Han pasado cuatro años desde que se interpuso la denuncia. Básicamente, la causa no se ha movido, no nos han citado a declarar en ningún momento, ni se ha abierto una indagatoria para tratar de recolectar pruebas”, explica Maximiliano Ibáñez, presidente de Córpora sobre la denuncia de compra irregular de tres estancias en el sur de Argentina, a través de un mecanismo que violaría las leyes sobre participación de extranjeros en la adquisición de grandes extensiones de terrenos. “Nosotros cumplimos absolutamente con la normativa vigente y descartamos, obviamente, de plano, cualquier irregularidad en la compra de esas acciones”, responde enfáticamente el empresario a Pulso.
Ibáñez es también presidente de Explora, la cadena de hoteles de lujo en torno a la naturaleza con presencia en Chile, Argentina, Perú y Bolivia, e hijo de Pedro Ibáñez, fundador del grupo.
A mediados de septiembre la prensa trasandina publicó que mediante una maniobra para simular que el comprador era de ese país, los Ibáñez asignaron un testaferro - Ezequiel Braum Pellegrini- para burlar la veda que existe en Argentina para que los extranjeros compren tierras cerca de la frontera o en grandes extensiones.
Todo comenzó en 2018, cuando los Ibáñez recibieron de Cielos Patagónicos S.A. una oferta para participar en un negocio que consistía en la venta de terrenos a particulares con fines de conservación, a través de una figura legal que incluía la creación de un fondo que administraría todo ese negocio a perpetuidad, asegurando así que las tierras mantuvieran su valor, protección y estatus. La firma trasandina controlaba históricamente miles de hectáreas de alto valor ecológico en el sur del país vecino y buscaba incorporar inversionistas, pero una ley de 2011, entre cuyos autores figura el abogado constitucionalista Eduardo Barcesat, mismo que lidera la denuncia, no le permitía sumar extranjeros.
Se conocían bien con los Ibáñez, que también han convertido a la conservación en uno de los pilares de sus actividades. “Nosotros tenemos una relación larga, previa, con Cielos Patagónicos. Ellos desarrollaron una reserva de conservación en Santa Cruz (Argentina), en que hicieron una especie de desarrollo inmobiliario pequeño para financiarla. Nosotros compramos un sitio ahí, que es donde actualmente tenemos nuestro hotel (Explora) en El Chaltén. El primer hotel que tenemos en Argentina, lo tenemos adentro de esta reserva que desarrolló Cielos Patagónicos”, cuenta Maximiliano Ibáñez.
El empresario explica que para la compra de ese terreno en Santa Cruz, debieron sortear todas las exigencias de la ley local, como pedir permisos y presentar un plan de inversión. El hotel funciona ya hace dos años y medio.
Cerca del glaciar Perito Moreno
“Ellos nos invitaron a participar. Era un montón de accionistas, tenía como 300 accionistas, y había varios que querían salir porque ya llevaban mucho tiempo, entonces, estaban buscando a alguien que entrara a la sociedad y que los ayudara a desarrollar el plan de negocios”. Así narra Ibáñez la génesis de la nueva inversión con Cielos Patagónicos, esta vez en una zona cercana al glaciar Perito Moreno, luego de que en 2016, en pleno gobierno del centroderechista Mauricio Macri, se liberara el acceso a los extranjeros, a través de fideicomisos, entre otras figuras legales.
Así fue como los Ibáñez entraron a ese proyecto. Cielos Patagónicos es una firma reconocida mundialmente en el ámbito de la conservación. Es una sociedad que atesora algunos de los paisajes más deslumbrantes del extremo sur de América. Según la prensa argentina, tiene más 60 mil hectáreas en las estancias “El Cóndor”, “Melenik” y “Veranada de Jones”, 45 kilómetros de costa sobre el lago San Martín, 12.544 hectáreas de bosque nativo y presencia de seis grandes ríos caudalosos. La zona colinda con la frontera con Chile en los mismos lugares que ha sido parte de las disputas limítrofes.
“Cumplir con la legislación argentina”
En 2019 el abogado Eduardo Barcesat, en representación de otros accionistas de Cielos Patagónicos, llevó el caso a la justicia, donde en dos años más podría prescribir, según la normativa trasandina. Actualmente el fiscal Ramiro González lleva la causa y los Ibáñez son asesorados por el estudio jurídico Pérez Alatti, Grondona, Arnsten, Martínez de Hoz (PGBAM), experto en derecho penal.
