Ayer la agencia de calificación soberana, S&P Global, decidió rebajar la nota de Chile de “A” a “A+” y hoy el analista que encabezó el informe, Manuel Orozco, explica los detalles detrás de esa determinación, destacando como elemento central las presiones de gastos, con un desempleo que no cederá muy rápido y con demandas sociales persistentes.

En un escenario optimista, Orozco comenta que están considerando la posibilidad de que un crecimiento más acelerado del crecimiento, gracias en gran parte a un alza sostenido del precio del cobre, podría conducir a que Chile recupere el terreno perdido en su calificación.

Los pares que Chile deja atrás no tienen niveles de deuda particularmente inferiores. ¿Por qué la rebaja aplica para Chile?

-La calificación es una construcción de diferentes factores. Hay una tabla de perspectivas y de información macro y de cómo se construye la calificación. Se considera la fortaleza institucional de Chile, un perfil económico que se compara bien con la región, pero que es todavía débil versus economías desarrolladas, así como se tiene un perfil externo que es comparativamente más débil. Tiene una fortaleza monetaria muy importante, pero aún así más débil que otros bancos centrales que tienen monedas de reserva o más atractivas.

Lo que está cambiando es que Chile todavía tiene un perfil fiscal solido, pero ha visto una menor flexibilidad en el tiempo, con una acumulación gradual de deuda de 0% a 30% en 10 años.

¿Qué elementos se confabularon para fundamentar la rebaja en la calificación?

-Luego del superciclo de los commodities, estábamos viendo un crecimiento de la deuda, que venía reflejando las presiones de gasto. Observamos cómo los ingresos van alcanzando a los gastos y cómo la deuda va financiando ahí. Entonces, al empezar la pandemia ya venías con un perfil de deuda muy bajo, pero con grado de flexibilidad un poco menor.

Obviamente se advierte un gran salto de deuda, como consecuencia de la combinación de crisis social y pandemia. Pasas de 15% a 22% en nuestra métrica de deuda general, en términos netos.

Gracias a la rápida vacunación de Chile se espera que se contenga la pandemia, pero habrá efectos en desempleo que se consolidan más lento que el crecimiento y con eso mantendrá una necesidad de gasto relacionada al Covid-19 durante un par de años, a lo que se suma el gasto social.

Considerando todo eso, en nuestra opinión es probable que el déficit de Chile se mantenga moderadamente alto y que seguiremos viendo un incremento de deuda en los próximos años, para estabilizarse definitivamente en un nivel más alto en relación a cómo estaba en la prepandemia y hace 10 años. La consecuencia es un perfil de flexibilidad fiscal moderadamente más débil.

¿Qué tanto pesa el proceso constituyente en esas perspectivas de mayores gastos?

-El proceso constituyente en sí es reflejo de una demanda social. Entonces, más que el proceso constituyente es la demanda social la que está asociada a más gastos. La demanda de mejor educación, de cobertura de salud, mejores pensiones y otros temas. Todo eso se logra con mayor gasto.

En torno al cambio constitucional, en realidad lo que creemos es que pilares distintivos del modelo chileno se mantendrían durante y después del proceso constituyente. Seguimos esperando que la política fiscal sea basada en reglas y que esas reglas estén demandando mayores ingresos.

Lo anterior, porque se va a tener que cubrir con mayores gastos estructurales, que se tienen que financiar con ingresos estructurales y el cobre es un componente que va a estar ahí, pero el precio puede subir y bajar por aspectos que Chile no controla.

¿Entonces no incluyen en su análisis las perspectivas de un sostenido aumento en el precio del cobre, que es a lo que apunta el mercado?

-Nosotros hemos mejorado nuestras perspectivas del precio del cobre. Nuestras perspectivas han evolucionado con las tendencias del mercado y con este proceso de descarbonización.

De hecho, ya estamos incorporando un incremento sostenido en el tiempo del cobre, el cual pudiera beneficiar a Chile. Así, nuestro escenario positivo, lo que pudiera llevar a un alza de la calificación de Chile, es que haya un crecimiento más acelerado de lo que estábamos viendo en el mediano y largo plazo, que lleve a una consolidación más rápida de las cuentas fiscales y a una mejora en el perfil externo de Chile. Sí lo incorporamos como una posibilidad.

¿Más allá de los gastos, la incertidumbre política por el proceso constitucional y la elecciones presidencial juegan un rol en la rebaja?

-Sí hay, comparativamente hablando, algo de mayor incertidumbre política, pero lo que valoramos es la fortaleza institucional. Vemos que el gobierno ha logrado implementar una política contracíclica y que la autoridad monetaria ha dado una respuesta monetaria bien importante, al igual que el regulador bancario. Todo esto se ha hecho en un sistema basado en reglas, que es predecible. Eso es lo que valoramos más.