En agosto de este año, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) abrió un proceso de consulta pública en relación con la propuesta normativa que modificaría la Norma de Carácter General (NCG) N°461 para introducir algunos perfeccionamientos al contenido de la Memoria Anual integrada que deben entregarle las entidades inscritas en su Registro de Valores.

Tal como lo explican desde la CMF, la NCG N°461 comenzó a aplicarse en 2022 con reportes voluntarios y en 2023 fueron los primeros obligatorios de las Sociedades Anónimas abiertas cuyos activos totales consolidados superaban los 20 millones de UF. Para el reporte 2024, se sumaron las empresas de más de un millón de UF. En 2025 se agregarán las sociedades anónimas especiales inscritas, y los demás emisores de valores no contemplados en los dos números anteriores: bancos, compañías de seguros, AGF, bolsas de valores, entre otras.

Solange Berstein, presidenta del Consejo de la CMF, explica a Hub Sustentabilidad que hoy existe una creciente demanda de divulgación de información basada en los criterios ASG. El propósito de la norma es que, principalmente los inversionistas, puedan evaluar y seleccionar aquellos instrumentos financieros de inversión en que estarían mejor resguardados sus intereses y distinguir aquellas compañías más preparadas para identificar, cuantificar y gestionar riesgos.

Berstein señala que al ser esta una norma muy reciente y desafiante, el monitoreo de su implementación “ha sido clave para identificar factores de mejora de tal manera de que la información sea la mejor posible”. Durante el 2023 la CMF fiscalizó a más de 7 mil entidades que administran el 77% de los activos del mercado financiero del país, equivalente a 642 mil millones de dólares y dos veces el Producto Interno Bruto (PIB) del año pasado.

Factores de mejora

De la supervisión efectuada, la CMF concluyó que tres áreas que debían ser modificadas, según cuenta la presidenta de la entidad. Por una parte, consideraron pertinente mejorar la divulgación de la información para que fuese clara y concisa. Más allá de la extensión en la memoria, una tarea importante es saber sintetizar y administrar un contenido fácil de encontrar. “Información sobre la adhesión a códigos de gobernanza, si se están adhiriendo o no a los principios de gobierno corporativo de la Ocde. En términos de adaptabilidad laboral conocer si hay teletrabajo o no. O incluso en temas de género, que se entregue información de capacitaciones por género o mayor información de política de diversidad en los directorios”, ejemplifica.

Otra línea de mejora, detalla, es saber comunicar y hacer explícitos los criterios con los que trabaja la norma basados en los estándares del International Sustainability Standards Board (ISSB), demostrando una alineación con los estándares internacionales de alta calidad, que corresponden a NIIF S1 (Normas Internacionales de Información Financiera), sobre requisitos generales para la divulgación de información financiera relacionada con la sostenibilidad, y NIIF S2, sobre la divulgación de aspectos climáticos.

“Nuestra norma era un pariente muy cercano a los nuevos estándares impuestos, pero nos faltaba hacerlo explícito y hacer algunos ajustes para que se entendiera que nuestra norma estaba alineada con esos estándares internacionales que habían sido publicados”, recalca Solange Berstein.

Finalmente, la tercera línea de mejora que plantea la CMF tiene relación con la flexibilidad y proporcionalidad. “Los costos de tener una memoria integrada con los requisitos de la 461 era una carga que no se justificaba para empresas de menor tamaño, al menos no de manera obligatoria, por lo que pasó a ser voluntaria”, concluye.