"No vamos a preguntar más". Esta fue la frase con que la senadora americana Hannah-Beth Jackson inició su discurso para presentar la nueva regulación para el Estado de California, que obliga a partir del 2019, a todas las compañías que transan sus valores al público a contar, al menos, con una mujer en sus directorios.
Son numerosos los estudios que corroboran el positivo impacto económico que trae aparejada la diversidad de género en los órganos superiores de una compañía. Entonces, ¿no es necesario preguntarse qué pasa en Chile? ¿Por qué los accionistas no están exigiendo con la fuerza que debieran, el cambio en la composición de los directorios de las empresas en que han invertido?
No es casualidad que los países con más mujeres en sus directorios sean aquellos que cuentan con una normativa robusta que obliga a cumplir con una cuota de género. ¿No será entonces momento de no preguntar más y de una vez por todas obligar a las empresas a incorporarnos en esas instancias?
Hasta ahora, los esfuerzos para sumar mujeres en los directorios de grandes empresas chilenas no han dado los frutos que esperamos. Es verdad que estamos más optimistas respecto al año pasado, donde la participación en la alta dirección pasó de un 7,3% en 2017 a un 6,3% en 2018.
¿Qué se escribirá para este 2019? Las señales son positivas. Mallplaza por primera vez incorporó una mujer a su directorio. En Teléfonica Chile tres mujeres son ahora mayoría en la mesa. El SEP ha nominado aún más mujeres para integrar las empresas públicas. Sin embargo, ¿es suficiente? Representamos más del 50% de la población y en materia de decisiones de consumo somos las que llevamos la delantera. ¿Se explica entonces cómo una empresa no quiere tener en su mesa al anfitrión? Pero no nos equivoquemos, excluir a los hombres no es el camino para promover a las mujeres.
Señores accionistas, controladores de empresas, no estamos pidiendo un favor. Las compañías fueron creadas para generar valor, no habrá explicación entonces que darles a sus accionistas minoritarios y a sus stakeholders si renuncian a la fácil oportunidad de agregar más valor. Quizás la obligación de incorporarnos no sea bien recibida por todos, pero finalmente, un destacado desempeño va más allá del género y eso es lo que debiera primar a la hora de tomar decisiones. A todo Chile le conviene y estamos listas. ¿Tendremos que seguir preguntando?