En el único lugar donde no hay libros en la oficina del director del Centro de Estudios Públicos (CEP), Leonidas Montes, en la casona de Monseñor Sótero Sanz, es sobre los sofás de cuero negro. De hecho, están por todos lados y el más próximo que uno puede tomar es 23 Things They Don't Tell You About Capitalism, que catapultó globalmente al economista y académico coreano Ha-Joon Chang, para quien el capitalismo neoliberal está en crisis y que visitará el país en agosto, precisamente invitado por el centro de estudios. "Todos los fenómenos económicos y sociales han cambiado la forma de ver el mundo y si, en el fondo, el objetivo de un think tank es influir, es mucho más difícil hacerlo hoy en día a como era en el siglo XX, sin duda", dice Montes.
Hace poco, The Economist se preguntaba si los centros de estudios pueden sobrevivir a un mundo de post-verdades, a propósito de los casi centenarios Chatham House en Londres y el Council on Foreign Relations en Nueva York. El artículo recordaba que si bien la "thinktocracia" no contribuyó a fenómenos como el Brexit o la llegada a la presidencia de Donald Trump, tampoco había logrado anticiparlos a tiempo. Así, los animaba a reformarse para no terminar, como otras ideas que nacieron en el Modernismo, siendo más respetados por su importancia histórica que por su peso contemporáneo.
"La situación de los think tanks en Chile es bastante buena. Enfrentamos desafíos y frentes distintos, pero Chile se caracteriza a nivel latinoamericano por tener instituciones bastante sólidas, que no es común en otros países de la región", señala Montes, pero admite que los centros de estudios transitan por un proceso evolutivo. De partida, el CEP está en campaña para ponerse al día en lo digital: seminarios vía streaming, cuenta en Instagram y actividades en Twitter, donde por cierto también difunde sus reconocidas encuestas.
El CEP, que se define como liberal y que en 2020 cumple 40 años, se financia principalmente a través de la contribución de personas jurídicas que el año pasado aportaron unos US$ 3 millones, una cifra similar a la del Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), que tiene tres décadas de vida, y que enarbola la bandera de la libertad económica, política y social.
Es justamente LyD el centro de estudios que lidera -entre los chilenos- el último ranking anual de los Top Think Tanks en el mundo, informe que es parte del Global Go To Think Tank Index Report de la Universidad de Pennsylvania y que lo puso en el lugar 67 del listado que encabeza The Brookings Institution. El estudio, que considera 177 instituciones, sitúa a continuación al CEP, en el puesto 95.
"La tesis que plantea Moisés Naim en su libro El Fin del Poder también nos involucra a los centros de estudios, que se supone tenemos autoridad técnica, porque desde ese punto de vista se cuestiona la autoridad, por un lado, y por otro, está este famoso tema de las fake news. Ese ambiente global te obliga a ser más riguroso y a ser cuidadoso", señala Luis Larraín, director ejecutivo de LyD. "Ahora, no basta con decir que esto viene de un centro de estudios: tienes que empezar a investigar qué es ese centro de estudios y ver qué ha hecho antes", agrega.
LyD se financia con los aportes de unas 500 personas naturales y casi 200 empresas. El dinero que viene de las compañías, por cierto, tiene mayor peso dentro de la torta de ingresos. Larraín asegura que no existe un vínculo especial entre LyD y la UDI, aunque reconoce la influencia que este centro de estudios ejerce en el apoyo a parlamentarios de Chile Vamos. "Tenemos que ver con la UDI en el trabajo legislativo, pero tal como tenemos que ver con Renovación Nacional y con Evopoli", explica. No se cobra por esas asesorías que forman parte del trabajo de los investigadores del instituto, por donde pasaron 10 profesionales que actualmente se desempeñan en distintos cargos en el gobierno, incluyendo a la exministra de Energía, Susana Jiménez, y a la subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia.
"En la medida en que la centroderecha ha accedido al poder a través del gobierno, hay una línea de preparación de las personas para las políticas públicas, porque el lugar donde más probablemente se puede aprender de políticas públicas es en el gobierno", afirma Larraín. LyD es activo en redes sociales y está moviendo su buque desde la comunicación escrita hacia la audiovisual. "Hemos estado bastante atentos a lo que ocurre", afirma Larraín.
Es justamente en el ámbito de las políticas públicas, en un horizonte de mediano y largo plazo, donde se ha centrado el trabajo, investigación y publicaciones de los centros de estudios más tradicionales, incluyendo al más antiguo, la Corporación de Estudios para Latinoamérica (Cieplan), que nació en 1976, y por donde pasaron cuatro ministros de Hacienda. Hoy, las dos principales fuentes de financiamiento de Cieplan son el Banco de Desarrollo de América Latina (ex CAF, Corporación Andina de Fomento) y el Programa Cieplan-Universidad de Talca, por el que investigadores del centro de estudios hacen clases en esa institución.
"Con la irrupción de las redes sociales se ha instalado muchas veces un debate de coyuntura. Esto se presenta como una situación compleja para los centros de estudios, ya que la esencia de su quehacer es justamente aportar una mirada crítica, profunda y estratégica en temas de políticas públicas", sostiene Jorge Olave, gerente de Administración y Finanzas de Cieplan.
Entre investigadores y personal administrativo en LyD trabajan unas 40 personas en la remodelada sede de Alcántara y Presidente Errázuriz, en el CEP 30 y en Cieplan, que se ubica en el edificio de la Flacso a un costado de la Cepal, 13.
