Mientras estaba trasladándose en un Uber, a Ian Hites se le prendió la ampolleta. Iba por Pedro Fontova, en la comuna de Huechuraba, y el conductor rompió un neumático. Se puso muy triste, porque no tenía dinero ni acceso a crédito para cambiarlo. “Para mí eso fue la chispa para el desarrollo de Mento”, dice.

Aunque la idea era nueva, su pasión por emprender, no. Ian pertenece a la tercera generación de una familia de empresarios relacionados a la industria financiera y del retail. Es nieto de Isaac Hites, uno de los fundadores de la cadena de retail de nombre homónimo, quien falleció el 2021. Desde el colegio le gustaron los negocios e incluso viajó dos veces a China para traer y comercializar una serie de productos. Pero sentía que necesitaba más training y entró a trabajar a una empresa consultora. “Mientras estaba ahí, me tocó asesorar a algunas empresas en transformación digital y participé de un Congreso de la Fundación País Digital. Fue cuando conocí a David Rocco, la persona que ayudó al desarrollo tecnológico de Wilobank, el primer banco digital de Argentina. Hoy Roco trabaja en Mento. Me encantaron sus argumentos y la motivación de llegar a las personas desbancarizadas o que viven en zonas rurales. Era una idea genial”, recuerda Hites.

Le presentó la idea a su familia y “les encantó. Pero no porque era buena, sino porque hoy el negocio del retail es supercomplicado. Crecer en cantidad de clientes va de la mano con la apertura de nuevas tiendas, si no, con mucha dificultad vas a atender a una comuna que no las tiene”, señala.

Corría mediados de 2020 y la familia Hites se transformó en una especie de Corporate Venture Capital (fondo de riesgo que proviene de una gran empresa) de esta naciente startup denominada Mento. Eso -según Hites- ayudó bastante a entender todo el proceso normativo, manejo de equipos y comportamiento del mercado. “Logré heredar eso, porque desde el día uno partimos con un directorio profesional, buenos asesores y abogados para lograr una solución robusta”, explica.

Pero tampoco se logró de la noche a la mañana. De hecho, Hites califica la breve historia de esta startup como una montaña rusa. “Cuando partí con Mento tenía un sueño muy inocente: tener una aplicación en el mercado en tres meses y lograr 100 mil clientes en un año. Pero a los tres meses no tenía ni el 10% de la aplicación desarrollada y no logramos salir a mercado con una solución como hasta el año y medio”. Según el CEO de esta empresa, un cambio de normativa los atrasó. “Teníamos pensado cobrar, por un lado, cargos de administración y, por el otro, el interés corriente, y con eso sustentar el modelo de negocio. Pero los cargos de administración son una suerte de uso y goce exclusivo para emisores de tarjetas de crédito. Y nosotros no teníamos esa licencia. Así, nos fuimos reinventando y ofreciendo otros servicios. Pero al final, logramos salir robustecidos, ya que nuestro modelo es distinto al de otras empresas del retail o de la competencia”, asegura Hites.

La clave está en otorgar créditos de no más de $350.000 a personas que históricamente les cuesta acceder al sistema financiero. El 50% de sus clientes no tiene historial de crédito con ninguna financiera formal y el 66% de ellos son trabajadores independientes. Al igual que otras entidades, cobran una tasa de interés que se rige por la Tasa Máxima Convencional (TPM), pero no incluyen los gastos de administración, lo que -según el fundador de Mento- los hace un 40% más baratos que el retail financiero.

Pero uno de sus secretos está en la tecnología de inteligencia artificial que está detrás, la que permite predecir los riesgos de los clientes en base a una serie de tecnologías, como el webscraping, técnica utilizada mediante programas de software para extraer información de sitios web de forma legal, como, por ejemplo, de los historiales bancarios.

Pero para llegar a lo que tienen hoy, la montaña rusa tuvo una segunda caída. “Estábamos listos para salir al mercado, pero el problema es que nuestro modelo de riesgo, más que parecerse a un colador, era como una raqueta de tenis. Le dábamos crédito a mucha gente que pensábamos que eran las personas correctas, pero en la práctica no lo eran. Esto, porque para tener un buen modelo con capacidad predictiva lo teníamos que estrenar con gente que te pagaba y gente que no. Eso es lo complejo de este negocio. Por ejemplo, el 80% de los clientes se autodeclara trabajador dependiente, pero en la práctica, dos tercios son independientes. Entonces, al final, independientemente de ese factor, vamos premiando a la gente que es sincera. Que es más honorable. Y aprendiendo”, señala Hites.

Primero lanzaron un modelo predictivo versión light, luego un 1.0 y así. Hoy ya están tratando en la versión 4.0, “donde intentamos que cada dato sea un reflejo de la honorabilidad de las personas”, recalca Hites.

Ya han logrado entregar cerca de 5 mil créditos, donde el promedio de cada uno es de $175.000 y los clientes tienen entre 30 y 40 años en promedio, principalmente de Santiago. La duración promedio de los créditos es de 9 meses. Pero están creciendo rápido y ya están en los cerca de 1.000 créditos mensuales. Hites reconoce que la subida de tasas, el desempleo y otros factores han permitido aumentar su modelo de negocio.

A fines del 2022, la familia Hites decidió retirarse de la propiedad quedando como inversionistas a través de una nota convertible. Pero Ian quedó como el único dueño. “Logré que entendieran que el crecimiento de una startup no puede venir de la mano de una forma de pensar más bien conservadora, sino que se requiere conseguir inversionistas de riesgo”, explica el emprendedor. De hecho, está en proceso de una ronda de inversión para levantar cerca de US$3 millones y así, “convertirnos en un actor más relevante y aumentar los servicios aledaños al crédito”, concluye Ian Hites.

¿Y el nombre...?

“Al principio nos queríamos llamar Lemon Bank, porque el limón refleja algo refrescante y distinto. Pero cuando intentamos registrar la marca, ya estaba tomado algo similar. Pasamos rápidamente a otra idea: Menta. También era refrescante, pero además la idea de nuestro negocio era transformarnos en mentores. Y así, mezclamos ambos términos”, dice Ian Hites.