A principios de diciembre próximo Mario Marcel -61 años, sensibilidad PS- completa su período de cinco años como presidente del Banco Central (BC) y ya tomó una decisión: se quedará como consejero, cargo en el que le restarán casi otros cuatro años, compartiendo en el consejo con el nuevo mandamás de la instittución que debe nombrar Sebastián Piñera. Es una figura que no se ha dado antes, pero así está establecido en la institucionalidad del ente rector y Marcel la defiende. Como también defiende el Informe de Política Monetaria (IPoM) que entregaron esta semana y que elevó hasta 7% la estimación de crecimiento del PIB para 2021. Dice que pese a las fuertes restricciones de movilidad por la segunda ola de Covid es una proyección honesta y realista, y que no se basa sólo en el éxito de la vacunación, sino que en “fundamentos económicos”. De todos modos, reconoce que la marcha de la recuperación seguirá ligada a las condiciones sanitarias y que quedarán aún muchas heridas, por lo que no estima que la tasa de interés vaya a empezar a subir a fin de este año como cree un sector del mercado.

Se cumplió un año del inicio de la pandemia, ¿cuáles son las lecciones en lo económico?

-En un año y medio la economía chilena ha sufrido tres shocks: la crisis social, el efecto de la recesión global y el impacto directo de las restricciones sanitarias sobre la actividad en Chile. Ninguno de ellos tuvo un origen estrictamente económico, de donde surge una primera lección. Los economistas tenemos que aprender que una crisis económica puede tener orígenes no económicos, en cuyo caso la forma en que se produce, cómo se desarrolla y cómo se combate puede ser muy distinta de lo que dicen la teoría y la experiencia histórica. Lo segundo es que en un país como el nuestro, donde los sistemas de protección social están poco desarrollados, y donde hay un grado importante de informalidad y mucha desigualdad en términos de acceso a ahorro y a crédito, la respuesta de la política económica es fundamental, no solo en términos de magnitud, sino de su oportunidad. En este caso ha habido un esfuerzo sin precedentes de la política monetaria y también del lado fiscal, ocupando mucho de las holguras previas, porque si se hizo ese esfuerzo fue para ocuparlas frente a una emergencia como ésta. Lo tercero, es que las instituciones son muy importantes. Sin instituciones es imposible sostener la lucha contra esta emergencia. Y por instituciones no solo me refiero a las económicas. Han sido muy importantes las del área salud, de la seguridad social, etc. En Chile estamos en un punto intermedio, no tenemos una red de protección social bien desarrollada, pero al menos contamos con un seguro de cesantía que, con algunas modificaciones, ayudó a paliar el shock sobre el empleo. Y en el caso de la salud, no podríamos estar donde estamos en materia de vacunación, sin décadas de desarrollo de la salud pública. En cuanto a instituciones económicas, creo que el BC demostró que su autonomía le ha servido para responder con rapidez y contundencia.

Y en lo personal, ¿cómo ha vivido la responsabilidad de enfrentar estas crisis, se siente la presión?

-Sin duda se siente. Hemos tenido momentos muy críticos, tanto al comienzo del estallido social como durante la pandemia, pero ayuda la experiencia en otras esferas. En mi caso, en el Ministerio de Hacienda me tocó enfrentar algunas crisis y luego me tocó ver más de cerca la crisis financiera de 2008-2009 en EE.UU. y cuando me fui a la OCDE, en París, la crisis del euro. En el consejo hay otros veteranos de la crisis asiática y del 2009 en Chile.

¿Le angustia ver el deterioro del país?

-Es lo más importante. Yo empecé mi vida profesional a comienzos de los 80 y me tocó vivir la crisis económica de esa época muy de cerca, lo que me marcó como a muchos de mi generación. Por lo tanto, además de tener conciencia de lo que pasa en el país real, hay una motivación muy grande a hacer lo que está dentro de nuestras facultades para no repetir esa experiencia. Y creo que eso se ha logrado, porque el manejo de esta crisis ha sido bien diferente y ha ayudado a que la recuperación se iniciara mucho antes. En 1982-83 la actividad cayó seis trimestres seguidos, en cambio ahora cayó un trimestre y ahí empezó su repunte, pero como la caída fue muy profunda, requirió una respuesta también a gran escala.

