Modyo: la startup que le ayuda a las grandes compañías con su cara digital
Mark quería darse un año sabático en Chile y llegó desde el otro extremo del planeta. Pero se quedó 20. Aquí conoció a Wenceslao Casares (Patagon) y a Oskar Hjertonsson (Cornershop) entre otros íconos del emprendimiento latino. También a su socio, Pablo. Ambos armaron Modyo, que proyecta facturar US$10 millones en 2020 y prepara su desembarco a Norteamérica.
En 2001, el canadiense Mark Bonnell vivía en Toronto con su esposa chilena. “¿Por qué no nos vamos a Chile un año?”, le preguntó ella. A Mark le gustó la idea y renunció a Microforum, una compañía de 500 personas y socio de Microsoft en el área de e-commerce en Canadá. Pero los 12 meses se transformaron casi en 20 años… y contando.
A las pocas semanas en suelo criollo, el actual CEO de Modyo fue a conocer a Carlos Hurtado, ex ministro de Obras Públicas a quien le tiene gran aprecio. Esto, porque ya era amigo de su hijo de homónimo nombre, que se había dado una vuelta por Toronto a hacer un doctorado en datamining años atrás. “Siempre nos juntábamos un grupo de chilenos y canadienses a compartir unas empanadas y algo para tomar”, recuerda Mark acerca de ese tiempo en Norteamérica. Carlos Hurtado hijo, fue uno de los primeros inversionistas de esta startup.
En Santiago, Mark también conoció a Pablo Córdova, actual cofundador y CFO (gerente de finanzas) de Modyo y con quien desde entonces ha compartido una serie de aventuras de emprendimiento. Pablo tenía un MBA en la London Business School. La primera startup que armaron fue Impirica, que funcionó desde 2002 a 2010 y se la vendieron a Cinemark (hoy se llama Flix).
Dos años antes crearon Modyo, una empresa de software que trabaja con grandes compañías en su transformación digital, principalmente en los canales digitales. Hablaron con algunos ingenieros de la Universidad Federico Santa María y comenzaron a buscar inversionistas. “Necesitábamos un poco de plata para partir…”, dice Mark en un acento norteamericano inconfundible. Se consiguieron US$500.000. Uno de los que creyó en ellos fue Naoshi Matsumoto, que tiene un family office e inversiones en empresas como Sigdo Koopers y Grupo Security. El otro gran inversionista fue Joel Peterson, presidente del directorio de la aerolínea estadounidense JetBlue, que Mark había conocido a través de un amigo cuando estudió en la Universidad de Utah.
Hoy, Modyo posee 30 grandes clientes en 10 países. La mayoría son del sector financiero, algo que también fue un foco de esta startup desde el inicio. En 2012 y con unos cuatro años de vida lograron el punto de equilibrio. Pero obviamente, querían más.
“Conocí ese año a Oskar Hjertonsson (cofundador y CEO de Cornershop), quien me presentó a uno de los inversionistas del ex Clandescuento, que fue vendida a Groupon”. El inversionista era nada menos que Wenceslao Casares, el ícono del emprendimiento tecnológico latinoamericano, que vendió Patagon.com por casi US$600 millones al grupo Santander, casi paralelamente a que reventara la burbuja de las puntocom en el mundo.
Casares le hizo el link con el venture capital chileno Aurus quien, luego de un par de reuniones invirtieron US$1.700.000. “Esa fue la última inversión que levantamos. Desde entonces preferimos crecer con nuestras ventas de forma orgánica. De todas formas, la inversión despareció como en 18 meses”, cuenta Mark.
Pero lo que pasó en ese año y medio fue clave. Comenzaron a ganar varios grandes clientes, como BCI. “Eso fue la entrada en nuestra estrategia de profundizar en el sector financiero. Y así fuimos llegando a más bancos, como Santander. También LarrainVial. Incluso, ganamos la licitación de Banco de Chile contra IBM para sus canales digitales”, recuerda el CEO de esta startup.
En ese período también conoció al colombiano Juan Manuel Cortés, con quien se hizo amigo de inmediato, lo que significó que en 2019 abrieran sus primeras oficinas fuera de Chile, en Bogotá. En los últimos años también han establecido una estrategia de trabajar con partnership en varios países que han entrado con clientes. Es el caso por ejemplo de EE.UU., donde ya están trabajando con BCI en Miami. También tienen otro socio de negocios en Montreal, Canadá. Justamente, están pensando desembarcar con oficinas en Norteamérica en alguno de los dos países. “O pueden ser ambos al mismo tiempo”, asegura Mark.
Y pueden hacerlo, con una facturación de US$7 millones en 2019 y de US$10 millones proyectada para este año. Mark reconoce que otros elementos que le han ayudado al crecimiento es ser agnósticos con respecto a la tecnología que usan. “Usamos AWS, Azure (Microsoft) o Google Cloud dependiendo de cada caso”. También les dio un empujón los ciberataques sufridos a los bancos en el último tiempo, ya que fue “un incentivo” para que el sector financiero invirtiera más en tecnología.
¿Les influye en su negocio la actual pandemia? Mark Bonnell responde usando una especie de parábola: “Creo que el juez aún no ha tomado su decisión. Por un lado, nos puede impactar de forma negativa; pero por el otro, muchas compañías están pensando que tienen que potenciar aún más sus canales digitales”.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.