Los últimos meses las expectativas de crecimiento y en especial de la inversión se han deteriorado. La autoridad monetaria y el consenso de mercado han ajustado a la baja sus proyecciones, pero existen elementos para pensar que el deterioro de la inversión ha sido acotado, y presenta favorables vientos a futuro, al menos por factores domésticos. En Scotiabank vemos mejores perspectivas para la inversión que consenso, y nos mantenemos optimistas para los próximos trimestres.
A pesar del escenario externo más desafiante, los proyectos de inversión calendarizados no se han postergado, han seguido avanzando. Más aún, seguimos viendo entrada de nuevos proyectos que ajustarían nuevamente al alza el monto de inversión proyectada para los próximos años. En el primer trimestre la inversión creció 2,9% anual y en el segundo algo más cercano a 2%, pero explicado por un bajo dinamismo de maquinarias y equipos, que estimamos transitorio, ya que el componente de construcción se ha mantenido con un dinamismo estable. Este segundo semestre veríamos una recuperación. Sin duda el mayor riesgo proviene del escenario externo, debido al conflicto comercial y su efecto en las inversiones del sector exportador, pero a nivel local estamos viendo incentivos relevantes que deberían apoyar la demanda interna.
Más aún, si nos comparamos con los principales países exportadores de cobre, Chile destaca con el mayor dinamismo de la inversión, incluso más que en el resto de los países de la Alianza del Pacífico (México, Colombia y Perú). A pesar de que estos países están expuestos a los mismos shocks externos que Chile, en especial a la dependencia con China y exposición al conflicto comercial, con incluso más vulnerabilidades y desafíos internos que nuestro país, parece diagnosticarse una ralentización mayor en Chile que no se condice con las cifras macroeconómicas ni las perspectivas para la inversión.
Esto se refleja tanto en los indicadores de expectativas como en el precio de los activos financieros locales, donde Chile exhibe un castigo respecto a otros países comparables. Esto lo observamos, por ejemplo, en el bajo valor del peso, en las tasas de interés de largo plazo real negativas y en el castigo a la bolsa local, los que reflejan más bien un escenario de recesión a nivel local. La pregunta entonces es cuánto puede durar este castigo relativo, cuando aún mejores cifras están a la vuelta de la esquina, incluso tan pronto como en septiembre.