Escenario del IPoM

¿No es poco prudente que el BC haya elevado su proyección del PIB hasta 7% justo en medio de la segunda ola de Covid y de regreso a un estricto confinamiento?

-Cuando se trata de hacer proyecciones económicas, uno tiene que ser realista, honesto y transmitir lo que le indican las cifras. Si comparamos con la proyección anterior, de 5,5% a 6,5%, hay cosas importantes que han cambiado, e incluso que ya han ocurrido. Lo que ya ha pasado es que el cierre del 2020 y el comienzo del 2021 estuvieron bastante por encima de nuestras proyecciones. 2020 terminó con un crecimiento del PIB del orden de 6,8% en el cuarto trimestre respecto del previo, desestacionalizado. Y a eso le tenemos que agregar un 0,9% mensual en enero y en febrero. Entonces, lo que tendría que ocurrir de aquí en adelante para que la economía crezca entre 6% y 7% en relación a un año tan bajo como 2020, es que ésta se mantenga cerca de esos niveles absolutos en el resto del año. Aún con una caída de la actividad en el segundo trimestre, que sin duda va a ocurrir, lo que se requiere para mantenerse en el rango es que en la segunda mitad del año esa caída se recupere. No estamos suponiendo un año de acelerada expansión mes a mes, sino sólo que se logra mantener lo ya avanzado.

Lo segundo es que el entorno externo se ha vuelto mucho más favorable. Para 2021 estimamos una mejora de 10% en los términos de intercambio. Y por supuesto también ayuda el proceso de vacunación. Pero quiero enfatizar que la mejora en la proyección de crecimiento para 2021 no se basa sólo en el proceso de vacunación, sino que tiene fundamentos económicos, incluido un punto de partida más alto de lo previsto.

Defiende entonces la validez de su estimación, pese a las nuevas restricciones y que no se sabe cuánto puedan durar…

-Las nuevas proyecciones incorporan restricciones duras en el segundo trimestre. Por supuesto siempre hay escenarios donde las cosas pueden ser peores y eso está incluido en nuestro informe. Que el período de restricción sea más largo, que cueste más recuperar la inversión y el consumo por mayor incertidumbre, etc. Esos son escenarios en los cuales tendríamos un crecimiento algo menor y donde deberíamos mantener el impulso monetario por más tiempo. Pero también tenemos escenarios donde las cosas podrían ir mejor, por ejemplo, por la acumulación de liquidez en los hogares, lo que podría impulsar aún más el consumo. La prudencia se refleja al incluir, analizar y ponderar escenarios de riesgo, no en bajar artificialmente un escenario central que se ha construido con realismo.

¿Cuánto golpeará a abril y al segundo trimestre el actual confinamiento?

-Nosotros suponemos una cuarentena bastante estricta y eso incluye los ajustes que se anunciaron hoy (el jueves). Según nuestro actual cálculo, una cuarentena aplicada sobre todo un mes, involucra una caída de entre 8% y 10% del producto mensual. Eso es del orden de la mitad de lo que se produjo en abril o mayo de 2020, porque ha habido una adaptación importante de las empresas y hogares a estas condiciones. Las restricciones sanitarias afectan a nuestras proyecciones de todo el segundo trimestre, porque suponemos que su retiro será gradual. Así, vamos a tener una caída de la actividad del segundo trimestre comparada con la del primero, pero en relación a la cifra más negativa del año pasado, todavía tendremos variaciones positivas en 12 meses.

¿Su escenario base considera que vamos a tener un segundo semestre sin grandes restricciones de movimiento?

