Lleno de turbulencias ha sido el vuelo de la firma nacional SKY Airline en medio de la pandemia del Covid-19 que ha golpeado a toda la industria aérea mundial.
Su presidente y controlador, Holger Paulmann, en los primeros meses de la crisis global indicó que la compañía contaba con recursos para sobrevivir, con el cinturón apretado, este 2020.
En la firma agregaron por ese entonces que sus cálculos más optimistas eran que en diciembre de este año los vuelos se recuperaran al 50% de su demanda habitual y a fines de 2021 al 80%. Pero el panorama, al menos al cierre de noviembre, mostró que la industria está a poco más del 30% en relación a los viajeros de noviembre de 2019.
Como no ha ocurrido una recuperación al ritmo que las aerolíneas quisieran, en la empresa han estado todo este año trazando distintas opciones de financiamiento. Se cansaron de repetir públicamente lo importante que sería alguna ayuda estatal, que nunca llegó.
Redujeron personal y negociaron con sus sindicatos, mientras que en julio contrataron a BTG Pactual como asesores financieros para encontrar la mejor solución de financiamiento y así alargar la caja por más tiempo para asegurar su operación.
BTG tanteó la plaza local apenas fueron contratados y llegaron a la conclusión de que la mejor opción será emitir un bono convertible en acciones por US$100 millones en el mercado internacional, debido a que la aerolínea no está inscrita en el registro de la Comisión para el Mercado Financiero, por lo que cualquier bono convertible tomaría meses y la urgencia es sellar la inyección de capital en el corto plazo.
La conversión en acciones dota a los posibles inversionistas de una ventana de mayor liquidez o salida y la idea era concatenar esta propuesta con una futura apertura en bolsa de la aerolínea, la que se tanteó para 2024. Pero en este último trimestre las opciones del bono y la IPO se congelaron.
La competencia
Fuentes cercanas al mundo aeronáutico remarcan que, a diferencia de Latam Airlines, SKY no tiene activos para prendar, por lo que no pueden incluir algún colateral en su bono. La aerolínea chilena hizo el roadshow de su propuesta de bono en agosto y esperaban lanzarlo en septiembre.
Durante este proceso a uno de los family offices visitados se le abrió el apetito y mostró interés, no por poner una ficha al bono como una mera inversión financiera, sino que por tratar de co-controlar la compañía, mediante un aumento de capital que inyecte recursos frescos a la golpeada aerolínea.
Diferentes personas allegadas a las negociaciones confirman que se trata de Drake Group, el holding de inversiones del ex socio de D&S, Nicolás Ibáñez.
Para Ibáñez el negocio de la aviación no sería del todo nuevo. A través de su vehículo Drake Enterprises Chile, tiene el 50% de la propiedad de Aviasur, firma de vuelos privados donde comparte propiedad con Jorge Matetic, reconocido empresario de los rubros vitivinícola, agrícola, ganadero y de turismo.
Si bien Holger Paulmann, presidente y representante de la familia en la compañía, nunca se ha mostrado abierto a ceder o compartir el control de la empresa fundada por su padre, dado el interés del mercado y la delicada situación de la empresa a causa del Covid-19, ahora está llano a dicha posibilidad con tal de mantener a la empresa a flote.
Con este escenario, aparecieron nuevos interesados para poder tener un porcentaje relevante en SKY y dos de ellos, además de Ibáñez, están hoy en una terna de ofertas para poder ingresar a la propiedad de la compañía, con propuestas que varían entre el 40% y 60% del total de las acciones (en una de las tres propuestas los Paulmann perderían el control).
Personas conocedoras de las tratativas confirman que, además del exdueño de la supermercadista Lider, los otros oferentes para entrar a SKY son William “Bill” Franke, dueño de su competidora, JetSmart; además de una firma de capital privado con presencia en Latinoamérica y que tiene sus oficinas centrales fuera de Chile.
Fuentes del mercado ven al fondo Cartesian Capital Group como un potencial interesado, dado que ya han mostrado apetito en aerolíneas low cost en la región: en 2017 invirtieron US$75 millones en la argentina Flybondi y en 2019 le inyectaron US$50 millones a la operadora colombiana Viva Air.
Las conversaciones con Franke ya se habían dado en el pasado, específicamente en 2016, cuando sondeó una asociación con SKY para arribar al mercado sudamericano, lo que finalmente no llegó a puerto y el empresario europeo optó por entrar a Chile vía orgánica y competirle con JetSmart. Pero siempre ambas partes dejaron la puerta abierta para conversar, como está pasando en estos días.
La puja de estos tres interesados hoy está en una etapa avanzada, en due diligence, por lo que fuentes cercanas a la empresa reconocen que en enero debería conocerse cuál será la oferta ganadora.
El hecho de que haya llegado competencia a una propuesta inicial de Ibáñez no cayó tan bien en el empresario, quien incluso hace un mes se bajó de las tratativas. Sin embargo, al cabo de unos días, reconsideró su decisión y se volvió a sumar a la terna de interesados que entraron en due diligence, cuentan conocedores de la operación. No contestó los llamados de Pulso.
Valorización de la empresa
Al no ser una empresa abierta en bolsa, la valorización de SKY se ha mantenido incierta en el tiempo. En julio reciente, el presidente del Sindicato de Pilotos de la firma comentó a Pulso que “el real valor de la compañía no se ve en este contexto actual, porque pasó de valorar su capital desde los US$20 millones hace algunos años, a US$600 millones hasta hace poco”. Otros actores del mercado de capitales calculaban que la aerolínea podría valorizarse entre US$150millones y US$600 millones.
Pero en esta recta final de tres interesados por entrar a la propiedad se abrió un cálculo más certero. Fuentes cercanas a los oferentes indican que el premio sobre el bono convertible que están ofreciendo está en torno al 20%, lo que implica que entre el 40% y 60% estaría valorizada hoy -en medio de la crisis del Covid- en US$120 millones, es decir, SKY en su totalidad podría valer entre US$200 millones y poco más de US$300 millones.
Fuentes familiarizadas con la empresa aseguran que con esta potencial transacción Holger Paulmann “no se haría rico”, dado que todo el dinero llegaría a la compañía para poder sobrevivir, en un contexto en que el futuro es incierto”.
¿Y si las negociaciones no llegaran a puerto? Con este nuevo panorama competitivo que se cerraría en enero, el proceso de emisión del bono convertible quedó suspendido, pero listo para activarlo si no llegara un nuevo socio.