En 1991 estallaba una burbuja inmobiliaria en Suecia, con efectos devastadores para el desempleo, que en tres años subió de 3% a 12%. En ese contexto, y con los cambios demográficos globales en curso, comenzaron a crecer los temores sobre la capacidad que tendría el Estado para pagar las pensiones del típico sistema de reparto que reinaba en Europa.
Dadas esas dificultades y gracias a un consenso político amplio, en 1994 los suecos aprobaron una reforma previsional, cuya estructura rige hasta la actualidad. Esta contempla una pensión mínima garantizada, que financia el fisco a través del presupuesto nacional. y además otros dos esquemas.
"Al trabajar en Suecia cada año se destina el 18,5% de tu ingreso pensionable a tu pensión de jubilación pública. El 16% va a tu pensión contributiva, donde el valor sigue la evolución de los ingresos en Suecia. El 2,5% restante se destina a tu pensión por primas, dónde puedes optar por fondos de inversión públicas o privadas", detalla Charlotte Alvin, Embajadora Adjunta de Suecia en Chile.
El esquema de pensión por primas, también conocido como Premiepension, es similar a las AFP, aunque con la diferencia de que al jubilar, el contribuyente puede optar entre recuperar sus recursos mediante rentas vitalicias o rescate total o parcial.
En tanto, la Contribución Definida Nocional (NDC, siglas en sueco), también llamada Inkonstpension, es específicamente el esquema que ha acaparado la atención en Chile, en el marco de la reforma que se discute en el Congreso.
El modelo en la lupa
Se le considera una adaptación del sistema de reparto, al tratarse de un ahorro colectivo que mantiene una lógica según la cual los cotizantes actuales pagan las pensiones de los jubilados actuales. Sin embargo, hay diferencias relevantes. En este esquema cada trabajador dispone de una cuenta personal, que registran toda sus cotizaciones, las que son igualmente importantes a la hora de jubilar.
Así, la pensión que se asigna se define por el total de aportes realizados durante la vida laboral, lo que se divide por los años de esperanza de vida que se estiman en el país al momento del retiro. Bajo esta consideración, no son pocos los que retrasan su jubilación después de llegar a la edad mínima de 61 años, con un máximo de 67, según lo establecido en la ley.
De todas formas, hay una fuente de incertidumbre: la tasas de rendimiento ficticia, que aplica de manera uniforme el gobierno. Esta, depende del crecimiento, tanto de la economía como de los salarios per cápita, y se sitúa entre el 1,6% y el 2%.
Virtual
Es importante señalar que la mencionada cuenta personal es virtual o teórica, conceptos asociados a "nocional", es decir, no es real. Los cotizantes no tienen sus aportes en un fondo propio y sus aportes no se depositan en una cuenta que se invierta en el mercado financiera, de modo tal que se obtuviera una rentabilidad de esa inversión, lo que distancia a este modelo de la capitalización individual.
Pese a lo anterior, la virtualidad de la cuenta personal es claramente distinguible para los trabajadores suecos, quienes reciben anualmente el llamado "sobre naranja", donde pueden revisar los derechos acumulados por sus contribuciones tanto en el Inkonstpension y Premiepension. Cabe destacar, que además de este modelo mixto, lo suecos reciben una "pensión ocupacional", que aportan los empleadores.