Con la reciente apertura de la Línea 3 del Metro, se amplía la red de conexión del tren subterráneo, sistema que se consolida como la columna vertebral del sistema de transporte público de la Región Metropolitana y que junto a los otros recorridos logran conectar 26 comunas con 140 km de trazado.
Recuerdo haber presenciado la construcción de la Línea 1, bajo el sistema Cut & Cover (excavación en trinchera y cierre), apertura del suelo que duró varios años; generando problemas en la movilidad de vehículos y peatones por el sector; impidiendo el acceso expedito a locales de la época, mermando así el comercio e incluso llevando a la quiebra varios de ellos. Era el método disponible en la época.
Décadas más tarde, en la obra de la Línea 5 se implementó el Nuevo Método Austríaco de Túneles (NATM) en la zona del parque Bustamante, que disminuyó el impacto a los usuarios durante su construcción y permitiendo mantener el tránsito en la superficie.
Hoy la inauguración de la Línea 3, refleja avances tecnológicos importantes en el diseño en ingeniería y construcción. La faena movilizó volúmenes enormes bajo nuestros pies y prácticamente no intervino la superficie. Técnicas y tecnologías fueron evolucionando, incorporando el uso de shotcrete (hormigón proyectado), diversos mecanismos en sostenimiento y revestimiento, así como modernos elementos de extracción de marinas.
Los avances son grandes, pero el desafío es aún mayor. Si bien, la nueva infraestructura desarrollada en Chile es eficiente y de alto nivel (según el FMI, 2016), el mantener los sistemas a la vanguardia y colocar a disposición del país medios de transporte modernos, eficientes y sustentables, incluyendo en ellos el diseño y construcción de la infraestructura necesaria para su funcionamiento, debe ser imprescindible.
Las nuevas líneas y extensiones planificadas en el Gran Santiago para 2026 contemplan una inversión de US$6.113 millones. La incorporación de nuevas tecnologías de diseño y construcción, permitirán poner en marcha proyectos enfrentando los desafíos técnicos y económicos, ejecutando los procesos de una forma más automatizada, rápida y eficaz, reduciendo el impacto a los ciudadanos, cuidando el entorno y mejorando la productividad. Esta experiencia debe servir de ejemplo a otros proyectos que el país requiere materializar.