El profesor Nicolás Eyzaguirre Guzmán responde profesoral, didáctico, pero en sus énfasis se cuela el ministro de Hacienda que más días ha ocupado esa cartera. Por casi siete años, en dos administraciones, Lagos y Bachelet 2, dirigió las finanzas públicas del país. Es, sonríe con su ironía habitual, uno de los “avaros” responsables de los últimos 30 años, un proceso que defiende, pero en el que asume autocríticas. A sus 68 años -jubilado con retiro programado; sin retiros desde su AFP; hace clases en la Facultad de Negocios de la Universidad de Chile-, el profesor Eyzaguirre comienza por describir la economía chilena.
Primero, las fortalezas. “Somos una economía muy abierta. Eso puede parecer trivial, pero no es trivial porque una cantidad enorme de países en el mundo todavía tienen que luchar contra el proteccionismo, que es un verdadero cáncer”. Ese proceso, admite, fue impulsado por la dictadura, lo que aplacó oposición interna, y coincidió con la dirección que entonces seguía el mundo. “Posiblemente en democracia hubiese sido mucho más complejo. Eso tengo que reconocerlo”, concede de nuevo.
Segunda fortaleza: un manejo gubernamental que ha sido reconocido por el mundo. “Es obra de la democracia el haber construido una institucionalidad macroeconómica superfuerte, la que, a diferencia de la apertura comercial, hoy día está más en cuestión”, se lamenta.
La tercera es una historia de inclusión política y una tradición democrática de larga data. “Chile es el país con más profundidad democrática en el concierto latinoamericano”, asegura.
Ahora, las debilidades. “La obvia es que somos muy todavía productores primarios, exportamos cuestiones con relativo poco valor agregado”, dice. “Esa no es una cosa que a mí me quite el sueño. Lo que me quita el sueño es que nuestro menú de exportación, un poco primario, no es el que mejor absorbe cambios de productividad”. El tema lo apasiona y lo desarrolló también en un libro publicado poco después del estallido de octubre de 2019, titulado Desigualdad, raíces históricas y perspectivas de una crisis.
El problema, acota, no deviene de la condición de país exportador de recursos naturales, ni de la ahora popular crítica al “extractivismo”. “Eso ha sido una pelea que yo he tenido con la izquierda la vida entera. Es un concepto completamente erróneo. Nuestra perdición es el rentismo, que no es lo mismo que el extractivismo. El rentismo es que hay ciertas cosas que no son replicables -los yacimientos de cobre, de litio, el agua fría para los salmones-, tú tomas esas ventajas comparativas, estáticas, naturales y crea fama y échate a la cama”, dice. Y luego agrega: “Eso tiene una tensión obvia con muchos planteamientos más de izquierda que son redistributivistas. Yo estoy hablando de un planteamiento productivista, no redistributivista, porque si tú te gastas todos los recursos en pensiones o en atender grupos de presión, no vas a tener dinero para una educación de clase mundial y para invertir en ciencia de clase mundial. No puedes hacer todo a la vez”. Resumen: “Chile tiene grandes fortalezas y algunos incordios por superar: estamos en un punto de inflexión por el que muchos países han pasado. Es como el punto de despegue”, dice.
Neoliberalismo
El profesor Eyzaguirre responde sobre neoliberalismo y afirma que en Chile se suele mal emplear el término. Que no es sinónimo de mercados, propiedad privada o intercambio con el exterior. Esas cuestiones, dice, son propias de la ciencia económica, no del neoliberalismo. “El neoliberalismo es una ideología, tal como la propuesta socialdemócrata. Y el neoliberalismo, que cuyos padres son von Mises y von Hayek, dicen que cuando el Estado se mete, el Estado es capturado por ciertos grupos para su beneficio. Por tanto, la mejor forma de asignación de recursos económicos es que el Estado sea mínimo”. Y Chile, según Eyzaguirre, fue una avanzada a la que ni Inglaterra –”la salud es completamente estatal”– ni Estados Unidos –”la educación es pública desde 1810, con el New School Movement: la escuela pública es tan buena como una escuela privada”- quisieron seguir. “Lo que se impuso durante Pinochet es el experimento casi más puro neoliberal que se ha dado en el mundo”, concluye.
