Desde el día 28 de agosto de este año, fecha en que el Presidente de la República presentó el Proyecto de Modernización Tributaria, usted podrá haber visto en diarios, radios y programas de TV que el tema de impuestos está nuevamente en el centro de la discusión.

¿Cómo puede ser, se preguntará usted, que cada vez que alguien sube al poder pretenda reformar el sistema para recaudar impuestos? ¿Qué ocurre cuando las reglas del juego se intentan cambiar permanentemente? Las respuestas pueden ser disímiles. La mía se resume en una sola idea: todo gobierno requiere recursos para llevar a cabo sus políticas públicas y con ellas dar a sus gobernados un mejor bienestar.

Pero sabemos que de buenas intenciones el infierno está lleno. Tantos cambios en tan poco tiempo hacen que las cosas se enreden. Los funcionarios que tienen que fiscalizar la aplicación de esas normas, los contribuyentes que tratan de cumplirlas, los asesores que tratamos de entenderlas para asistir a nuestros clientes, etc.

Pero creo que este gobierno no tenía otra opción que hacer lo que hizo. Tenía que corregir ese sistema tributario que nos rige desde 2015 hasta hoy de manera tan imperfecta.

Seamos serios, el sistema como está es ininteligible para aquellos que no se dedican a estos temas y eso tiene que cambiar. Al menos el ciudadano común debe tener ciertas aproximaciones que le permitan, en el plano de la intuición, detectar cuando sus impuestos están mal determinados.

Aplaudo el nuevo proyecto de modernización, pues intenta de manera seria aclarar lo que está oscuro y eso se agradece. Este nuevo proyecto trae novedades que celebro como, por ejemplo, el silencio administrativo positivo, que permite que el contribuyente entienda como aprobado aquello que presenta a la administración si en un determinado plazo ésta no se pronuncia.

Valoro también la figura del Defensor del Contribuyente, así como un Sernac del Contribuyente. ¿Cómo no mencionar la nueva conceptualización de gastos rechazados? Al fin podremos terminar con la arbitrariedad del Servicio de Impuestos Internos (SII), cuando rechaza a las empresas gastos para el bienestar de su personal, como lo es, por ejemplo, la construcción de una cancha de futbol para los trabajadores. ¿Sabía usted que cuando una empresa destina recursos a este tipo de gastos en más de alguna ocasión, el SII ha interpretado que eso no es un gasto necesario para producir la renta y lo sanciona con un impuesto multa del 40% del valor de este gasto?

No puedo terminar sin mencionar los impuestos digitales, la boleta electrónica, que pretenden de una vez por todas "emparejar la cancha" para aquellos que pagan todos sus impuestos y que no pueden competir en las mismas condiciones con aquellos que no lo hacen.

Finalmente, y lejos de agotar el tema, espero que la discusión en el Congreso sea seria, con argumentos técnicos y no ideológicos que permitan a nuestra patria contar con un sistema tributario justo, claro y que permita que todos los chilenos vivan más y mejor.

Socia de Brzovic & Cía. Abogados y presidenta de la Comisión Tributaria Cámara Nacional de Comercio.