí, ya que las economías se recuperan de una pausa inducida por la pandemia, mientras que problemas como los atascos logísticos y los cuellos de botella en el transporte aumentan la presión”.
En ese marco, las alarmas se van encendiendo país a país. “India señaló (el miércoles) que solo le quedan cuatro días de reservas de carbón, las centrales eléctricas alemanas se están quedando sin combustible y China acaba de descargar un envío australiano a pesar de la prohibición de importación y las relaciones frías”, enumeran en el artículo.
De acuerdo a Capital Economics, uno de los más golpeados es el Reino Unido, donde el alza del gas natural ha provocado la quiebra de tres proveedores de energía en las últimas semanas. “Mientras tanto, aunque la crisis del combustible proporcionará un impulso temporal a las ventas de combustible, es probable que la escasez de gasolina y diésel en los surtidores reduzca el consumo no relacionado con el combustible y pese sobre la actividad económica”. En tanto, con un estimado alza de la gasolina por encima de $1.000 el litro, Chile no queda ajeno al fenómeno.
Después de todo, el alza de los hidrocarburos, en el marco de una extendida escasez, “se suma a la inflación y al crecimiento más lento en todo el mundo”, según consigna Naroff, crítica situación frente a la cual la OPEP+ no está dispuesta a salir al rescate.
En su más reciente reunión a principios de octubre, el cartel petrolero hizo caso omiso a las alarma que se encienden a nivel planetario y apenas extendió su compromiso de aumentar gradualmente su producción en 400.000 barriles adicionales por mes, determinación que no más que apuntalar la tendencia al alza del crudo. Esto se cruza con la debilidad de la producción estadounidense, que ha sido un 6,7% más baja que el año pasado, de acuerdo a la Administración de Información Energética del país.
Estrechez del mercado laboral
Aunque no ha generado el mismo ruido que la falta de algunos bienes, como chip o semiconductores, mucho menos los temores que se señalaban en torno a la energía, lo cierto es que las dificultades para llenar puestos de trabajo es una realidad en muchos países
“Con la abundancia de escasez de mano de obra, se necesitarán muchos meses para resolver los problemas actuales de las cadenas de suministro” indica, por ejemplo, Joel Naroff. En tanto, Polidura sostiene que “la normalización del mercado laboral sigue siendo un tema importante, sobre todo en Estados Unidos”.
Al respecto, el centro de estudios The Conference Board, publicó recientemente un análisis detallado del fenómeno. Según a una encuesta que condujeron en EE. UU., el 85% de las compañías en “industrias mayoritariamente de cuello azúl” reportaron dificultades para reclutar. El porcentaje baja a 64% para las “industrias mayoritariamente de cuello blanco”.
Esto obedecería a la mezcla de varias tendencias, como el freno del crecimiento de la población en edad de trabajar por el retiro de la generación baby boomer; menos porcentaje de la población sin grado de educación superior y menos jóvenes entre 16 y 24 años entrando al mercado laboral, entre otras.
La recuperación de la fuerza de trabajo ha estado decepcionando en los últimos años; los hombres jóvenes sin grado universitario tienen menos probabilidades de ingresar a la fuerza laboral, dado que son principalmente solteros y viven en la casa de sus padres sin la necesidad de recibir ingresos; y finalmente, hay una gran caída en la fuerza laboral de las personas entre 16 y 24 años. Persisten en una educación superior durante este periodo.
De esta manera, advierten que “los líderes actualmente están mucho más enfocados en el riesgo del desempleo tecnológico masivo en un futuro distante más que en la escasez de mano de obra existente. Si no se chequea las concepciones actuales podrían conducir fácilmente a una de las peores escaseces de mano de obra de los últimos 50 años”.
En el Reino Unido se advierte un dilema similar, con muchas empresas británicas señalando que les resulta difícil atraer trabajadores británicos, particularmente en ciertos sectores donde carecen de las habilidades adecuadas, exigen salarios más altos y no están dispuestos a aceptar condiciones de trabajo más duras, en granjas o mataderos, por ejemplo.