De la órbita de lo que fue la Concertación también existe la Fundación Chile 21, que surgió en 1992 y que estuvo encabezada hasta el 2000 por el expresidente Ricardo Lagos Escobar. Chile 21 ocupa una casa en la tranquila calle Las Abejas, en la comuna de La Reina.
"Una de las vinculaciones que tenemos permanente es con otros centros de pensamiento, como Libertad y Desarrollo o el CEP. La relación que tenemos con otros centros de pensamiento de otras veredas políticas o de otras ideologías es bastante buena, porque entendemos que, a pesar de que estemos en contraposición de opiniones, es la única forma de articular la necesidad de que se debatan ciertos temas", dice Eduardo Vergara, director ejecutivo de Fundación Chile 21.
"Creo que la principal amenaza para los centros de pensamientos y las fundaciones que están preocupados del país, no solamente en el día a día sino que en el mediano y largo plazo, es cómo contribuimos a que las nuevas generaciones de ciudadanos sean ciudadanos activos. Cuando hoy en día existen canales de comunicación directa, eso se transforma en un desafío tremendo en el momento de poner temas en la agenda. Para nosotros, lo que se ha denominado como una crisis de la política, es una oportunidad para poner temas en la agenda", añade.
Fundación Chile 21 busca articular a las fuerzas del progresismo y la centroizquierda en torno a temas como seguridad y cambio climático, pero no recibe financiamiento de ningún partido de la ex Nueva Mayoría. Eso sí, mantiene contacto con las fundaciones Igualdad, ligada al Partido Socialista, y la Fundación por la Democracia, del PPD.
Libertad y trabajo
Con orientaciones muy distintas, pero que vieron la luz ya con el despliegue digital, son lás más recientes Fundación Para el Progreso (FPP), liberal, y la Fundación Sol, que se ha hecho conocida en materias laborales.
"Tenemos un foco en los jóvenes, esa es nuestra prioridad y en distintos formatos llegamos a ellos, desde las cosas más clásicas como publicaciones de libros, artículos, prensa, hasta cuestiones más innovadoras como los videos virales de Youtube y productos que desarrollamos en nuestros cursos interactivos, entre otros. Así que ese es el foco al cual nosotros estamos abocados, más que a generar investigación de políticas públicas", dice Axel Kaiser, director ejecutivo de FPP, que además de su sede en un edificio en la calle La Concepción en Providencia, también tiene equipos en Valparaíso, Concepción y, próximamente, Valdivia. FPP, en la que se desempeñan unas 30 personas, obtiene su financiamiento de un grupo de más de 50 donantes, donde destaca el empresario Nicolás Ibáñez.
"En nuestras redes sociales no nos enfocamos mucho en la discusión contingente. Lo que hacemos es difusión de contenidos que esperamos formen las bases para que aquellos que los consumen piensen de manera fundada, crítica, con afinidad por las ideas de la libertad. No nos metemos demasiado en el tema contingente que es donde proliferan las fake news. Sí hemos sido objeto nosotros de fake news", dice Kaiser por teléfono desde Madrid.
Un equipo joven y donde no existe una estructura jerárquica es el de la Fundación Sol, que tiene su oficina en la calle Miraflores, en el centro de Santiago. Su diseño es el de una cooperativa de 10 investigadores, con algunos integrantes que mantienen congelado su trabajo mientras siguen estudios en el extranjero. Este think tank no depende financieramente de ningún grupo económico, empresas o partidos políticos. El 25% de su financiamiento viene de microdonaciones ciudadanas -de hasta $100 mil-; un 15% de espacios de formación sindical; un 30% en asesorías de estrategia de negociaciones colectivas, y el otro 30% de investigaciones.
"No es fácil la sustentabilidad para una organización con las características como la Fundación Sol, pero pensamos que para nosotros ojalá que la mitad de nuestro financiamiento pudiera provenir de microdonaciones ciudadanas. Esa es una meta que tenemos para el mediano plazo", explica Marko Kremerman, investigador en Fundación Sol en temas de desigualdad, salarios, seguridad social y educación.
"Hemos utilizado redes sociales para ir aportando en el debate de ideas y buscamos su uso más bien con fines pedagógicos. Tenemos seguidores porque les interesa nuestro trabajo en general, lo que nos permite generar harta influencia y tráfico en las cosas que vamos publicando, y eso provoca que nos llamen de distintos lugares y que generen interés. Algo tan sencillo como el debate sobre que es más importante analizar la mediana que el promedio, es un ejemplo. Nuestra apuesta no es cuantitativa. Obviamente, nos interesa que más personas nos conozcan y vean nuestros estudios, pero es cualitativa, es decir, que el uso de las redes sociales sea con contenido y genere debate, discusión y repercusiones", sostiene Kremerman.
Por cierto, LyD, CEP, Cieplan y Chile 21 están desplegando distintas estrategias para seguir creciendo en las plataformas digitales y redes como WhatsApp.
"Como en cualquier proceso evolutivo creo que nos estamos adaptando de buena forma. Las ideas siempre van a ser un tema. Hoy día se ha producido un fenómeno de tal cantidad de información que hay que condensarla y hay que invitar a la gente a que profundice sobre esos temas, y en eso creo que estamos bien encaminados", concluye Montes, del CEP.