El petróleo se hundió el lunes bajo los US$30 por barril debido a la propagación del coronavirus durante el fin de semana, exacerbando los temores de que las medidas tomadas por gobiernos para frenar la enfermedad puedan llevar al mundo a una recesión.

Arabia Saudita y Rusia, los principales productores mundiales de petróleo, no han acordado un plan para frenar el suministro ya que la caída de la actividad económica mundial destruye la demanda, y se han enfrentado mutuamente al comenzar una guerra de precios.

Saudi Aramco reiteró este lunes sus planes de aumentar la producción a niveles récord para tener una mayor participación en el mercado.

El referencial internacional Brent perdió US$3,8, o un 11,2%, a USD$30,05 el barril tras caer más temprano hasta US$29,52, un piso desde enero de 2016. Por su parte, el West Texas Intermediate (WTI) bajó US$3,03 o un 9,6%, a US$28,70 el barril, su mínimo desde febrero de 2016.

Para combatir los perjuicios económicos provocados por la pandemia, la Fed rebajó este domingo sus tasas de interés clave hasta cerca de cero. El Banco de Japón alivió más tarde su política monetaria en una reunión de emergencia.

“Está claro que los principales bancos centrales del mundo están usando todas sus herramientas disponibles para evitar una crisis, pero parece que el temor a la pandemia se está haciendo con el control de los inversores”, dijo Hussein Sayed, estratega jefe de mercados de FXTM.

Una reunión técnica de la OPEP y países que no pertenecen al cartel prevista para el miércoles en Viena se suspendió debido a que los intentos de mediar entre Arabia Saudita y Rusia después del colapso de su pacto de corte de suministro no progresaron, dijeron las fuentes.

Mientras, la producción industrial china cayó un 13,5% -mucho más de lo esperado- en enero-febrero en comparación con el mismo periodo del año previo, su lectura más débil desde enero de 1990, cuando comenzaron los registros de Reuters.

La prima del Brent sobre el WTI se achicó el lunes a menos de 1 dólar, su cota más estrecha desde 2016, lo que restaba competitividad al crudo estadounidense en los mercados internacionales.