"Ha sido una semana intensa". La frase, dicha por el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, da cuenta de sus agitados días al mando de la cartera, protagonista relevante de las tres reformas estructurales que se encuentran en tramitación en el Congreso: la tributaria, la de pensiones y la laboral. Son también días de negociación con los parlamentarios y de definición de indicaciones, sin perder de vista el rol clave que le corresponde en el manejo de la economía nacional, con un entorno externo complejo y un ritmo de crecimiento más débil de lo previsto. Con todo, es enfático al defender la su estimación de crecimiento para el año de 3,5%, misma que ratificó el propio Presidente Sebastián Piñera.

El viernes entró en vigencia el aumento de aranceles extra de EE.UU. a China de 10% a 25%, a US$ 200 mil millones en productos chinos, y ya hay anuncios de represalias. Tomando en cuenta que esta guerra comercial configuró la peor semana de Wall Street, ¿está la economía chilena preparada para enfrentar una agudización de ella y qué impacto podría tener en el crecimiento de este año y el próximo?

-Esta última escaramuza revela lo incierto del escenario externo que enfrentamos. Un día puede haber una tregua y al otro una escalada. La economía chilena está en un buen pie macroeconómico, pero no es inmune a la guerra comercial. Espero que se llegue a un acuerdo entre las principales potencias, pero nada está garantizado.

Sobre esa base, ¿mantiene la proyección de crecimiento del PIB de 3,5% para 2019 que entregó hace unas semanas en el Informe de Finanzas Públicas?

-Las proyecciones son la mejor estimación que uno tiene, pero sin duda, en un mundo que ha tenido cuatro revisiones a la baja de su expansión y hoy se acerca al 3%, indudablemente se hace más difícil crecer.

Como ocurrió el primer trimestre…

-Hemos tenido dos tipos de elementos que han afectado el primer trimestre. Primero, los efectos de la guerra comercial, que genera menos comercio y menos crecimiento, y que nos pega en nuestros términos de intercambio. Las materias primas son especialmente sensibles a períodos de menor crecimiento, en particular en China, y si China crece menos, vamos a tener un menor precio del cobre. También a través de los mercados financieros, particularmente de los accionarios, que corrigen a la baja rápidamente frente a este tipo de movimientos. Y segundo, tenemos los aluviones del norte que tuvieron su efecto más importante en febrero. El Imacec minero cayó casi 8% en febrero.

¿Cuánto afectó eso al crecimiento del período?

-Si el sector minero hubiese ido a la par con el resto de la economía, el primer trimestre habríamos crecido una cifra cercana al 2,5% y no el 1,8% que estamos viendo hoy. Eso no es algo frente a lo que podamos hacer mucho. ¿Nos deja satisfechos ese crecimiento? Por supuesto que no. Nuestra proyección es mayor.

Sin embargo, la Encuesta de Expectativas del Banco Central ya ajustó a la baja por cuarto mes consecutivo la estimación de este año, a 3,2%.

-Y la proyección mundial se ha corregido a la baja cuatro veces en nueve meses. Sabemos que es un desafío importante crecer en estas condiciones, y el mercado así lo entiende también.

¿Mantiene, entonces, el 3,5% para 2019?

-Sí, absolutamente. Duermo tranquilo con la proyección de crecimiento de 3,5%.

¿Con la economía yendo de menos a más?

-Estamos convencidos de que habrá una recuperación muy importante de la economía en el segundo semestre. Vamos a ver algo de recuperación ya en el segundo trimestre, pero tenemos una base de comparación bastante alta: abril es el mes de mayor crecimiento del año pasado, con más del 6%. Esa base de comparación ya nos impone un desafío mayor, una exigencia más fuerte. Ahora estamos hablando solo del primer trimestre de este año. No olvidemos que en 2018 Chile creció 4%, tres veces más que en 2017. Algo dice que hayamos aumentado tres veces y pasar a ser líderes en América Latina, y este año estamos en una sana competencia con Perú de quién crece más. Respecto del año anterior, Chile estaba creciendo a la mitad de lo que crecía el mundo y pasamos en 2018 a crecer, por primera vez en cinco años, más que el mundo. Hoy, lo que estamos intentando es que este crecimiento que volvió a Chile se sostenga en el tiempo. Y para eso necesitamos una corrección al alza del crecimiento tendencial. Ya lo vimos por primera vez en cinco años, que el crecimiento tendencial aumentó el año pasado y esperamos otra alza para este año.

