Quedan solo 7 meses para la COP 25, el encuentro climático y medio ambiental más relevante a nivel global, en el que se espera participen cerca de veinte mil personas.
¿Qué posición debe tomar el mundo empresarial? Hay distintas miradas. Sin duda se escucharán voces que sostengan que la única forma de enfrentar el cambio climático es sacrificando el crecimiento que, por ejemplo, generan actividades industriales como la minera, forestal, acuícola y agroindustrial por responder a un supuesto modelo extractivista y rentista. Es comprensible, por tanto, que haya quienes creen que en esta COP 25 el mundo empresarial deba mantener un bajo perfil y activarse sólo para el control de daños. Sin embargo, nosotros pensamos lo contrario. Chile tiene una tremenda oportunidad para mostrar que los países que se han desarrollado económica y socialmente, están mejor preparados para adaptarse y para contribuir a la mitigación del cambio climático, desafío en el que nuestras principales industrias son -y tienen la oportunidad de serlo aún más- protagonistas de la migración hacia una economía circular y baja en carbono.
Para ello formamos en SOFOFA un grupo de trabajo integrado tanto por presidentes y gerentes de empresas y gremios industriales, como expertos de la academia y de la sociedad civil. Desde aquí hemos propuesto a la Ministra del Medio Ambiente que Chile marque una diferencia revelando las dos caras de una misma moneda: por un lado, la de las metas de reducción de emisiones; y, por otro, la de las acciones necesarias para su cumplimiento. Ambas, metas y acciones, deben basarse en la evidencia científica que permita discernir la viabilidad de las distintas opciones de reducción y de captura y transformación de GEI según sus respectivos costos de implementación. Sólo desplegando iniciativas en ambas dimensiones, reducción y absorción, podremos aspirar a liderar los esfuerzos regionales para caminar hacia el objetivo de ser un país "carbono neutral".
Pero para ello, debemos revelar la dimensión económica y social del ciudadano, que en estos foros parece desacoplarse de su dimensión política, asimetría reflejada en el contraste entre el apoyo o participación de diversas organizaciones de la sociedad civil en torno a la causa de enfrentar el cambio climático, y la lentitud con que se producen los cambios culturales y hábitos de consumo. En efecto, sólo vinculando la dimensión política con la social y económica de los ciudadanos, y éstas con los ecosistemas de innovación científica y emprendedora desde donde provienen las soluciones físicas, biológicas y digitales a este gran desafío planetario, el mundo empresarial podrá ser tan protagonista como los Estados y las ONG, y podremos como sociedad, migrar desde las metas declarativas a las acciones responsables que, al mismo tiempo que reducen emisiones de GEI o aumentan su absorción, potencian el desarrollo económico y social de los países.
Proponemos para ello abordar aquellos temas en los que Chile tiene la oportunidad de ser un protagonista en esta COP 25: des-carbonización de la matriz eléctrica y energías renovables, bosques, áreas protegidas y plantaciones como sumideros de GEI, minería como líder en el desarrollo de los insumos fundamentales para un futuro renovable y con electro movilidad, transporte y producción de calor bajo en o sin emisiones y sinergia entre conservación de espacios marinos y desarrollo de industrias productivas. Y hacerlo en un espacio de diálogo basado en la ciencia, la experiencia y la evidencia, alejado de las consignas y eslóganes.
Transformemos la COP 25 en una oportunidad para construir junto al Estado, la empresa, la academia y la sociedad civil un proyecto de desarrollo económico y social basado en el conocimiento y la evidencia científica, que nos permita adoptar con responsabilidad las alternativas más costo eficientes para alcanzar una economía circular y baja en carbono. P