La mayoría de los equipos electrónicos del país, incluyendo televisores, lavadoras, impresoras, notebooks, celulares y viejos computadores de escritorio, tiene un destino desconocido. Es decir, no existe un registro acabado sobre qué les ocurre cuando se acaba su vida útil. Muchos de ellos terminan en un armario o velador, pero esta es una realidad que poco a poco está cambiando. Identificar, desarmar, rescatar y generar su puesta en valor, son las principales acciones de esta incipiente industria.
Casi 60 elementos están presentes en este tipo de residuos. Metales preciosos como el oro y el platino, industriales como el cobre y paladio, además de comunes como el hierro y acero, están entre los principales materiales que se pueden rescatar tras este proceso. Estos son parte fundamental de los circuitos impresos y poseen una baja tasa de pérdida tras su reutilización.
Esta verdadera "minería tecnológica" ofrece una serie de ventajas, la mayoría relacionada con su elevada rentabilidad y el aporte medioambiental que genera la recuperación de estos residuos. Según una investigación desarrollada por la American Chemical Society (ACS), este proceso resulta hasta 13 veces más económico que extraer estos elementos desde la tierra para fabricar nuevos dispositivos. Para hacerse una idea, existen unos 310 gramos de oro por cada tonelada de celulares inteligentes, según un estudio desarrollado por Dell.
Con un valor de US$1.580 por onza, en una tonelada de celulares existe el equivalente a US$15.800 en oro, si se pudiese extraer de manera sencilla. Si cada smartphone pesa en promedio unos 150 gramos, se necesitaría de unos 6.670 para completar 1.000 kilos. "No es que uno vaya con una tijera a cortar un pedacito de cable y obtenga oro. Las cosas tienen que desarmarse cuidadosamente y someterse a un tratamiento, no es tan simple. Se necesitan herramientas especiales y las cantidades que se recolectan son muy bajas", señala Miguel Torres, director de Tecnología de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica (UC).
En Chile aún no existen los medios para realizar la extracción final de estos minerales, pero poco a poco se comienza a desarrollar una industria asociada.
"Computadores, teclados, celulares, mouse y notebooks, entre otros, son recolectados y revendidos a plantas procesadoras, quienes exportan los componentes que extraen de los aparatos. Se trata de un tema que va en alza, se ha desarrollado con rapidez. La gente está tomando conciencia en cuanto al reciclaje y recuperación de estos productos", explica Claudio Urrea, jefe de Operaciones de Debaja.cl, una iniciativa que se encarga de recolectar dispositivos tecnológicos.
El rol de la Ley REP
La clasificación, reciclaje y aprovechamiento de residuos tecnológicos es otro tema que viene a impulsar la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (REP), pues esta incentiva la entrega de información por parte de los productores de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (AEE), uno de los grandes problemas a la hora de hacer un catastro de los equipos presentes en el país e iniciar las labores de reciclaje.
De esta manera, las compañías son las responsables de suministrar la información relativa a la cantidad de productos comercializados a nivel nacional. "Es preciso señalar que los productores de AEE están obligados a entregarnos esta información toda vez que esta servirá de base para el desarrollo del decreto supremo que establecerá las metas de recolección y valorización para este tipo de productos", señalan desde el Ministerio de Medio Ambiente.
En el contexto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y su iniciativa U4E (Unidos por la Eficiencia Energética), el Ministerio de Medio Ambiente se encuentra trabajando en un levantamiento de antecedentes para efectuar el análisis general de impacto económico y social, relacionado a los aparatos eléctricos y electrónicos.
Y es que la generación de basura electrónica es un desafío a nivel global, cuyo pronóstico cada día se pone más cuesta arriba. Según un estudio del Bureau of International Recycling (BIR), en 2025 el mundo generará al año unas 53,9 millones de toneladas de desechos tecnológicos.