-Con una disminución significativa de las restricciones. Lo suficiente para que la actividad en los sectores más golpeados se pueda ir recuperando. Debemos tener claro que así como a esta crisis entramos por la situación sanitaria, ésta continuará siendo determinante para la salida. En el camino nos hemos ido adaptando, desarrollando políticas compensatorias, hay más mecanismos para apoyar a empresas y familias, pero la velocidad de la recuperación va a seguir dependiendo, en gran medida, de la evolución de las restricciones sanitarias.

¿Pero la economía ya salió a flote o podemos volver atrás si la emergencia sanitaria no cede o se vuelve a agravar a futuro?

-Hoy nos hemos recuperado bastante, incluso más de lo que se podía pensar, y nadie proyecta una caída de la actividad como la de marzo a mayo de 2020. Pero todavía nos queda mucho por delante, no solo en términos de recuperar los niveles de actividad previos a la pandemia, sino que también de hacernos cargo de la heterogeneidad de la recuperación. Tenemos sectores, como el de servicios personales, que están todavía muy golpeados. Eso también ocurre en términos de componentes de la demanda: la recuperación del consumo está siendo mucho más rápida que la de la inversión. Y también de los sectores sociales: los trabajadores de menores ingresos, con ocupaciones informales o de menor nivel de calificación, han sido más golpeados por la pérdida de empleo que los más calificados, que han podido recurrir al teletrabajo. Además, las mujeres se han visto más afectadas por el hecho de tener a los niños en casa y por la división cultural del trabajo doméstico que hay en Chile. Todo esto es un gran desafío. Más allá de recuperar los niveles de actividad de enero de 2020 o de septiembre de 2019, habrá muchas heridas que curar producto de esta crisis.

La consultora inglesa Capital Economics prevé una expansión para Chile este año de 9%: ¿imposible, o no necesariamente?

-Cifras por encima de nuestro rango no son imposibles, pero requerirían una recuperación aún mayor del consumo, que en nuestra proyección ya es alta, con 11,5%, o un mayor dinamismo de la inversión, que es difícil para empresas que salen más endeudadas y con una cuota aún importante de incertidumbre. Es posible que proyecciones más altas también se apoyen en un efecto más positivo del proceso de vacunación. Lo que conocemos hasta ahora es la experiencia de Israel, donde el proceso de vacunación también coincidió con una ola de contagios y restricciones sanitarias, a lo que siguió un fuerte retroceso de la pandemia. Nosotros preferimos ser cautelosos respecto de los temas epidemiológicos y, más allá de suponer un efecto positivo cuando se logren las metas de vacunación, esperaremos a ver su evolución concreta en Chile para afinar la estimación de su impacto económico.

¿La estimación del BC sobre el consumo considera los recursos de un eventual tercer retiro? ¿Qué le parece que se avance en esa dirección otra vez?

-La proyección no considera un tercer retiro y no tenemos opinión al respecto. El BC nunca ha juzgado en términos de bien o mal los retiros. Hemos dado antecedentes para entender su dimensión macroeconómica. Estimamos que el primer retiro, en términos de impulso sobre la actividad, generaría un aumento del PIB del orden de 1,5%, distribuido entre 2020 y 2021. En el caso del segundo, estimamos un impacto menor, de 1% del PIB, concentrado en 2021. Y si hubiese un tercer retiro, sería aún menor que el del segundo, porque estaría aún más concentrado en sectores de mayores ingresos que tienen menos propensión a consumir y han sufrido menos con la crisis, por lo que es muy probable que ahorren en otros instrumentos buena parte de los fondos que retiren. De hecho, según señalamos en el IPoM, un 62% de los recursos de los dos primeros retiros no se ha gastado aún y nuestra estimación de consumo para el año considera que la mitad se ahorre o parte se use para pagar deudas. Si un eventual tercer retiro sigue avanzando en el Congreso y nos invitan, como en otras oportunidades entregaremos los antecedentes de que dispongamos.

¿En junio revisarán a la baja el crecimiento de tendencia de Chile -de entre 3% y 4%- por el 18-0 y la pandemia?