Para Eyzaguirre, esos resabios siguen presentes. “Estados Unidos es el más neoliberalón, entre comillas, entre los desarrollados, el más inequitativo, a años luz menos neoliberal de lo que era Chile en la dictadura. ¿Es todavía Chile un país neoliberal? Yo te diría que cada día menos, pero todavía tenemos que avanzar un poco más en este Estado social”, analiza. “Los neoliberales dan un paso más allá, que es sacar al Estado de la provisión de bienes sociales, que son fundamentales para evitar que algunos se te queden atrás, para que el país se te segregue. Cuando tienes el modelo educacional que existía durante la dictadura o el modelo de las isapre, las AFP, eso es neoliberal”.
¿Por qué esos rasgos no se pudieron revertir en 30 años? Ha dicho que lo impidieron la Constitución y el bloqueo de la derecha…
Voy a partir por la parte que te puede ser más interesante: la autocrítica.
Se lo iba a preguntar. Usted fue el ministro de Hacienda con más tiempo en el cargo...
...El responsable final. Si quieres encontrar un culpable, ahí está (ríe). Nosotros escribimos un trabajo con Mario Marcel, el año 2004, que se llama Hacia la Economía del Conocimiento. El mundo después del proteccionismo, pasó a una fase globalizadora espectacular desde mediados los 80. Las exportaciones, el comercio mundial crecían de una forma impresionante. El caso es que se juntó el hambre con las ganas de comer. El mundo se abrió completamente al mismo tiempo que nosotros nos abrimos de los primeros. Si tú miras el crecimiento exportador de Chile durante la segunda mitad del 80, los 90 y comienzos de los 2000 es espectacular. Estabas metido en un círculo virtuoso que era bastante irresistible, pues las exportaciones crecían mucho, el producto crecía mucho, los ingresos fiscales crecían mucho y eso te permitía tener dinero para mejorar la salud, la educación. Fíjate tú que hasta el 2018 el gasto por estudiante en Chile se había cuadruplicado, el gasto en salud por persona se había quintuplicado.
Pero desde bases muy bajas...
Lo que sea, pero ¡Dios mío!, encuéntrate un país en el mundo en que en poco más de dos décadas cuadripliques los gastos. Estoy en la autocrítica: Nosotros fuimos insuficientemente claros o visionarios en términos de que este modelo de crecimiento fácil no iba a durar para siempre, porque otros te iban a entrar a competir, eventualmente tus precios de tus exportaciones iban a bajar, o tus mercados se te iban a saturar; y tenías que comenzar a meterle productividad, productividad y productividad a estos sectores. Por tanto, este círculo virtuoso se podía comenzar a trancar y se comenzó a trancar hacia mediados de los 2000 y muy definitivamente con la crisis financiera del 2008 (…) Con el crecimiento apagado, el círculo virtuoso de crecer, tener ingresos, mejorar salud, educación, pensiones, se trancó también. Y comenzó, por tanto, la grieta, a aparecer por todos lados. ¿Es todo culpa nuestra, que no vimos que esto iba a tener rendimientos decrecientes? No. Vimos que iba a tener rendimientos decrecientes. Lo vimos más o menos. Y ahí viene la derecha, el Tribunal Constitucional y compañía, que nos trancan la pelota en toda reforma necesaria para ir mejorando salud, educación, ingresos fiscales por vía reforma tributaria para tener más dinero para educación y la ciencia y tecnología. Una derecha rentista, lo mismo que ocurrió el año 1920. Trancaron la pelota, trancaron la pelota, y entre que ellos trancaron la pelota y que nosotros estábamos medio cansados, pasó lo que pasó.
