“Se está viendo la luz al final del túnel”, esa fue una de las frases que dijo el ministro de Hacienda, Mario Marcel, luego de conocer el martes que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de octubre fuera de 0,5%, menor a lo que el mercado esperaba, que fluctuaba entre 0,9% y 1%. Con este registro, la inflación anual bajó de 13,7% a 12,8%, siendo la segunda reducción consecutiva luego de que en agosto alcanzara un peak de 14,1%.

Esto de inmediato provocó una reacción en el mercado: lo primero es que las proyecciones para el cierre de 2022 pasaron de ubicarse sobre 13% a un nivel más cercano a 12%. Lo segundo que trajo consigo esta favorable sorpresa inflacionaria es que se acortaron los meses en que estima que el IPC anual se mantendría en dos dígitos. Si antes de conocer este dato se esperaba que esto último fuera hasta incluso bien entrado el segundo trimestre de 2023, ahora la perspectiva apunta a que debería ser en marzo o máximo abril.

Lo tercero es que para el próximo año también varios economistas empezaron a ajustar a la baja su proyección, lo que fue refrendado este jueves al conocerse la visión completa del mercado a través de la Encuesta de Expectativas Económicas de noviembre, donde pasó de 5,4% a 5,1%.

Pese a esta reducción, todavía se ubican por sobre lo que prevé el Banco Centra. Las últimas proyecciones que entregó en el Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre el ente rector fueron de 12% para este año y de 3,3% para el próximo.

Pero un cuarto elemento apareció también en la Encuesta de Expectativas del Banco Central: las proyecciones a dos años plazo comenzaron finalmente a ceder. De acuerdo a la encuesta, las proyecciones a dos años plazo pasaron de 3,9% a 3,5%, alejándose del peak de 4% que alcanzó en los meses de julio y agosto de este año.

Inflación.

Esta visión cobra relevancia, puesto que la política monetaria que maneja el Banco Central se hace mirando esa perspectiva, lo que permite determinar si las expectativas del mercado están ancladas en la meta del ente rector que es de 3%. Por ello, la mayor parte del tiempo esta proyección se mantiene en 3%, más allá de que las expectativas de corto plazo fluctúen en distintos rangos.

De hecho, si se analiza en los últimos 20 años, sólo en dos períodos antes las expectativas estuvieron sobre 3%. El primero fue entre septiembre de 2001 y abril de 2002. La segunda vez fue entre marzo y noviembre de 2008, en los inicios de la crisis subprime. Y si bien ha habido episodios en que las expectativas han estado desancladas, es inédito que se haya llegado a un 4% como sucedió en julio y agosto de este año.

Entre los economistas hay una visión mayoritaria que apunta que la economía se encamina a volver a un anclaje de las expectativas a dos años plazos, aunque para algunos esa afirmación aún no es tan clara.

Sergio Lehmann, economista jefe de Bci, afirma que “definitivamente se advierte un reanclaje de las expectativas. Hasta hace pocas semanas la visión del Banco Central y del mercado divergía marcadamente, lo que hacía más desafiante y más exigente, conducir la política monetaria”.

Para Lehmann, “el desanclaje lleva a mayor persistencia inflacionaria”, y por ello, resalta la importancia de volver al 3%. “Vemos que a dos años plazo las expectativas irán alineándose completamente con la meta de 3% del Banco Central”. No obstante, advierte que “es posible que llevarlas a 3% aún tome algunos meses”, pero que “en la medida que veamos más datos que muestren que inflación está siendo bien controlada se logrará esa meta”.

En esa misma línea, Carmen Gloria Silva, economista de Banco Santander, comenta que “la encuesta refleja que los economistas anticipan menores presiones inflacionarias hacia el horizonte de política. Este ajuste es relevante, puesto que se espera una inflación mediana de 3,5% versus 3,8% hace un mes atrás, aunque sigue existiendo bastante dispersión”.

Se suma el economista de Euroamerica, Felipe Alarcón, quien subraya que “las expectativas ya están en un proceso de reducción, que se ha acelerado producto de los últimos datos, pero hay que ir con calma. Las presiones inflacionarias aún distan de resolverse, sobre todo en los servicios”.

