Se le considera el creador de los vehículos autónomos y de las pantallas inteligentes en los aviones. El ingeniero judío-norteamericano Mois Navon se fue en a principios de este siglo a vivir a Israel siendo parte clave del ecosistema de emprendimiento que hoy distingue a ese país. Fundó Mobileye, la startup que diseñó el sistema visual automotriz que impulsó la revolución de los vehículos autónomos y que se hizo famosa en 2017 al vender el chip desarrollado a Intel por US$15 mil millones, la venta de alta tecnología más grande en la historia de Israel. Hoy en día, la tecnología, denominada como ADAS (Advanced Driving Assistant System o sistema avanzado de asistente de conducción) se encuentra en 30 millones de vehículos y domina el 70% del mercado mundial.
Navon no conoce Sudamérica y estará en Chile del 21 al 30 de agosto dando varias conferencias y participando de reuniones en Icare, en la Cámara Chilena de la Construcción, así como en las universidades Católica y Andrés Bello, entre otros lugares. Su visita fue posible gracias a las gestiones en conjunto de Roberto Camhi, director de la Comunidad Judía de Chile, y Jennyfer Salvo, fundadora de Softpower Connection, así como de varias personas e instituciones que han colaborado. Pero Navon no sólo es el símbolo de la alta tecnología del país del Medio Oriente: también es rabino y experto en ética, cosas que trata de combinar en su día a día.
¿Cuáles son los elementos clave que han hecho de Israel un centro neurálgico para las startups?
Muchos se hacen esa pregunta. ¿Cómo un país tan pequeño, que tiene la población de la ciudad de Nueva York, está justo detrás de Estados Unidos y China en términos de startups e innovación, patentes, etc.? Hay muchos factores, uno de ellos es que todo el mundo va al Ejército y por lo tanto aprende el sacrificio a una edad temprana, la autodisciplina y una serie de habilidades que las llevan al mundo laboral. Además es un país pequeño y no hay jerarquías. Los ingenieros de bajo nivel pueden hablar con los altos directivos. Pero sobre todo, con todos los problemas que tiene Israel, hay un gran sentido del propósito.
Por otro lado, el sistema empresarial local se ha desarrollado de tal forma que al principio había mucha gente inteligente trabajando en problemas difíciles, pero a precios muy bajos en comparación con el resto del mundo. Así, comenzó a llegar el capital de riesgo y a desarrollarse junto con el talento de ingeniería. Así que sin duda ha impactado en toda la cultura y nos ha cambiado.
¿Cómo los ha cambiado?
La gente se volvió tan próspera que sus valores se pusieron en tela de juicio y esa es la etapa en la que se encuentra Israel ahora. Necesitamos revaluar nuestro sistema de valores, que nos ha cambiado en gran parte por el auge de las startups. No basta con desarrollar tecnología. Al final del día está la idea del propósito. Encontrar un sentido. Pero creo que es un tema que debe ser revisado en todos los países.
Hablemos de la tecnología en la que fue Ud. protagonista. ¿Cuándo se podría realmente masificar el uso de vehículos autónomos?
Hay como cinco niveles de conducción autónoma y el último (que es el quiere ver la gente) es ese donde uno le dice al vehículo que no tiene volante: “Llévame a la playa”. Y va hacia allá mientras el chofer duerme o ve una película. Pero aún no llegamos ahí.
¿En qué nivel estamos entonces?
Entre el 3 y el 4, donde un auto puede circular solo por autopistas y carreteras muy bien trazadas, pero aún se requiere que el conductor humano tome el control en ciertos casos. La llegada al vehículo autónomo total sería entre 2035 y 2040, según la revista Wired. Pero no hay duda que vamos a tener vehículos completamente autónomos. La gente no conducirá más. Es sólo una cuestión de tiempo.
¿Y la conducción autónoma es hoy un área importante para el desarrollo de las startups?
Creo que antes del ChatGPT y las aplicaciones de inteligencia artificial (IA), la mayor disrupción estaba en la movilidad. Hace unos cinco o siete años, los vehículos autónomos se veían como la gran disrupción tecnológica de la humanidad. No hay duda que sigue siendo un aspecto enorme en el desarrollo tecnológico y hay un montón de empresas involucradas, pero los grandes modelos de lenguaje de IA se han convertido ahora en una gran disrupción.
Hablando de inteligencia artificial, en su experiencia en el ecosistema de emprendimiento, ¿estamos viviendo realmente el comienzo de una nueva era o se está formando una “burbuja” como ocurrió a principios de este siglo con las empresas puntocom?
Primero, creo que esto no es el comienzo de nada. La IA empezó en la década del 50, cuando John McCarthy, Marvin Minsky y mucha gente más, dijeron que querían construir máquinas que hagan lo que hace la gente. Y de repente se dieron cuenta que estas máquinas podían vencer a los humanos en el juego de damas y luego en ajedrez. Esa máquina ya tenía entonces lo que llamamos un tipo de pensamiento. Pero lo que realmente ha cambiado todo hoy en día es que lo que la IA es capaz de hacer. Así que no creo que la inteligencia artificial sea una burbuja. Estamos en el codo de una curva que de repente va a despegar exponencialmente. Y claro, es más visible para la gente ahora por el poder de ChatGPT y otros grandes modelos similares.
¿Cuál será el eje de sus charlas en Chile?
Tratar de inspirar a la gente acerca de que el futuro es bueno. Que la tecnología es muy beneficiosa para la humanidad. Pero a la vez, me gustaría que entiendan que no pueden dejar que la tecnología los dirija. Que los seres humanos necesitan ponerla en un marco ético.
¿Y dónde está el tema ético en la tecnología de conducción autónoma?
Cuando creemos que realmente es seguro para poner los vehículos autónomos en las calles y no poner en juego la vida de las personas. ¿Cuáles son los verdaderos peligros? Y así también hay un montón de desafíos éticos con la IA. Por ejemplo, cuando conversas con ChatGPT es algo muy similar a una conversación con una persona. Es muy fluida. O sea, entras a una especie de relación. Pides por favor y dices gracias. Pero es una máquina. Y si tratas a una máquina como persona, quizá trates a una persona como a una máquina. ¿Cómo encontrar el equilibrio? Y las preguntas se vuelven más difíciles, especialmente cuando hay 72 laboratorios en todo el mundo trabajando en máquinas conscientes.