La autocrítica se sitúa más bien en la falta de visión. ¿Faltó audacia programática?
No es que nosotros no vimos que esto podía pasar. No vimos que iba a pasar con tal prontitud. Al menos yo no vi que esto se nos iba a venir encima con tanta fuerza. E insisto -en esto un sociólogo o personas más de izquierda me van a decir “este tal por cual”-, si Chile hubiese seguido creciendo al 5% o 6%, no habríamos tenido estallido social. Eso te lo doy firmado. ¿Por qué tuvimos estallido social? Entre otras cosas porque no vimos que ese modelo productivo rentista iba a guatear, en buen chileno, más temprano que tarde. Y por tanto, la desesperación, la urgencia, la fuerza que tendríamos que haber puesto en los cambios del sistema educacional de salud, ciencia, tecnología, insisto, reforma al Estado, debió haber sido más fuerte. Hubo complacencia. La cosa estaba resultando bien y algunos se tragaron definitivamente esta idea de que la exportación de commodities de bajo valor agregado duraba para siempre, dentro de las misma filas concertacionistas. ¿Teníamos la voluntad política? Sí. Lo intentamos. O sea, yo intenté cuanta reforma tributaria, cuántas veces dije que había que subir los impuestos: un financiamiento público capaz de poner bienes sociales que nos pongan en la punta en productividad. ¿Es misterio por donde pasa eso? Ninguno. ¿Cuánto recauda Chile de impuesto a la renta a las personas? 1,5%. ¿Cuánto recauda Canadá, Australia, Nueva Zelandia? 12%. Hace cuánto tiempo? Hace 40 años.
¿Qué reformas requiere Chile en los próximos 10 años?
Yo creo que la tributaria es la esencial. Pero veo que la responsabilidad fiscal parece que ya no figura en nuestro vocabulario. Kast propone rebajar impuestos de un modo que es completamente imposible que deprima el gasto público, tal de evitar que suban los déficit, lo mismo que le pasó a Trump: bajó los impuestos, no pudo contraer el gasto público, subió el déficit y EE.UU. está más endeudado que nunca, antes de la pandemia. Eso no va a resultar. Pero del lado de Provoste, Boric...
Proponen subir la carga tributaria entre 5 y 8 puntos del PIB...
Si a usted le suben el sueldo al doble, pero sube su gasto al triple, ¿qué cree que le va a pasar? Yo creo que existe una visión un poquito rosada respecto de lo que le va a rendir la reforma tributaria y la capacidad que van a tener de contener los gastos cuando hay tanta cosa que se dice. O sea, sólo la propuesta de pensiones que están trabajando, tanto Yasna como Gabriel, se lo he dicho a sus asesores, cuesta 4 puntos del PIB. Hoy día gastamos poco más de 1. O sea, a la pasadita, en el sencillo, te echaste 2 y medio puntos. Vamos sumando. Yo peleé con los profesores, a quienes amo, por la famosa deuda histórica, que yo creo que no tiene base legal. Bueno, ahora prometiendo que la van a pagar: 10 mil y tantos millones de dólares
El fin del CAE…
El fin del CAE, otros 10 mil millones de dólares. Suma y sigue. Transporte -que va a ser piloto ahora- gratis. Mira, no es que yo me oponga. El problema es que, si leen un poco la historia de Chile, los distintos esfuerzos por subir la carga tributaria es un camino no escarpado, es escalar la roca de Jack. O sea, para andinistas profesionales. Es lo más difícil que hay. Que hay que intentarlo, sin duda alguna, pero no hagan cuentas alegres
Pero la deuda está bajo 40 puntos del PIB y algunos plantean que podría subir…
Es no conocer historia. ¿Por qué Estados Unidos puede tener un déficit gigantesco? Primero, porque ha pagado siempre su deuda y segundo, porque tiene una cosa que se llama el Pentágono. Porque su capacidad de enforce, de hacer cumplir los contratos y de obligar a la aceptabilidad del dólar, es gigantesca. Nosotros, ninguna. No comparemos realidades que son completamente distintas. A mí me encantaría, como no me va a gustar, que pudiéramos (endeudarnos a) 100% del PIB, pero es que no es posible. Y cuando vayas en la mitad del camino, te van a tirar la cadena. ¿Usted no se acuerda de lo que le pasó a Corea, Tailandia, Indonesia en el 97, cuando entraron en default con los mercados internacionales? ¿No se acuerdan lo que le pasó a Italia, España y Grecia el año 2010: si no hubiese sido por el Banco Central Europeo, por Angela Merkel, no sé dónde estarían? Son otras realidades, otro mundo.
