Rio Tinto nombró el jueves al director financiero Jakob Stausholm como su próximo CEO, desafiando las apuestas por un candidato externo para reparar su imagen después de la destrucción de cuevas sagradas aborígenes en Australia.
Aunque legal, la destrucción de estas cuevas de 46.000 años de antigüedad en el desfiladero de Juukan levantó indignación en la opinión y en sus inversores, provocando finalmente la dimisión, no sólo del anterior jefe Jean-Sebastien Jacques, sino también de dos diputados.
Una investigación parlamentaria ha exigido a la empresa que compensen a los aborígenes australianos afectados por la destrucción y que además reconstruya completamente las cuevas.
Stausholm, que se incorporó a Río como director financiero en 2018, tendrá a partir del 1 de enero la difícil tarea de reparar las tensas relaciones con los inversores y la comunidad aborigen, al tiempo que reforma la supervisión del gigante minero.
La elección de un candidato interno ha sido algo inesperado para la mayoría de banqueros e inversores. El nombramiento de un CEO danés después del francés Jacques también será una sorpresa para los inversores australianos, que habían argumentado que un nuevo CEO debía tener experiencia local y estar afincando en el país en el que Rio Tinto consigue el 85% de sus beneficios.
“Stausholm conoce el negocio bastante bien. Es una transición más sencilla, pero la gente probablemente quería un cambio algo más radical”, dijo un gestor de fondos con sede en Sídney, que pidió no ser identificado.