El presidente de la patronal mexicana fue claro: "preferible ceder a no tener acuerdo con EEUU". Esto es mejor que no tener acuerdo, pero también puede dar el vamos a una nueva era, donde el poder económico impone acuerdos comerciales cada vez más desequilibrados.
México consiguió eliminar las peores amenazas, pero debió aceptar un mecanismo de controversias más laxo, exigencias en reglas de origen automotriz y normativas más duras en propiedad intelectual. La cláusula de expiración automática del acuerdo cada cinco años, obligaba a una renegociación perpetua, maximizando el poder de veto de EEUU. Ahora, tendría una vigencia de 16 años y, al sexto, se revisa. En un contexto de proteccionismo, esta exigencia agrega una cuota de incertidumbre a los negocios.
En el caso de la industria automotriz, a los vehículos a motor y sus componentes, se exige que el contenido original sea del 75% (hoy es de 62,5%). Además, que entre el 40% y el 45% del contenido de los automóviles esté fabricado por empleados que ganen al menos US$16 por hora.
Los vehículos mexicanos que no cumplan, enfrentarán el arancel NMF de 2,5%, y de 25% en el caso de las camionetas pick up. Es un vínculo inédito que desbalancea el acuerdo en contra de los países en desarrollo. En el sector textil, se imponen mayores exigencias de contenido local en todos los insumos del sector, lo que obligará a buscar suministro local o en EEUU.
En la solución de controversias, México aceptó eliminar el capítulo 19 (solución de disputas inversionista- Estado), el que Canadá quiere preservar. Así, México queda a discreción de los mecanismos unilaterales de protección que EEUU despliegue. En propiedad intelectual, se refuerzan las medidas para combatir el comercio de productos falsificados o piratas y el tráfico de secretos comerciales; y en comercio digital, se incluye un capítulo dedicado al comercio de productos digitales, facilitando transacciones y prohibiendo aplicación de aranceles sobre libros electrónicos, música, videojuegos y software.
El acuerdo avanza en liberalización de flujos financieros, tal como demandaba EEUU. Siguen en aplicación el arancel del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio impuestos por EEUU a Canadá y México, entre otros.
La incorporación de Canadá a este acuerdo no es fácil. El plazo fatal es de 4 días para evaluar y decidir en torno a 30 temas pendientes, ya que la fecha límite para el acuerdo tripartito es el 1 de septiembre, dado que el Congreso de EEUU debe ser notificado 90 días antes de la firma del acuerdo. El 1 de diciembre asume el nuevo presidente de México y el interés del saliente es irse firmando este acuerdo. Canadá podría impedir la última gran foto de Peña Nieto.
Los motivos de Canadá son: i) mantener el capítulo 19 del acuerdo; ii) preservar el actual acceso a las compras gubernamentales de EEUU, que Trump desea eliminar; iii) preservar el actual esquema de cuotas a la importación de lácteos y que Trump desea eliminar. Si Canadá no se suma, Trump no tiene la autorización del Congreso para dividir el Nafta en dos acuerdos separados.
Para Canadá sería un duro golpe perder el acuerdo con EEUU pero no es evidente que un tratado bilateral con México genere respaldo en el empresariado y en las filas republicanas. Tampoco está fácil para Trump.