O sea, son objetivos loables, pero poco realistas?
Me encantaría, pero por favor, estamos en la periferia del mundo, tenemos que luchar con nuestras propias uñas, como lo hemos hecho siempre, como lo ha hecho Australia y Nueva Zelanda, como lo ha hecho Finlandia, que tenía la amenaza de los rusos y los nazis, por si fuera poco. ¿Tú crees que Noruega tiene mucha deuda pública? Ah, ¿por qué no se gastan el fondo? ¿Han visto la deuda pública noruega? Negativa. Tiene un fondo el petróleo gigante y ¿por qué no se los gastan? ¿Porque tienen un ministro de Hacienda muy avaro, como Eyzaguirre, o porque saben que son vulnerables?
¿Los programas se han movido más a la izquierda?
Cuando los países comienzan a tropezar y a tener problemas, casi como una reacción natural, tienden a las viejas certezas. Entonces, la derecha tendió a extremar el neoliberalismo: Kast. Las mismas cosas: reintegrar el sistema tributario, bajar los impuestos a las empresas, etc. ¿Cómo lo a pagar? Y dice que va a echar 20 mil empleados públicos. ¿Alguien que conoce los sindicatos del sector público puede creer que puedes echar 20 mil sin que se tomen la Plaza de Armas de ahí hasta el fin del gobierno? Si esto no es el concurso de quien es más choro. Seamos maduros. Con ese programa tienes Chile incendiado.
¿Y en la izquierda?
La confianza, a ratos excesiva, en el Estado y en la redistribución. Nosotros tenemos una productividad, por trabajador, que no llega al 40% de la de un trabajador de Estados Unidos. Esta idea que tienen algunos, que somos un país rico y que lo único que pasa es que el chancho está mal pelado, es falsa. Falta de productividad, falta capital humano, falta ciencia y tecnología. Entonces, si tú le sacas uno para darle al otro y es todo lo que haces te vas a quedar pegado donde mismo. Soy partidario del alza de los impuestos, fundamentalmente los que más tienen, pero tenemos que generar capacidad de crecimiento. Y eso es ciencia, tecnología, educación y desarrollo de nuevos sectores, infraestructura, digitalización, economía verde, nueva matriz energética, desalinización del agua (…) Repito: cuando hay incertidumbre se vuelve a las viejas certezas. Entonces tienen la memoria de que es posible de un estado social más como era antes del 73. Otros serán viudos de Pinochet y pensarán en el neoliberalismo de esa época. Ninguna de las dos cosas va a resultar. Los caminos que nos trajeron hasta acá no son los que nos van a llevar al futuro. Eso es un error cognitivo, es un pensamiento melancólico. Podemos conversar qué hacer, pero más gradual. No creo que puedas subir la pensión mínima de 170 lucas a 250. Indéxala al sueldo y salario y anda subiendo de a poco. Y si eres capaz de crecer como crecimos del 85 al 2005, los sueldos y salarios van a crecer y la pensión mínima va a crecer, pero no puedes pegar un salto redistributivo porque no tienes cómo. A todo esto, yo soy claramente partidario de que gane Yasna o Boric, por si no ha quedado claro, pero me gustaría que moderaran un poco las expectativas.