¿El grueso del partido del crecimiento se jugará en casa, entonces?

- Siempre lo he dicho: el grueso del partido se juega dentro de Chile. La razón fundamental por la que los países crecen o no, no tiene que ver con las vicisitudes de la economía externa, sino con la calidad de las políticas económicas, con las instituciones, con los incentivos, con el tipo de gestión, con la política fiscal y con las señales que se envíen. Pero no hay ninguna duda que, aunque es menos del 50% del efecto, el sector externo tiene influencia.

Ha habido varias voces de empresarios y economistas -sin ir más lejos el expresidente del Banco Central Roberto Zahler el jueves- que han dicho que la lentitud en el avance de las reformas ha dañado las expectativas y está afectando el crecimiento de la economía. ¿Cuál es su evaluación?

-Es indudable que si hubiéramos podido avanzar más rápido en las reformas estaríamos creciendo más. Ese es un hecho. No creo que para el corto plazo hubiese hecho una diferencia sustancial, pero sí para el crecimiento sostenido del que estamos hablando, porque igual hubiéramos tenido que enfrentar las condiciones de la guerra comercial y los aluviones en el norte. Quizás no se hubiesen sentido tanto y estaríamos creciendo más, sin duda, porque las decisiones de consumo e inversión efectivamente dependen de expectativas. Pero somos un gobierno de minoría, y como gobierno de minoría necesitamos llegar a acuerdos. He comentado que una vez me dormí y soñé que era ministro de Hacienda en un gobierno con mayoría legislativa en ambas cámaras y realmente lo pasé muy bien en ese sueño. Pero me desperté y me di cuenta de que parece que estoy condenado a ser ministro de Hacienda en un gobierno de minoría.

¿Qué espera de la oposición en ese diálogo?

-Al diálogo hay que dedicarle bastante más tiempo y uno se encuentra con realidades en que los proyectos no pasan con la velocidad que uno quisiera. Eso también permite distinguir que hay dos tipos de oposición y que probablemente las vamos a ver en acción en muchos proyectos, incluida la próxima semana. Por un lado, aquellos que no quieren dialogar y que no quieren aprobar nada de lo que proponga este gobierno. Parece que su primera respuesta es no, en algunos casos. Eso es malo para la política, porque al final es negarse al diálogo, y eso es castigado por la ciudadanía. La ciudadanía premia a los que son capaces de dialogar y llegar a acuerdos, y castiga a los que se niegan a todo.

¿Una oposición con "voluntad obstruccionista", como dijo la ministra Cecilia Pérez?

-Cada uno lo pone en la forma como le parece mejor. Pero sin duda uno ve algunos parlamentarios y sectores del Parlamento que dicen que no, antes de conocer el proyecto. Eso no es bueno, no es positivo. Todos esperamos que los parlamentarios estudien y analicen los proyectos, y que después puedan tomar una posición de estar a favor o en contra. Pero decir que no a todo, a un proyecto antes de conocerlo, no es una práctica de legislar a favor de Chile. Esto no se trata de estar a favor del gobierno. Aquí tenemos una cantidad importante de desafíos que estamos abordando con nuestro mejor esfuerzo.

¿Quién es esa oposición?

-Está bastante claro quiénes son, ni siquiera es necesario que uno lo diga. Pero también hay otro grupo que está abierto al diálogo. Hemos podido construir acuerdos legislativos institucionales con los parlamentarios y directiva de los partidos , y valoramos los liderazgos constructivos que nos han permitido avanzar en modernización tributaria. Esperamos seguir igual con las pensiones. Crecientemente la ciudadanía quiere diálogo y eso exige flexibilidad por ambas partes y que las dos cedan en algo. Y aunque tuviéramos mayoría, el diálogo es necesario y nunca pasarle la aplanadora a la oposición. Aspiramos a que los proyectos pasen con las mayorías más amplias que sea posible, particularmente en los proyectos estructurales. Vamos a seguir trabajando incansablemente en generar oportunidades para los chilenos. Chile es un país de clase media y en un país que no crece, la clase media no progresa.

