Nahuel Arenas, jefe regional de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR), advirtió que, aunque casi la totalidad de los latinoamericanos tienen acceso a energías, pareciera estarse fortaleciendo la utilización de combustibles no renovables. “Las inversiones en proyectos e infraestructura de combustibles fósiles están aumentando, algunas podrían incluso consolidar el uso de combustibles fósiles en la región durante los próximos 30 a 40 años”, dijo este jueves durante su intervención en el VII Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible 2024, organizado por Cepal en Santiago.

La situación ocurre en medio de una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos con altos costos económicos para la región. Según Arenas, un alza de la inversión en combustibles fósiles podría acarrear mayores pérdidas económicas por desastres. “América Latina y el Caribe aporta solo el 10% de las emisiones mundiales de GEI (Gases de Efecto Invernadero), pero es la segunda región del mundo más propensa a desastres”, explicó en su participación en la “Mesa 3, ODS 13: Acción climática” del evento.

Sólo entre 2019 y 2022 hubo un incremento de casi un 40% de personas afectadas por tormentas y un 20% por inundaciones en las Américas y el Caribe. “Hoy, en el mundo, el 90% de los desastres tiene un origen climático. Pero para nuestra región las consecuencias son particularmente alarmantes. En las Américas se dan el 53% de las pérdidas económicas mundiales por desastres”, señaló el jefe de la UNDRR.

De hecho, seis de los diez países con mayores pérdidas económicas por desastres respecto al Producto Interno Bruto (PIB) se encuentran en la región. “Estas pérdidas ocurren en un contexto regional de espacio fiscal reducido para invertir en adaptación y resiliencia”, precisó.

En la instancia, donde fue anunciado el Informe de Evaluación Regional 2024 (RAR24) de la UNDRR, también ha participado la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas. “Conviene efectivamente invertir en resiliencia, en preparación, antes de pagar los costos de los impactos (de la crisis climática)”, aseguró la secretaria de Estado.

Financiamiento insuficiente

A pesar de la evidencia de que la inversión en reducción del riesgo de desastres es efectiva para proteger los avances del desarrollo, el financiamiento destinado a esta área representa apenas un 0.92% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que recibe la región. Esta baja inversión en prevención y resiliencia aumenta las vulnerabilidades y mantiene a muchos países en un estado constante de recuperación ante desastres, de acuerdo con la UNDRR.

El informe de evaluación regional de este año resalta algunas conclusiones, entre ellas que los daños y pérdidas por desastres están superando las capacidades de respuesta, especialmente afectando a los más excluidos y vulnerables. “La gestión integral de la RRD es esencial y requiere la participación activa de todos los actores, así como inversiones significativas en gestión correctiva y prospectiva (…) Es necesario cambiar el enfoque de respuesta a desastres hacia la gestión del riesgo, reconociendo la relación intrínseca entre la RRD y el desarrollo sostenible”, añade.

El RAR24 indica que, pese a los desafíos, existe una vía hacia un futuro más resiliente y sostenible. “Al invertir en la reducción del riesgo de desastres y fortalecer la resiliencia, se protegen no solo comunidades y economías, sino también avances en el desarrollo”, concluye.