Si bien todos deseamos un lugar de trabajo seguro y saludable, lo que cada ejecutivo y trabajador está dispuesto a hacer para alcanzar tan importante objetivo varía mucho de acuerdo a la cultura de seguridad de cada organización. El sector de la gran minería está en una búsqueda permanente de nuevas formas y estándares que permitan el anhelado estado deseado de Cero daño. Por tanto, es la alta dirección de cada empresa la que debe decidir hasta que nivel se dirigirá el esfuerzo de seguridad y salud.
Algunos gerentes niegan esta responsabilidad y quieren dejar la decisión en manos de los trabajadores, bajo el concepto de una cultura de autocuidado. Si bien esta línea de acción está alineada con el principio de la libertad personal y responsabilidad individual, resulta también una negación de la responsabilidad de la alta dirección por omisión y el resultado es más bien una ausencia de seguridad e higiene en el ambiente laboral.
El comportamiento del trabajador, si bien es factor relevante, no puede por si solo construir un ambiente seguro, por tanto, es fundamental que la alta dirección lo incorpore como un valor y lo valide a través de comportamientos coherentes de producción y seguridad.
Se necesita un compromiso transversal de la organización, que despoje el concepto tradicional de áreas que producen y áreas que hacen seguridad, ya que ambas deben constituir un proceso único, sistémico e indivisible. Si bien son las áreas de producción y seguridad las que definen el énfasis en seguridad, es frecuente que los esfuerzos estén fuertemente orientados a los efectos agudos de los riesgos (accidentes) y no se presta suficiente atención a sus efectos crónicos. Los temas de higiene son más bien materias de estadísticas y mediciones cuyos objetivos y gestión posterior son de dudosa convicción. Es de enorme importancia entonces que los gerentes de Seguridad e Higiene y la alta dirección, como un todo, presten suficiente atención, no sólo a los riesgos de seguridad, sino también a los de higiene, cuya relevancia aumenta conforme se descubren nuevos datos sobre enfermedades profesionales emergentes, los que pueden exponer a las organizaciones a importantes demandas por no generar las condiciones de un entorno seguro, protegido y ausente de contaminación. Finalmente, y no menos relevante, es la responsabilidad ética y tal vez no presente de proteger el futuro de generaciones de trabajadores y sus familias, garantizándoles que su retiro laboral será con ausencia de enfermedades profesionales y con entornos ambientales amigables y cierres de faenas con un alto sentido de responsabilidad Social.
En la Ruta de Cero Exposición, es un intento serio, responsable e informado el aportar con un modelo simple y eficaz, situando la salud del trabajador y protección del entorno en el centro de nuestra atención y prioridades, permitiéndonos focalizar nuestros esfuerzos y responsabilidades en políticas, actividades y procesos conocidos, que nos permitan hacer gestión y certificar áreas y procesos libres de exposición, que puedan afectar la salud de nuestros trabajadores.
Estamos comprometidos con la Integración de seguridad, salud y producción en un programa que sistematice el cero daño como buenas prácticas medibles y de beneficios transversales para cada trabajador, organización y comunidad.