Desde mediados de abril la economía argentina ha sufrido una gran turbulencia que llevó a los inversionistas a alejarse del peso, migrando al dólar americano. La divisa transandina se ha depreciado más de 22% desde dicha fecha, mientras que el dólar global se apreció cerca de 5%.

Existe un factor interno que ha provocado que la moneda se desmarque: la herencia tóxica dejada por la administración anterior que llevó a un mix de políticas macro del gobierno de Macri que se ha ido agotando.

La herencia Kichnerista era un nudo gordiano no fácil de desenredar. Ésta fue un desajuste fiscal brutal causado por altos subsidios al consumo final de energía, otros fuertes gastos fiscales y un sistema tributario distorsionador e ineficiente. Esto llevó a una inflación endémicamente alta, un crédito externo cortado, onerosos controles cambiarios y una moneda sobre apreciada.

Para enfrentar este escenario, y dada la falta de mayoría en el Congreso, el gobierno de Macri optó por hacer un ajuste fiscal gradual, que implicó que la política monetaria se llevara la mayor carga de bajar la inflación. Esto produjo un elevado déficit en cuenta corriente (6% del PIB) y una moneda sobre apreciada. Claramente, esta estrategia se agotó en abril.

¿Qué viene hacia adelante? Las negociaciones con el FMI implicarán un mayor ajuste fiscal y, eventualmente, una política monetaria más expansiva. No obstante, la pregunta más relevante es: ¿qué puede pasar con la moneda? Según los modelos del Artículo IV del FMI que estiman que el peso debiera depreciarse en términos reales entre 10-25% en 2018 para bajar el déficit de cuenta corriente a niveles razonables.

En el recuadro se plantean tres escenarios. En el escenario 1 (el más optimista) la moneda estaría barata, ya que es posible esperar un apreciación nominal de cerca de 8,5% para el resto del año.

En el escenario 3 (el más pesimista) la moneda todavía tiene que depreciarse nominalmente 14%. En el escenario 2 (intermedio) tendría que depreciarse nominalmente solo 4%. Estos números no son proyecciones, pero dan una buena idea de cuánto ajuste ya ha ocurrido.

¿Es un buen momento para entrar a comprar activos argentinos? Esto depende de la tolerancia al riesgo. Sin embargo, la moneda ya habría hecho un ajuste relevante y dado que la tasa de interés libre de riesgo para el resto del año está en 22% (40% anualizado), pensamos que el retorno justifica el riesgo para un inversionista dispuesto a atreverse.