Es comprensible el temor en el sector privado. Hay fuertes salidas de capitales...
A los empresarios le encanta esta cosa de la responsabilidad social de la empresa, cosa que yo creo que es cierta, no pueden estar haciendo tonteras con el medio ambiente, etcétera. Todo eso me lo compro. Pero los empresarios tratan de ganar plata aquí y en la quebrada del ají. La incertidumbre es un premio al riesgo adicional que le exiges a las inversiones. No hay nada inusual en eso. Ahora, si me dices a mí, ¿cómo reducir la incertidumbre?. No es hacer lo que hace Kast. Eso va a aumentar la incertidumbre a niveles exponenciales. Creo que es solucionando las desigualdades estructurales y la falta de capacidad de crecer.
¿Alterar los equilibrios de poder en la distribución de la riqueza en Chile daña, por definición, el crecimiento?
Tú no tienes que quitarle la riqueza, pero los que tienen más, que pagan muy poco, tienen que pagar mucho más: pagar lo que la ley les exige que paguen y no seguir disfrazando cosas que no son para evadir los impuestos. Pagar y con eso tú ir generando una infraestructura de capacidad productiva que sea mucho más igualitaria. La equidad no se sostiene en transferencias -puede durar algún tiempo-, se sostiene en una estructura productiva que sea igualitaria, basada en el capital humano.
En su libro usted pregona “un nuevo contrato social hecho para la mayoría”. ¿Hoy lo ve posible?
Somos claramente el país de América Latina, y lo digo sin temor a equivocarme, que está más avanzado, lejos, a pesar del estallido social. Los otros están mucho más atrás, las corrupción es generalizada, la violencia, generalizada. Por tanto, si salimos bien de este intríngulis, nadie nos va a detener. Y creo que si la Convención Constitucional se aspecta bien y no se pone voluntarista y repartiendo derechos sin plata... Bueno, para mí es esencial cambiar el régimen político, lo he hablado tantas veces, es un régimen político completamente trancado. No es que yo crea que el problema central sea si predomina el Ejecutivo o el Legislativo, sino que (faltan) cláusulas que obliguen a que ambos se pongan de acuerdo. Te puedes pasar cuatro años con el gobierno yendo para la derecha y el Parlamento yendo a la izquierda, no se ponen de acuerdo nunca y no haces nada. Esto no es nuevo, le pasó a Alessandri Rodríguez y a Frei Montalva. Pero si la Convención se aspecta bien para ese lado, pone derechos sociales responsables, quita esta herencia neoliberal, donde el derecho de propiedad prevalece por todos los otros derechos, y lo que se llama el Estado social… Todo eso puede salir bien. Y si el nuevo gobierno es de la centroizquierda y junta posibilidades con promesas y las ecuaciona... Hay dos alternativas que son las de terror. Que gane Kast: que el país se incendie. No porque quiera que se incendie -tiene todo el derecho, y lo respeto, a pensar cómo piensa-, pero simplemente no creo que vaya a poder lograr unidad nacional así. No lo creo. Sorry, no-lo-creo. Y la otra posibilidad es que gane la izquierda y que el voluntarismo de que se puede gastar, podemos tener 100% de deuda, que se imponga, va a volver la inflación, etc. etc., y vamos a tener, si no otro golpe de Estado, algún gobierno autoritario y nos vamos a ir -como se ha ido tantas veces América Latina, antes Argentina, Venezuela- cuesta abajo en la rodada, después de haber sido una esperanza. No cometamos el error de mirar hacia el pasado y buscar fórmulas que ya no sirven. Eso lo entendieron los países desarrollados después de la Segunda Guerra. Lo entendió Australia y Nueva Zelanda, Canadá, Finlandia. Hay tantos ejemplos donde mirar.