-No es obvio. Puede haber factores que apunten a la baja, como varios años de menor inversión y un aumento de los costos de transacción en muchas actividades, pero a la par tenemos cambios tecnológicos, mayor uso de medios digitales, mayor intensidad del teletrabajo. Entonces, se tienen que ponderar cada uno de esos elementos para evaluar cómo impactan sobre la productividad y la capacidad de crecimiento.

Un eventual rebrote de la inflación es una discusión hoy en el mundo, ¿por qué en Chile no ven peligro por ese lado?

-Es una preocupación en muchos países, especialmente en los que ha habido una política fiscal más expansiva, como EE.UU. Pero de momento es una discusión más teórica, porque no ha sido validada por los datos de inflación en esos países. En el caso de Chile, la inflación reciente está muy dominada por componentes más volátiles de precios. En alimentos, energía, y en algunos productos afectados por shocks de demanda, como vestuario y calzado, que históricamente dan cuenta de comportamientos más transitorios. En contraste con ello, tenemos una amplia brecha de actividad, que incluso se profundizará en el segundo trimestre, y una apreciación de nuestra moneda, que ejercen una presión mucho más sistemática sobre la inflación a la baja.

Tras el IPoM, un sector importante del mercado está tendiente a creer que partirán subiendo la tasa a fin de año, ¿es posible?

-Lo que señalamos es que aunque las perspectivas para la economía han mejorado, la convergencia de la inflación a la meta, en 24 meses, requiere todavía que la política monetaria siga siendo muy expansiva durante un buen tiempo. Por eso se habla de que la tasa se mantendrá en 0,5% hasta que la recuperación se propague a los componentes del gasto más rezagados, lo que aún tomará varios trimestres. Hoy las holguras de la economía tenemos que medirlas no sólo en el PIB, sino también en el mercado del trabajo. Y si recién hemos recuperado la mitad de los empleos que se perdieron en la crisis, todavía queda bastante para cerrar esa brecha. Avanzar en ello nos va a tomar al menos todo este año, por lo que es improbable que haya algún alza de tasas en 2021. De acuerdo al corredor de tasas que publicamos en el IPoM, aún en el escenario más positivo, que tuviéramos un aumento mayor del consumo, recién entre fines de este año y principios del siguiente comenzaría a retirarse el impulso monetario. Así es que tenemos para un buen tiempo con tasas bajas, lo que es reflejo de que la economía todavía tiene un camino importante por recorrer. Debemos tener claro que la crisis no ha terminado y que las secuelas de un episodio de esta magnitud nos van a acompañar por mucho tiempo, lo que va a requerir mucha atención de las políticas públicas para tratar de minimizar, sobre todo, su costo social.

Fin de su presidencia: “Me toca seguir como consejero (...) y me siento cómodo con eso”

¿Qué impronta ha buscado plasmar en sus cinco años como presidente del BC?

-Cuando llegué, me llamó mucho la atención que el BC tuviera un plan estratégico. Yo traía alguna experiencia en ese tipo de ejercicio y por lo tanto me importó mucho la preparación del Plan Estratégico 2018-2022. Hicimos un esfuerzo importante en consultar a muchos actores y tener un proceso amplio de diálogo interno, de lo cual surgieron una serie de prioridades que han resultado muy útiles en esta coyuntura, con todo lo imprevisible que ha sido. Ese énfasis que le hemos dado al plan estratégico, junto con el consejo, ha sido uno de los elementos más positivos de este período.

¿Cambió su mirada respecto de la labor del BC estando adentro?

-Desde adentro uno ve más allá de la institución. Ve una organización de personas con una enorme dedicación, compromiso e iniciativa, además de su enorme capacidad profesional. Lo que se ha logrado en esta crisis, donde se ha puesto a prueba el generar información de fuentes inesperadas y tomar medidas con una velocidad difícil de prever, es muy impresionante, sobre todo considerando que, además, todos estaban en teletrabajo. Yo creo que el BC es una gran institución, es un patrimonio del país, y ha salido bastante bien parado en la actual coyuntura.

¿Qué cambio le hubiese gustado llevar adelante como presidente y que no va a alcanzar?

