Lionel Messi ya es jugador del PSG. El jugador argentino, a sus 34 años, llega al fútbol francés para formar una delantera, junto a Neymar y Mbappé, tan temible como cara. Según medios franceses, Messi ha sellado un contrato de 35 millones netos por dos temporadas y una tercera opcional, tras llegar libre del FC Barcelona.

Llega a un equipo, el parisino, con unas pérdidas previstas de 250 millones de euros en la última temporada, que se sumarán a los 125 millones del año anterior, y a una liga prácticamente quebrada, según sus propios responsables. En los dos últimos años, los clubes de la Ligue 1 han sumado pérdidas operativas por 2.600 millones, según detalló en julio el presidente de la Dirección Nacional de Control de Gestión (DNCG), que supervisa las finanzas de los equipos. Además, avisó: “Lo peor está por venir”.

Pérdidas elevadas y altos salarios, ingredientes que han provocado la salida de Messi del Barcelona, pero que no han impedido su fichaje por el PSG.

Lionel Messi, el nuevo fichaje del PSG

Mientras el equipo español todavía no puede inscribir a sus fichajes por el límite salarial, el francés lleva ya seis incorporaciones, incluida la del lateral Achraf por 60 millones, y acaba de firmar al futbolista con el mayor sueldo del mundo, habiendo vendido solo un jugador por siete millones. ¿Por qué?

La Liga de Fútbol Profesional francesa cuenta desde hace décadas con la mencionada DNCG. Sin embargo, su nivel de actuación es bastante inferior a las normas que se aplican, por ejemplo, en España. La liga francesa no tiene un ratio de límite salarial, como sí tiene LaLiga desde 2013.

La bienvenida de Mbappé a Messi

Pese a que la competición gala aprobó su implantación a finales de 2018, como detalla el último informe financiero de la DNCG, nunca ha llegado a entrar en vigor. Este ratio establecía que el gasto salarial de sus equipos no debía exceder el 70% de sus ingresos. En principio, se dieron dos temporadas de transición para su implementación en la temporada 2022/2023. Sin embargo, la pandemia ha atrasado el plan, y según informó L’Equipe, no entrará en vigor hasta dentro de dos años, cuando finalizan los dos años fijos del contrato de Messi.

Los equipos franceses tampoco tienen que cumplir un ratio de solvencia. Como en el tope salarial, se aprobó a finales de 2018 la obligación de que estos tuviesen unos niveles de capital que nunca podrían ser menores que sus pasivos elegibles, entre ellos su deuda financiera, pero no la generada por fichajes o inversiones en infraestructuras. Su aplicación también se ha retrasado.Como balance, los clubes franceses perdieron 1.400 millones la pasada temporada: Los españoles, unos 870, de los que la mitad, 487, corresponden al FC Barcelona [LaLiga estimaba pérdidas de 733 millones, pero con unos 350 del club culé].

Y en tercer lugar, aunque la DNCG tiene como prioridad que los clubes no entren en pérdidas, esta no distingue entre los métodos para compensarlas. El PSG, como el resto de equipos, ha enviado un plan de negocio para explicar cómo las amortiguarán. Según publicó Le Parisien, el mismo incluía ventas de jugadores por 200 millones, tanto en el actual periodo de verano como en el de invierno. Esto ha hecho especular a medios españoles con una necesaria venta de Mbappé al Real Madrid. Sin embargo, este plan no es de obligado cumplimiento y, según la normativa de la competición gala, el PSG podría revertir las pérdidas con una inyección directa de su jeque. En cualquier caso, todas las normas relativas a los déficits están en continua revisión -por el Covid-19.

Las normas de la UEFA

Esa inyección directa, en teoría, choca con las normas del fair play financiero de la UEFA, que rechaza de forma explícita las aportaciones de los propietarios para enjuagar pérdidas. Pero este mecanismo tampoco funciona con normas a priori, sino que fija un periodo de análisis de tres temporadas, al final de las cuales los equipos no pueden perder más de 30 millones. Pero de nuevo, la pandemia ha jugado a favor del PSG.

Empezó la venta de camisetas del jugador argentino.

En junio del año pasado, la UEFA decidió relajar esta norma de equilibrio. Por ejemplo, tanto para esta temporada que empieza como para la anterior, basó la evaluación financiera de los equipos en base a los resultados de las cuatro temporadas anteriores, incluyendo las previas a la pandemia. Además, a efectos de su supervisión, permite a los clubes en números rojos sumar las pérdidas de las últimas dos temporadas y dividir el resultado a la mitad, junto a otras medidas de flexibilidad.

Y también entra el juego político. La UEFA anunció hace unos meses que cambiará su sistema, lo que deja el modelo actual en una especie de limbo. Según se ha avanzado, priorizará los controles sobre salarios y gasto en fichajes, y no la rentabilidad o no de los equipos, por lo que no pondrá tanto la lupa sobre el dinero que aporten los dueños de los clubes. Algo que puede entenderse como un favor a PSG o Manchester City, que prometieron amor eterno a la UEFA tras la fallida Superliga.