Dentro de la catástrofe que vive Italia, desde Milán el Premio Nobel de Economía, Michael Spence, reconoce que hay temor, pero se siente bastante afortunado. A sus 76 años, en su “amplio departamento, con linda vista y buena conexión a Internet”, dice sobrellevar bien la emergencia, que lo tiene ofreciendo clases por videoconferencias.
Desde allí, ofrece una mirada crítica a cómo está enfrentando el coronavirus Estados Unidos, su país natal, aunque sí valora el paquete económico de US$2 billones que desplegó la administración de Donald Trump, el cual a su juicio -como todo plan para enfrentar la pandemia- debe destinarse en primer lugar al fortalecimiento del sistema médico y luego al respaldo de hogares y negocios en riesgos.
De ser así, en conversación con PULSO, sostiene que la economía podría tener una recuperación “razonablemente rápida”, lo que no quita que la experiencia cambie para siempre a la economía mundial. Si bien no cree que ponga en riesgo al capitalismo, postula que habrá una reducción de la interconexión global y una persistente aversión al riesgo.
Hay quienes cuestionan las cuarentenas por su impacto económico. ¿Cómo mira ese debate desde el país donde el virus ha sido particularmente letal?
-El virus no es bueno para la economía, la pone sobre sus rodillas, pero así es la cosa. La alternativa a la estrategia de que la gente se quede en casa, sería ignorar el virus y seguir funcionando, pero los costos en vida hacen que esa opción sea impracticable. Entonces lo que queda es proteger a la gente más vulnerable, a los negocios más vulnerables. De ser así, se puede pensar en una recuperación económica razonablemente rápida. Por otra parte, si dejaras salir a la gente de su casa, mientras el virus todavía está dando vueltas por ahí, por más que los restaurantes estén abiertos la gente no va a concurrir, tampoco viajará en aviones o cruceros, porque habrá temor. Hay que tener presente, en todo caso, que ese temor existirá de todas maneras cuando se acaben las cuarentenas.
¿Entonces el cierre por supervivencia es prioritario en relación al deterioro económico?
-Eso en parte es cierto, pero tiene que ir acompañada de otros elementos, porque no podemos cerrar la economía para siempre, eso finalmente también daña a la gente. En algún punto vamos a tener que reabrirla, por lo tanto, el desafío aquí es pensar en los pasos que se tienen que dar para permitir que la gente vuelva a su puesto de trabajo y recupere su vida normal. El propósito de la cuarentena extrema es el prevenir el que se sobrepase el sistema de salud. Cuando se enferma mucha gente mismo tiempo simplemente no lo pueden manejar, eso ha quedado bastante claro. Entonces, tenemos que entender la cuarentena como una transición, con el objetivo de aplanar la curva y para llegar al punto de reabrir la economía va a ser preciso contar con un sistema de salud más sólido. En numerosos otros países, incluyendo Italia y Estados Unidos, no podemos testear a todo el mundo. Se deben hacer progresos al respecto, de manera que se pueda identificar quiénes estás infectados, encontrar a la gente con la que se relacionaron, mapeando así la enfermedad para aplicar cuarentena a los que corresponda. Eso es lo que están haciendo las economías asiáticas, usando tecnología digital y todo otro tipo de cosas, permitiendo así que continúe la actividad económica. Ahora mismo aquí, cuando ando en la calle, todos son igualmente riesgosos para mí, no hay diferencias y por eso estamos todos en cuarentena.
Hay quienes creen que la crisis por coronavirus puede poner en jaque al capitalismo, ¿qué opina al respecto?
-Hay muchas tensiones y controversias en torno a la gobernanza capitalista, la desigualdad y cosas por el estilo. Quizá, el tener un desafío como el que presenta el virus va a disminuir los cuestionamientos por un tiempo, pero seguirán ahí y es probable que vayan emergiendo. Es innegable que esta experiencia va a cambiar la forma en cómo funciona la economía mundial. Uno de los grandes cambios va a ser una sustancial reducción de la interconexión mundial, con una diversificación de las cadenas de suministro, ante la evidente dependencia de algunos pocos países. Además, habrá más aversión al riesgo y se va a usar más la tecnología digital.
