Más allá del techo de cristal

Economista UAH
Ana María Fernández, doctora en Ciencias del Trabajo, Universidad de Murcia, España. Académica FEN-UAH.

"Las discriminaciones positivas y las cuotas son temáticas controvertidas, pero creo necesario que se abran verdaderos espacios de discusión sobre su necesidad para que podamos mirarnos como iguales frente a los países a los que querríamos parecernos".


Nuestro país es reconocido por ser exitoso en nuestra región en términos macroeconómicos. Nos sentimos orgullosos y hay razones para estarlo, pero si miramos con un cierto grado de detalle, podemos darnos cuenta fácilmente de que también tenemos muchos desafíos. Hay aspectos en los que no solo no lideramos los rankings, sino que nuestro lugar nos debe hacer reflexionar como sociedad.

El término techo de cristal recoge las múltiples barreras, muchas de ellas imperceptibles, con las que se encuentran las mujeres trabajadoras a lo largo de su vida laboral para poder desarrollar sus trayectorias y carreras profesionales. Algunas son tan reconocibles como las dificultades de conciliación de la vida laboral y familiar, especialmente en las etapas de mayor crecimiento, que en el caso de las mujeres coinciden con las de maternidad y crianza de hijos pequeños. Otras, quizás las más extendidas y menos visibles, se relacionan con los estereotipos que condicionan a muchos a pensar que las mujeres tienen menos habilidades y competencias de liderazgo de equipos, incluso que son menos racionales en la toma de decisiones. En cualquier caso, todos estos aspectos no son meras percepciones y tienen impactos medibles en la realidad de este segmento del mercado laboral.

Los datos presentados para 28 países en el informe Women in Business (WiB) de Grant Thornton (GT) reflejan que el porcentaje de mujeres en el mundo con altos cargos directivos ha aumentado en este 2024 pasando del 32,4% de 2023 al 33,5%. A este ritmo, la paridad se podría alcanzar en 2053, es decir, dentro de tres décadas.

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02 DE MARZO DEL 2018 TEMATICA DE GENTE CAMINANDO POR FUERA DE EDIFICIOS DE OFICINAL SANTIAGO, CHILE FOTO: LUIS SEVILLA FAJARDO

En nuestro país, según las cifras del Cuarto Reporte de Indicadores de Género en las Empresas de Chile de 2022, la participación de mujeres en el directorio de las empresas que cotizan en bolsa se situó en el 14,7% y el de gerentas de primera línea 14,1%, menos de la mitad, aunque hay que destacar las empresas públicas sí han conseguido alcanzar el 50% de mujeres en sus directorios y que 46 de las grandes empresas de nuestro país ya tienen un 40% de mujeres.

Por supuesto que estos datos son de la cúspide. El techo de cristal queda muy claro cuando se observa que, en estas grandes empresas, las 450 empresas aproximadas que han emitido valores en 2022, las mujeres representan el 39,1% de las plantillas, que en las gerencias de primera son un 22,4% y que solo tienen un 14% de directoras. Las cifras más detalladas por sector no dejan de ser todavía más llamativas. En algunos casos, las mujeres deben trabajar soportando brechas salariales cercanas al 30%, a cambio de que algunas pocas puedan alcanzar los puestos de mayor responsabilidad, como en las empresas de seguros o en las de actividades profesionales, científicas y técnicas.

Este tema pareciera no ser tan relevante como otros para estas empresas de primer nivel, que son las que, al menos en la teoría, debieran contar con políticas de igualdad de género y no discriminación. Pareciera que en algunos casos estas políticas no están siendo efectivas; quizás podríamos pensar que en muchas no existen o son meramente declarativas, ya que 148 empresas de este grupo de estudio no cuentan con una sola mujer en sus directorios.

El panorama presentado no deja mucha esperanza a nuestras estudiantes universitarias y egresadas, que con gran esfuerzo han logrado titularse en profesiones donde desean proyectar sus vidas profesionales. Quizás por ello muchas de ellas finalmente no lograrán ejercer o lo harán sin grandes sueños, relegadas a ser ese segundo ingreso que puede permitir a sus familias vivir de forma algo más holgada. La pregunta que debemos hacernos como sociedad es ¿es justo para ellas? ¿Qué nos estamos perdiendo al limitar muchas mentes brillantes poder aportar en primera línea a nuestro país? ¿Es este un país del que podamos sentir orgullo?

Las discriminaciones positivas y las cuotas son temáticas controvertidas, pero creo necesario que se abran verdaderos espacios de discusión sobre su necesidad para que podamos mirarnos como iguales frente a los países a los que querríamos parecernos.

La autora es doctora en Ciencias del Trabajo, Universidad de Murcia, España. Académica FEN-UAH.

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