Manuel Vidal, dueño de Las Lanzas: “La cortina está próxima a bajarse”
El empresario que opera el icónico restaurante de la Plaza Ñuñoa tenía 22 empleados y hoy solo conserva a seis. Vendía $ 70 millones al mes y hoy solo $ 1 millón. Fundado en 1964, Vidal tiene un último recurso: vender una propiedad para mantener a flote el local.
Más de cuarenta años de historia están a punto de llegar a su fin. El emblemático restaurant Las Lanzas, ubicado en Plaza Ñuñoa, está en una situación financiera muy compleja, la más compleja desde su fundación. A raíz del estallido social y luego con la pandemia sus ingresos se desplomaron y debió reducir su personal. Si antes del 18 de octubre las ventas mensuales llegaban a los $70 millones, hoy solo factura $1 millón al mes, muy lejos de esa época en que los restaurantes estaban llenos, no había distancia social y nadie llevaba puesta una mascarilla.
“Las Lanzas está virtualmente quebrada desde septiembre de 2020 y lo que hemos podido resolver hasta ahora ha sido gracias a los ahorros personales que yo tenía, a liquidar bienes personales, a que he hecho los tres retiros de AFP que me permitieron usarlos para financiar el funcionamiento de Las lanzas. No me compré plasma, ni autos; eso se fue en gastos del negocio y es la única ayuda que he tenido. Hasta ahora estamos vivos, chapoteando como Jack en el Titanic, pero gracias a los ahorros personales que tenía”, dice Manuel Vidal, el dueño de Las Lanzas.
El empresario gastronómico cuenta que su situación económica se había debilitado por los problemas de salud de sus padres, cuya atención en una clínica le costó más de $ 40 millones que debió solventar con créditos. Aquello coincidió con el estallido social “Estábamos ya, perdonando la expresión, con los pantalones abajo y la pandemia nos empujó hacia adelante”, dice.
Hoy a sus casi 52 años, Manolo, como le dicen sus cercanos y amigos, depende de la venta de un inmueble para mantener en pie un restaurante histórico de la capital, uno de las más antiguos de la conocida Plaza Ñuñoa. “La cortina está próxima a bajarse. Estoy vendiendo una propiedad que era de mis padres para poder, con ese monto, seguir viviendo, manteniendo Las Lanzas con la cortina abierta. Si de aquí a un mes no logro vender esa propiedad, probablemente tenga que bajar las cortinas para siempre. Así de claro, así de complicado”, señala.
Visiblemente afectado, triste y abrumado por una situación que califica como terminal, grafica así su desazón. “Que Las Lanzas se cierre va a ser volver a enterrar a mi padre, volver a enterrar a mi madre. Esta era nuestra casa, era nuestra historia, llevamos más de 40 años acá, en cada trozo del negocio hay un pedazo de ellos, un pedazo de clientes que se transformaron en amigos, incluso en familia. Es como que se te muera un familiar”, dice con congoja.
Las Lanzas fue inaugurada en 1964 por un primo de su padre y ocho años después, en 1972, fue vendida a un tercero. El y su familia se fueron a España y cuando volvieron, compraron la marca y la operación en 1981. Solo en arriendo del inmueble donde opera el restaurante, Manuel Vidal adeuda unos $ 30 millones, la mitad de sus deudas totales. “Jamás habíamos pasado por esto y la gravedad y la forma en que te golpea es tan fuerte que de verdad doy gracias que mis padres estén muertos para que no lo hayan vivido, porque lo habrían sufrido mucho más”, se lamenta.
Antes de la crisis, el restaurante ñuñoíno tenía 22 trabajadores. Cinco de ellos renunciaron cuando las condiciones cambiaron por la pandemia y otros 11 se acogieron a la Ley de Protección del Empleo. A 15 meses del inicio de la pandemia, y obligados a funcionar solo con delivery, hoy Las Lanzas solo tiene 6 personas trabajando. “Las Lanzas es una familia chica, y como familia chica uno ayuda sin esperar que llegue de vuelta, por eso que no hay Las Lanzas 2, Las Lanzas 3, por eso no hay sucursales, porque Las Lanzas es una familia y una familia que no tiene amantes”, dice. “La muerte de empresas como las nuestras implica dejar cesantes a gente que trabaja en lo que puede, que se saca la cresta todos los días para levantar a sus familias”.
El reparto a domicilio, además, no basta. “El delivery nos ayuda a pagar las cuentas de algunos proveedores, pero no nos ayuda a sobrevivir para nada”.
“Con nuestras propias uñas”
Hace poco tiempo fue aprobado en el Congreso el bono de alivio para las Pymes y otras ayudas estatales y en 2020 se dispuso de créditos Fogape para ayudar a pequeñas y medianas empresas agobiadas por la pandemia. Según Manuel Vidal, estas ayudas no han servido de mucho en su caso.
“Lo único que uno quiere es que dejen de acogotar con embargos, cierres, con cobranzas judiciales, dennos un espacio para respirar, una ayuda, ni siquiera pedimos un perdonazo, pedimos poder repactar deudas con el Estado, con Impuestos Internos, con la Tesorería, para poder negociarlas sin intereses, para pagarles desde el momento en que uno comienza a trabajar con normalidad”, señala el dueño de Las Lanzas.
El jueves, en su twiter de Las Lanzas, Vidal publicó una carta en la que el banco del que es cliente le comunicaba, el 11 de junio, el cierre de sus productos. En la cuenta del restaurante escribió con ironía: “Muchas gracias a la banca privada por el apoyo y comprensión con las empresas en apuros por pandemia. Gracias al gobierno de Chile por entregarnos ayuda a través de estas entidades”.
Vidal ahonda así en su crítica y su reclamo. “La situación es dramática, es terminal, en muchísimos casos (...) Las ayudas mentirosas que ha dado el gobierno han sido, como alguna vez dije por ahí, caramelitos con veneno: si uno los muerde terminas muerto igual y más rápido”, señala. “Espero que la sociedad se dé cuenta de que estamos sobreviviendo con nuestras propias uñas, que no crean cuando salen del gobierno con bombos y platillos, no me interesa joder al gobierno, la idea es que la gente conozca la verdad, y que a nosotros no nos ha ayudado nadie. Gracias a nuestros clientes que nos hemos mantenido, no es gracias al Estado, no es gracias al gobierno”, concluye.
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