Administración del 4% de cotización y BancoEstado: "Estamos dispuestos a avanzar más que eso"

En la Reforma de Pensiones dijeron estar dispuestos a avanzar en que un actor público participara en la administración del 4% adicional. ¿Qué fórmula barajan?

-La forma precisa la queremos estudiar, pero creemos que se puede avanzar. Con el actual proyecto de ley, BancoEstado puede participar en la administración del 4% a través de su Administradora General de Fondos con una filial de giro único. Ahí tenemos una opción.

¿Podrían ser otras entidades públicas, más allá de BancoEstado?

-Estamos dispuestos a avanzar más que eso. Estamos estudiando distintas alternativas, con una mayor participación.

¿Podría permitírsele a esa entidad pública participar en la administración del 10% restante?

-Aquí hay distintos niveles de riesgo. El 4% puede tomar más riesgo y, por eso, propusimos un sistema distinto para su administración. El 10% queremos que sea una base que tome menos riesgo, pero también queremos hacer una serie de mejoras al sistema que administra los fondos, a través, por ejemplo, de mejor y mayor competencia. También propusimos que se baje el encaje a la mitad, a lo que se oponen algunos en la oposición, pero si queremos más competencia tenemos que disminuir las barreras de entrada a nuevos agentes.

¿Hay disposición para flexibilizar la postura en otras áreas?

-Estamos disponibles a avanzar en muchos temas. Por ejemplo, profundizar el Seguro y Subsidio de Dependencia. Pero también quiero mencionar otra cosa: se pide que la reforma sea financiada de forma responsable. Y creo que en la comisión de Trabajo, donde abordamos esto, quedó meridianamente claro que existe el espacio para financiar esta reforma.

¿Pese a las críticas?

-El planteamiento es bastante claro. Hoy tenemos un déficit del sistema antiguo de más de 1% del PIB, es decir, más de US$ 3.000 millones. Ese déficit cae año a año, justamente porque el sistema antiguo se va acabando. Esta es la misma forma como se financió la reforma de 2008 y el Pilar Solidario. Ahora, hay una premisa que se repite mucho: que gastos permanentes solo deben ser financiados por ingresos permanentes. Eso es cierto solo en algunos casos, no es una ley universal.

¿En qué sentido?

-En este caso la misma extinción de un gasto en el tiempo permite acomodar uno nuevo previsional. El déficit del sistema antiguo era cerca de 2% del PIB en 2008, hoy es poco más de 1%, ha caído casi un punto del PIB. Lo que me sorprende es que hubo un juicio sobre la reforma de 2008 y otro diferente respecto de ésta, cuando el mecanismo de financiamiento es responsable y es el mismo.

También piden subir 20% las pensiones de los actuales jubilados.

-En pedir no hay engaño, pero también hay que ser responsables con el financiamiento. ¡Hay que mirar los números, pues! Hay que priorizar. El aumento del 10% es desde el primer año, pero para el segundo ya estamos con 20% en algunos segmentos, y entre el cuarto y el quinto año, entre el 40% y el 50% en el Pilar Solidario. Si piden aumentarlo a un 20%, son más recursos públicos, hay que analizarlo y ver cómo conciliar las múltiples demandas. No hay que perder de vista que les estamos dedicando el grueso de las holguras fiscales del gobierno del Presidente Piñera a mejorar las pensiones.

Lo otro que se ha planteado es aumentar las cotizaciones hasta 16%.

-¿Ve?, todo es insuficiente. Quiero recordar que somos el primer gobierno que plantea un aumento en la cotización de pensiones desde la reforma de 1980. La reforma de 2008, que estableció el Pilar Solidario, mantuvo el 10%. No niego que en el futuro puedan ser necesarios aumentos adicionales, pero hay que mantener el principio de la gradualidad, esto absorbe una parte importante de recursos públicos, por menores ingresos y por mayores gastos no solo en Pilar Solidario, sino también como Estado empleador. Esa es una discusión válida y es posible que haya que hacerla a futuro, pero ahora estamos en el eje de cuatro puntos que se concretan en ocho años.