La denuncia habla de una anomalía procesal de compra…
-Nosotros lo que estábamos buscando, y que es lo que seguimos buscando, a través de ese fideicomiso, no es hacernos de las tierras, que no es lo que nos interesa, sino que armar modelos de conservación que sean rentables. Entonces, eventualmente, si estructuramos un modelo de conservación como el que busca Cielos Patagónicos y si la sociedad hace eso y es exitosa en la comercialización, nosotros obtendríamos una rentabilidad. Pero el fideicomiso básicamente lo que busca es cumplir con la legislación argentina. El fideicomiso está expresamente permitido en la ley.
¿Y por qué ahora se cuestiona? ¿Tiene que ver con el ambiente electoral de Argentina?
-Nosotros, siguiendo con el cumplimiento de las normativas, dimos aviso tanto al Departamento de Tierras como al Departamento de Fronteras de que esta transacción había sucedido. Les enviamos todos los antecedentes, los contratos y toda la información que nos solicitaron. Ambos departamentos dieron su conformidad con la transacción.
¿Ustedes, entonces, son accionistas de un fideicomiso?
-Esa fue la razón por la que nosotros pusimos la plata en el fideicomiso, y fue el fideicomiso el que invirtió todo en Cielos Patagónicos, porque entendíamos que por la ley de tierra, nosotros no podíamos directamente, como nacionales chilenos, comprar a nombre propio ni por una empresa nuestra. Nosotros también autoimpusimos algunas restricciones en el fideicomiso...
¿Cómo cuáles?
-Tienen que ver con el cumplimiento de la ley. Por ejemplo, el fideicomiso nuestro prohíbe que nosotros, directamente, en algún momento seamos dueños de las acciones de Cielos Patagónicos, y establecimos que en el fideicomiso el fiduciario solo puede ser una persona argentina, o sea, nunca podríamos nosotros cambiar el fiduciario y poner a otra persona. Nosotros no tenemos, en ningún caso, control ni decisión sobre esas tierras.
¿Y cómo se enmarca esto dentro de Explora, que precisamente está con un proyecto de conservación en Torres del Paine?
- Lo primero es aclarar que Explora no está para nada en esto. No tiene necesariamente que ver con la estrategia de crecimiento de Explora, ni con los hoteles, ni nada de eso, sino que como decía, tiene más que ver con modelos de conservación de la familia Ibáñez. Pero, bueno, entendemos que las cosas son así no más y lo enfrentamos con bastante tranquilidad, porque sabemos que en ningún caso se ha cometido ninguna irregularidad.
La idea es que Cielos Patagónicos desarrolle su plan de negocios, que significa armar esquemas que permitan que estos campos se conserven, ojalá a perpetuidad con una intervención lo más chica posible. Pero antes debe haber una junta de accionistas de Cielos Patagónicos que apruebe el plan de negocios.
Ahora, en la medida que está este caso pendiente…
-Es difícil que eso suceda, entonces el directorio no ha podido en el intertanto avanzar. Nosotros igual estamos cada tanto solicitando que se deseche la causa por falta de mérito y, en caso contrario, esperaremos a que prescriba la acción por falta de movimiento.
El plan de reservas privadas de los Ibáñez
A fines de mayo pasado, coincidiendo con los 30 años de Explora, el grupo Ibáñez comenzó a comercializar una reserva privada de 6 mil hectáreas que, a un costo de US$54,5 millones, permitirá combinar preservación e inversión inmobiliaria en Torres del Paine. Bajo la supervisión de The Nature Conservancy, el proyecto tiene un plan de conservación con financiamiento a perpetuidad asegurado, mediante un fondo que se levantará con la venta de acciones del proyecto. La idea es muy similar a lo que Cielos Patagónicos pensaba hacer en Argentina.
“Todo esto tiene que ver más bien con nuestro interés familiar. Nuestro propósito familiar es generar conservación y estamos buscando cómo darle una visión un poquito más empresarial en términos de ayudar a solucionar problemas de financiamiento de la conservación que ha estado basada en la filantropía, y la filantropía no es suficiente”, subraya Ibáñez.