Una lección aprendida debería conducir a cambios significativos por parte de individuos e instituciones. Así ha sido en gran medida la década transcurrida desde que la crisis financiera casi llevó a la economía mundial a una depresión prolongada que habría devastado los medios de subsistencia durante al menos una generación.
Pero también hay lecciones considerables que no han sido suficientemente internalizadas; y algunas que no fueron revistas en el momento de la crisis, pero ahora son urgentes e importantes. Aquí hay una evaluación resumida de los logros posteriores a la crisis, asuntos pendientes y consecuencias no deseadas.
Logros
1 Un sistema bancario más seguro. Gracias a un fortalecimiento de las reservas de capital, enfoques más responsables a los balances y una mejor gestión de liquidez, los bancos ya no presentan un riesgo sistémico importante en la mayoría de los países avanzados, especialmente en EEUU. Eso no significa que todos los países y bancos estén seguros; pero el sistema como un todo ya no es el talón de Aquiles de las economías basadas en el mercado.
2 Un sistema de pagos y liquidación más robusto. El fortalecimiento del sistema bancario ha sido parte de un esfuerzo muy exitoso y más amplio para minimizar el riesgo de "paradas repentinas" en los mecanismos de pagos y liquidación en el núcleo de la economía global, es decir, una pérdida de confianza en las contrapartes que congela incluso las transacciones financieras más básicas, paralizando las interacciones económicas.
3 Cooperación internacional más inteligente. La crisis puso de relieve la importancia de mejores estrategias, no solo para la gestión de crisis, sino también para la prevención.
Fracasos
4 Un crecimiento inclusivo aún elusivo.
5 Incentivos internos mal alineados. A juzgar por los incidentes que han llamado la atención de los titulares sobre conductas y procedimientos inadecuados en los últimos años, se requiere trabajar más en las políticas de "garrote y zanahoria" que existen en algunas instituciones financieras. Estas instituciones aún tienen focos de riesgos inapropiados y otras conductas inadecuadas, así como un excesivo corto plazo en los pagos de compensaciones y tolerancia gerencial de acciones que están demasiado en el límite que separa las actividades permisibles de las que no lo son.
6 Una escasez de balances "pacientes". Poner los valores en dificultades o dañados en balances protegidos bajo condiciones fiscales fue clave para contener las enormes perturbaciones financieras. Esto implicó la dependencia en grandes balances públicos, aunque su uso se encontró cada vez más con retrocesos sociales y políticos. Las preocupaciones sobre los efectos distributivos, que incluyen favorecer las ganancias corporativas a expensas de los salarios, Wall Street a expensas de la economía en general, y los ricos a expensas de los pobres, se han sumado a lo que ahora es una disponibilidad reducida de estas herramientas para usar en una crisis futura.
Consecuencias involuntarias
7 El grande se hizo más grande y el pequeño se volvió más complejo. La estructura del mercado que surgió de la crisis financiera involucra a instituciones significativamente más grandes, especialmente a las con sede en EEUU. El mismo fenómeno de lo grande que se hizo más grande se puede ver en la gestión de activos.
8 El riesgo se ha transformado y ha migrado a áreas poco reguladas. Este cambio en la estructura del mercado está conectado con otro fenómeno: la transformación y la migración del riesgo a instituciones no bancarias.
9 Reducción de la flexibilidad política. Existen reservas de efectivo limitadas a las que recurrir en caso de crisis en comparación con hace 10 años.
Pero eso no significa que todo esté bien. Es necesario renovar los esfuerzos de los sectores público y privado para hacer frente a los desafíos de larga data que recibieron atención inadecuada después de la crisis, y para comprender y abordar algunas de las principales consecuencias imprevistas de 10 años de gestión y prevención de crisis. Afortunadamente, sabemos mucho más sobre ambos.