También se entregó el primer set de indicaciones de la Reforma Tributaria. ¿Qué espera del debate?

-Presentamos 48 indicaciones en el artículo 1. Hemos escuchado a parlamentarios de Chile Vamos y de la oposición, y eso nos conduce a mejorar el proyecto. Vamos a ver qué otros temas hay. Lo que quedó claro de la comisión del miércoles es que no podemos hacer una sesión semanal, y hubo disposición a aumentarlas.

¿Prevé un plazo de aprobación?

-Gran parte de la discusión ha sido hecha y, por lo tanto, espero que podamos avanzar más rápido junto con dar una buena discusión. Eso también depende de la voluntad de los parlamentarios. Espero que salga del Congreso antes de fin de año, de todas maneras, ojalá antes del Presupuesto, porque aquí hay recursos involucrados. El objetivo de este proyecto de ley no ha sido recaudar, pero hay recaudaciones interesantes también: algunos años de la transición hay más de US$ 1.000 millones, luego, en régimen, si uno suma y resta las medidas de compensación, son más de US$ 600 millones.

Para la oposición, compensar la reintegración del sistema es relevante. ¿Habrá otras medidas?

-Quiero partir por aclarar que el sistema semiintegrado es inequitativo. Nadie me ha podido dar una buena razón por la que un inversionista extranjero tenga que pagar menos impuesto que un inversionista nacional, o que haya alrededor de 180 mil pymes en el sistema semiintegrado cuyos socios o accionistas pagan casi 10 puntos porcentuales más de tasa de impuesto. Entonces, si es inequitativo, resulta positivo eliminar estas discriminaciones, además de su enorme complejidad.

¿No habrá más compensaciones?

-En el marco de las negociaciones hemos comprometido compensar unos US$ 400 millones con medidas progresivas. Eso es lo acordado.

Respecto de la creación de la Comisión Antielusión, hubo reparos de los expertos tributarios a su diseño. ¿Por qué se eligió ese modelo y que sea transitorio?

-Es un cambio importante en nuestra institucionalidad, una comisión más técnica, un organismo colegiado cuya decisión es vinculante. Queremos ver cómo funciona, porque pueden pasar varias cosas: que resulte muy bien, que podamos profundizar el rediseño institucional o, en su defecto, volver al sistema anterior. Todo cambio tiene cuestionamientos. Lo hemos analizado y justamente por eso es que establecemos este período de 24 meses. Es un cambio institucional con prudencia.

Roberto Zahler señaló que hubo un sesgo ideológico en la presentación de esta reforma, sin esperar la plena vigencia de la anterior.

-Tengo una posición muy distinta. Hemos visto cómo funciona la reforma tributaria. Y va contra toda racionalidad económica que los proyectos tengan que entrar en régimen para esperar sus efectos: los proyectos tienen efectos ya desde que son anunciados, sobre todo en inversión. Que en Chile la inversión haya caído en los cuatro años anteriores, sin ninguna crisis externa, es un argumento decidor. Solo decir una cosa: nosotros no estamos mirando para atrás, sino para adelante, estamos proponiendo una modernización tributaria para el siglo XXI.

El proyecto que flexibiliza la jornada laboral recibió el respaldo del exministro de Hacienda Rodrigo Valdés. ¿Cómo lo recibe?

-Valoro ese apoyo. Lo que hizo el exministro fue mirar desapasionadamente el proyecto en su mérito, no quién lo propuso. Si estamos viviendo los efectos de la economía digital, la inteligencia artificial y la robótica, nos tenemos que preparar para eso con una mejor adaptabilidad laboral. Hoy tenemos una ley laboral extremadamente rígida. Además, todo esto es voluntario.

Pero la CUT ha criticado el proyecto...

-Cada vez que se presenta una idea laboral, la crítica es la misma: la precarización. Aquí no hay ninguna precarización de los derechos de los trabajadores. Aquí se busca que puedan ampliar sus oportunidades. Y si se quieren quedar con el sistema actual que se queden. Nadie los está obligando. Pero, ¡por Dios! ¿Por qué no confiamos un poquito más en la libertad de las personas y en la libertad de los grupos y sindicatos de negociar? .