Aunque no estaba en su agenda oficial, ayer el presidente argentino Mauricio Macri aprovechó su visita a Nueva York para reunirse con la cúpula del FMI. Era una oportunidad que no podía dejar pasar en medio de la larga espera del país por el tercer desembolso de su crédito stand-by con la institución, por US$5.400 millones de dólares.
La determinación del organismo liderado interinamente por David Lipton, quien estuvo en el encuentro con Macri, ha resultado más compleja en relación a las dos oportunidades anteriores. Mientras los otros dos giros fueron facilitados a días de que las respectivas misiones del Fondo dejaran Buenos Aires, ahora la espera por la respuesta data desde fines de agosto.
"Argentina cumplió con todos los compromisos en materia monetaria y fiscal, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, eso quedó claro en la reunión", dijo Hernán Lacunza, el ministro de Hacienda argentino, quien estuvo en la reunión, junto con el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, y el economista jefe para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner.
Ellos tres junto a Lipton se reunirán en Washington en la jornada de hoy, marco en el que abordarán algunos de los temas que estarían frenando el desembolso de la institución.
Reparos en el Fondo
Pese a que lo planteado por Macri al FMI lo respalda con cifras como la del déficit fiscal-que cerrará en 0,5% este año en línea con lo estimado por el organismo-, es innegable que el escenario del país mutó a mediados del mes pasado, lo que no pasó inadvertido en el directorio del FMI, donde se decide el desembolso.
La arrolladora victoria del opositor y crítico del Fondo, Alberto Fernández, llevó a una nueva corrida cambiara, a lo que se respondió no solo con la reintroducción de controles de capitales, sino con la invitación a una renegociación "voluntaria" de los plazos para el pago de la deuda que tiene Argentina con distintos acreedores, incluido el organismo multilateral.
Con esos antecedentes, se instaló un fuerte debate en el seno del FMI, con Alemania, Francia y España respaldando el nuevo giro, mientras que los países nórdicos, el Reino Unido y Japón lo cuestionan. De acuerdo con el medio transandino Ámbito, este último grupo no ve con buenos ojos el intento de aplazamiento del pago de la deuda, considerándolo un mal ejemplo para otras naciones que tienen línea de crédito con la institución.
"Si se frena el desembolso puede interpretarse como que la relación con el FMI está quebrada", señala Alejandro Rodríguez, economista de la Universidad de Chicago. "Se podría generar una crisis de confianza que puede disparar todo tipo de miedos, en una sociedad que ya se encuentra al borde de un ataque de nervios", agregó.