Los Vecchiola son conocidos en Atacama. Pero más aún en Chañaral. De allí es el actor de teleseries, que integra el clan, pero también allí es donde esta familia ha construido lo que es hoy una de las mayores empresas de la región, especialista en contratos de servicios para la minería: Vecchiola S.A. Y, la semana pasada, se dieron a conocer un poco más, al cerrar uno de los mejores negocios de su historia ya centenaria. Y casi sin moverse de su escritorio.
Nunca produjeron un gramo de litio, pero gracias a la fiebre por el llamado oro blanco, la familia vendió en US$95 millones a la francesa Eramet unas hoy apetecidas pertenencias mineras que integran el llamado Proyecto Siete Salares, las que estaban en manos de la firma Salares de Atacama Sociedad Contractual Minera (SCM), que los Vecchiola compartían en partes iguales con el consorcio Talison (formado a su vez por la china Tianqi, con el 51%, y la estadounidense Albemarle, un 49%).
Al litio llegaron casi de rebote. En 2008, el abogado y exseremi de Minería Alejandro Moreno convenció a los hermanos Guido, Rinaldo y Edgar Vecchiola Trabucco de asociarse para constituir pertenencias mineras sobre estos salares, que eran ricos en litio, un mineral no metálico ya apreciado, pero no tanto como hoy, y entre cuyos subproductos salía bichofita, que ellos usaban en la construcción de caminos para las faenas mineras. En 2009, crearon la Sociedad Contractual Minera San Antonio (SCM), integrada por los tres hermanos Vecchiola (22,5% cada uno) junto a Moreno (otro 22,5%) y al expresidente de Codelco Juan Villarzú, asesor de la familia (el restante 10%), para administrar 142 concesiones de exploración minera repartidas en los salares de Agua Amarga, La Isla, Las Parinas, Grande, Aguilar, parte de Piedra Parada y 104 hectáreas al noreste del salar de Maricunga. A fines de ese año, vendieron la mitad del proyecto a la compañía canadiense de productos tecnológicos médicos P2P Health Systems, que comprometió una inversión para desarrollarlo. Pero en menos de un año, la canadiense le vendió su parte a Talison.
Nunca instalaron operaciones, pero siguieron pagando patentes todos los años.
Es que los Vecchiola siempre tuvieron la esperanza de tener su propia mina. Tanto tiempo en un desierto lleno de mineral y trabajando en el rubro, decían que explotar su propio yacimiento era “como el sueño de la casa propia”, según un cercano.
Por eso lo intentaron con el cobre. En 2013, compraron en US$25 millones a la brasileña Vale la mina mediana Tres Valles, ubicada en Salamanca, Región de Coquimbo. Pero no les fue tan bien como creían. En 2017, vendieron el 70% de ella a la canadiense Sprott Resource en US$40 millones. A fines del año pasado, la mina quebró.
Partieron con una bomba
El camino empresarial de los Vecchiola no empezó en la minería. El patriarca familiar, Augusto Vecchiola, partió en el sencillo puerto de Chañaral, en 1939, como concesionario de una bomba de combustibles Copec, la única de la ciudad. Fue tal el éxito que ya al año siguiente estaba incursionando en otros rubros como transportes, obras viales y servicios a la minería.
El negocio lo continuó su hijo Guido Vecchiola Cabrera, pero no fue hasta 1976 que sus herederos Guido, Rinaldo y Edgar fundaran oficialmente la empresa Vecchiola S.A., orientada al arriendo de maquinaria para la minería y a las obras viales. Siete años después, ingresaron a nuevos negocios, como el transporte de cargas complejas, la agricultura y hasta la acuicultura.
Los años 90 y 2000 fueron de crecimiento exponencial para la compañía, que pasó a ser la más grande en servicios a la minería de Atacama. Siempre comandada por los tres hermanos. Si incluso en 1995, pudieron “internacionalizarse” al instalarse en Argentina, donde siguen operando hasta hoy. En la década siguiente sumaron Perú. Recién, eso sí, en 2005 reorganizaron la compañía para darle un carácter más profesional y menos familiar, nombrando a un gerente general y a directores externos en una mesa integrada también por representantes de las tres familias.
Pero el fuerte crecimiento y el asomo de la tercera generación a puestos de mayor responsabilidad fue provocando cierta lejanía empresarial entre la familia Vecchiola Arellano, encabezada por Guido; Vecchiola Figueroa, de Rinaldo; y Vecchiola Morales, de Edgar. Las otras dos hermanas Vecchiola Trabuco, Myriam y Orietta, no participaron del negocio, aunque la primera fue la única política de la familia y quizás la más conocida en la región, pues fue alcaldesa de Chañaral en tres períodos (1987-90, 1990-92 y 1994 al 2000), como independiente de derecha. Falleció en 2020.
Es que, siguiendo la tradición, han sido los hombres de la familia los más directamente asociados a la compañía.
Guido Vecchiola Arellano, el actor de teleseries de 50 años que tomó el nombre de su padre y de su abuelo, hoy es director de Vecchiola S.A. Su hermano Gino es el gerente contralor de la compañía. La tercera hermana, Rossana, no aparece integrando la empresa.
Los Vecchiola Figueroa tuvieron dos hijas: Verónica y María Isabel. Eduardo Matta, esposo de Verónica, forma parte del directorio.
Los Vecchiola Morales son cinco hermanos: Enzo, Edgar, Angelo, Gianfranco y Giorgio. Enzo integra la mesa directiva.
En 2021, tras dos años de negociaciones, el grupo estableció un acuerdo marco de reorganización para dividir el patrimonio familiar de $45 mil millones (unos US$60 millones en ese entonces). En el proceso, las partes acordaron que cada rama familiar se asignara activos por un valor equivalente, conforme a las tasaciones de Colliers y Asset Chile S.A. Un patrimonio familiar que ahora se agranda en unos US$32 millones, que recibirán por el negocio con Eramet.
El 21 de agosto de 2021, a sólo ocho meses de concretar la división patrimonial de la familia, Rinaldo fue el primero en fallecer de los tres hermanos que hicieron de la compañía lo que es hoy.