Esos son los tipos de cambios que veremos. No creo que el coronavirus por sí solo es una amenaza para la economía de mercado, para el capitalismo; aunque sí podría favorecer el nacionalismo en algunos países, de la mano de algunos políticos oportunistas que podrían hasta culpar a los inmigrantes por lo que se está viviendo. Pero también estamos viendo un internacionalismo de dimensiones sociales.
Pero justamente en Italia se ha extrañado mucho la colaboración de la Unión Europea.
-Espero que haya alguna colaboración, más allá de que se pueda facilitar un monto determinado a un país en particular. Si no se avanza en esa dirección quiere decir que las rencillas pesaron más y que cada uno está por su cuenta. En ese caso, una vez que todo esto termine, la gente pasará la cuenta y habrá un daño muy importante proyecto europeo.
Varios países han desplegado paquetes económicos. ¿Cómo cree que se debería utilizar ese dinero?
-Debe tener tres destinos. El primero es el sistema de salud, de manera que se tenga el equipo necesario para proteger a la gente, los ventiladores para los pacientes más críticos y los recursos para conducir las investigaciones sobre el virus. Lo segundo es ayudar a los negocios que no están pudiendo abrir. Hay un estudio que condujo JPMorgan que dice que la mayoría de las pequeñas empresas no pueden sobrevivir si permanecen cerradas por 15 días. No pueden pagar los salarios, los arriendos... En tercer lugar están los hogares de bajos ingresos, donde no se cuenta con mucho efectivo para absorber un shock de esta naturaleza. Habrá gente que no va a poder pagar sus hipotecas. ¿Puede venir el banco y quitarles su vivienda de manera que además de todo no van a tener un lugar donde vivir? La respuesta debería ser no. Se debe buscar una manera para ayudar a los hogares a absorber el shock y se debe pensar de una forma similar en el caso de las empresas. Va a llegar a un punto en el que tendrán que despedir para sobrevivir. Entonces la alternativa es apoyarlos para que no despidan a los trabajadores. Necesitas una serie de medidas combinadas para apoyar a negocios y personas. El objetivo debe de ser evitar un sufrimiento innecesario para la gente y prevenir que los negocios se pierdan. Por otra parte se debe tener presente que no se podrán desplegar US$2 billones, como en el caso de Estados Unidos, de manera periódica, por lo tanto ya se debiera pensar en alternativas en caso que la crisis persista.
¿Cómo ve a los países menos desarrollados frente a este desafío considerando el daño que se ha infringido a naciones desarrolladas?
-Lo más importante debiera ser atender la situación en una etapa temprana, evitando la propagación del virus, porque de lo contrario tendrán numerosas muertes además de un cierre de sus economías. Tienen menos espacio fiscal, menos capacidad médica y la simple verdad es que va a ser muy difícil, a no ser que los países que son más ricos y las instituciones a los que ellos dan soporte, como el FMI y el Banco Mundial, les preste ayuda.
¿Cómo ve particularmente a Chile?
-No veo a Chile vulnerable como a países verdaderamente más pobres. Yo creo que ustedes van a estar bien. Todo el mundo está desafiado y si bien ustedes, además, experimentaron un estallido social recientemente, lo cierto es que ese tipo de cosas puede unir a la gente. Es muy improbable que veamos en Chile algo como lo que está ocurriendo en Ecuador.
En base a lo que ha podido ver en Italia, ¿ qué espera que ocurra en Estados Unidos?
-En Estados Unidos mucha gente advirtió que se estaba ante una pandemia seria, que la gente debía mantener distancia, que se debía contar con los equipos para atender a la gente, con un plan para saber cómo usar las facilidades hospitalarias y expandirlas. Había que reaccionar rápidamente, pero hubo gente en el gobierno que no estuvo de acuerdo con eso. Ahora ya vemos una reacción, que partió desde los gobernadores, incluso antes de que el gobierno Federal decidiera tomar acción. Lamentablemente todavía no hay una coordinación nacional consistente desde el gobierno. Como en la mayoría, va a llegar un punto en que se tendrá que admitir que no se estaba preparado para esta emergencia. Respecto a Italia hubo muchas dudas respecto a por qué no se reaccionó antes de que el virus se pagará, pero eso es lo que ocurre, es una de las características de este virus y a Estados Unidos también le tocará enfrentarlo. Más allá de dónde haya comenzado el virus, la postura de mirarlo con distancia, pensando en que nunca va a tocar tu puerta, fue una muy mala idea y espero que nos volvamos a repetir eso en el futuro.