Patricio Rojas, economista de Rojas y Asociados, puntualiza que “el IPC de septiembre y octubre dieron claridad de que el objetivo que tenía el Banco Central de reducir la demanda interna se está empezando a concretar. El hecho de que hayan bajado las expectativas a dos años va en la línea de la crebilidad que tiene el mercado sobre lo que está haciendo el Banco Central”.

En ese sentido, acota que “en la medida que tengamos un noviembre y diciembre con registros cercanos a 0,3% y 0,4%, confirmará que vamos en la senda correcta”.

Una visión distinta entrega el economista de Gemines, Alejandro Fernández, quien sostiene que “es un poco prematuro ajustar las proyecciones de inflación a dos años por lo ocurrido con el IPC de octubre. Esto, porque pueden suceder muchas cosas en todo este tiempo, tanto en favor de una inflación más baja, como de una más elevada”. Por esta razón plantea que “para evaluar si las expectativas se vuelven a anclar en torno al 3% es necesario que haya una secuencia de datos que apunten en esa dirección. Es positivo lo de octubre, pero no suficiente”.

¿Cuándo estará nuevamente en la meta?

El siguiente paso ahora es saber cuándo las expectativas estarán nuevamente en 3%. Y la respuesta que tiene una mayor coincidencia es que será dentro de los próximos meses. Silva apunta que “la moderación en la inflación seguirá evidenciándose en los futuros registros de IPC, conforme la economía se debilite y los precios internacionales cedan”. Mientras que para Lehmann “es posible que llevarlas a 3% aún tome unos meses, en la medida que veamos más datos con una inflación que esté siendo bien controlada, reconociendo una política monetaria que es fuertemente contractiva”.

Para Fernández “dependerá mucho de la evolución de la inflación y sus determinantes en los próximos meses”. En ese punto argumenta que “si la baja en el tipo de cambio de este jueves se sostiene, el reanclaje puede ser relativamente rápido, pero hay muchos shocks, internos y externos, que pueden influir sobre la inflación y las expectativas”.

Esa variable que menciona Fernández, el dólar, bajó $11,70 respecto al cierre de miércoles y se cotizó en $896, su menor nivel en dos meses. Así, la moneda de estadounidense completó una racha de siete jornadas consecutivas a la baja, acumulando una caída de $49,4.

Para Alarcón, si la inflación efectiva continúa reduciéndose sin interrupciones, las expectativas a 2 años podrían llegar al 3% dentro de los próximos meses, “pero eso está por verse”.

Los economistas coinciden en que en esta reducción de la inflación y de las expectativas juega un rol clave la Tasa de Política Monetaria que hoy está en 11,25%. “La política monetaria comienza a dar muestra de que está haciendo su trabajo. En la medida que ello se vaya consolidando, las expectativas se van a ir ajustando con mayor nitidez”, afirma Lehmann.

Fernández añade que “es probable que la política monetaria esté comenzando a dar sus frutos, pero se requiere de más información para poder afirmarlo con convicción”. En ese escenario, argumenta que “el ajuste de la actividad económica, la evolución del tipo de cambio y la tasa de interés son elementos que contribuyen al reanclaje de las expectativas, pero también depende del comportamiento de la política fiscal y de factores externos, por ejemplo, la baja por siete meses consecutivos de los precios de los alimentos de la FAO es una señal que apunta al control de la inflación de alimentos”.

Cristóbal Gamboni, economista senior del OCEC-UDP complementa el análisis diciendo que “la política monetaria es uno de los factores que está detrás de este ajuste, así como la caída en el gasto público y la menor liquidez disponible”. Para el experto, “el dato de inflación de octubre fue muy sorpresivo. Aunque por un dato no se puede asegurar un cambio de tendencia, esta sorpresa es lo suficientemente grande como para no empezar a adelantar conclusiones de un ajuste más rápido”.

Para Alarcón “sin duda” la política monetaria ya esta haciendo su trabajo, pero además añade que la caída del dólar está jugando a favor junto con la disminución de las presiones inflacionarias en los mercados globales.