-Hay proyectos en marcha, cuyos frutos se verán en plazos más largos. Por ejemplo, el tema de pagos instantáneos, donde está la posibilidad de desarrollar un sistema interoperable entre todas las modalidades de pagos electrónicos, que permita que una persona desde cualquier plataforma pueda hacerle un pago a una contraparte, independiente de quién le presta los servicios. Eso es algo que estamos empezando ahora, generando la normativa para tener los mecanismos de compensación que permitan vincular los diversos sistemas y operadores que existen para tarjetas de créditos, transferencias bancarias, monederos electrónicos, tarjetas prepagadas, etc. Estamos creando la regulación para que se puedan generar esas cámaras de compensación, de modo que luego se pueda producir esta integración general. Es un proyecto muy interesante, porque tiene que ver directamente con las personas, con las transacciones que hacen todos los días, tener medios seguros. Es una iniciativa de mucha proyección por el impacto que tiene sobre la inclusión financiera.

Usted en el Congreso ha defendido algunas causas impopulares, como regular a agentes como Felices y Forrados, o advertir respecto de algunos proyectos que afectan a la banca. ¿Por qué ha tomado ese riesgo?

-Es parte de la responsabilidad que tengo. Si uno ve una iniciativa que, aun estando bien inspirada, puede tener un efecto desestabilizador, o un impacto negativo sobre otra cosa que es importante para la coyuntura, como es por ejemplo el flujo del crédito, es esencial que lo diga. Si no lo advirtiéramos, no estaríamos cumpliendo con nuestra responsabilidad.

¿Pese a que pueda generarle algún costo? ¿Cree que se ha jugado parte de su capital institucional en ello?

-Yo creo que cuando uno explica las cosas y construye un diálogo, entregando antecedentes que son valiosos, no se descapitaliza en ningún sentido. Muchas veces uno encuentra una recepción mucho más positiva de la que podía imaginar a priori. Al final la honestidad y el esfuerzo por generar información que ayude a las decisiones, que informe a quienes están participando en esas decisiones, siempre es algo que tiene un impacto positivo.

Hay un reconocimiento transversal a su labor, ¿está disponible si le ofrecieran seguir otro período como presidente del BC?

-Fui designado por un período de cinco años, como todos mis antecesores desde 1989. Mi tarea, mi obligación y mi responsabilidad es cumplirlo y de ahí en adelante me toca seguir como consejero. Esa es la institucionalidad y me siento perfectamente cómodo con eso.

¿Eso significa que ya decidió continuar como consejero y no hacerlo como Rodrigo Vergara, que se fue cuando acabó su presidencia?

-Yo no tengo previsto tomar una decisión que se aparte de la condición en que fui designado, ni como presidente ni como consejero.

Va a seguir entonces como consejero después de su presidencia…

-Así es. Cuando me nombraron consejero fue por 10 años, y si no hubiese estado dispuesto a servir por ese lapso no tendría que haber aceptado.

¿No le interesa volver al mundo de la política, ser por ejemplo ministro de Hacienda si su sector triunfara en la elección presidencial?

-¡Eso tiene una cantidad de hipótesis demasiado grande (risas)! Pero más seriamente, respeto mucho el mundo político, tiene exigencias que a veces cuesta entender desde fuera, y hay que tener una vocación muy especial, distinta de la dirección en la que yo estoy que, como dije, es cumplir con las obligaciones de mi cargo.

¿Qué opinión tiene de Rosanna Costa como su eventual sucesora en la presidencia?

-Tengo una excelente opinión de todos los consejeros. Creo que este ha sido un consejo particularmente cohesionado, donde nos hemos complementado muy bien. Además, va a ser el consejo que ha permanecido estable por más tiempo en el período de autonomía del BC, así que tengo un gran aprecio por todos mis colegas, incluyendo a Rosanna.

¿Y no se puede generar algún conflicto al convivir el presidente saliente del BC con el nuevo mandamás en el mismo consejo?

-La institucionalidad es la que es y cuando uno entra en ella tiene que reconocerla como tal y ayudar a que funcione.