Al decidir con qué estrategia el Estado mejorará sus capacidades de gestión del orden público puede ser útil constatar que vivimos en la era de las plataformas.
Las plataformas son insfraestructuras que conectan y coordinan; facilitan interacciones e intercambios de información, bienes y servicios; logran calces entre los intereses de distintos actores; permiten cumplir en forma simultánea y sinérgica los propósitos o causas de múltiples grupos.
El poder de las plataformas radica en el efecto red, el cual tiene un impacto acelerado: 1 teléfono no sirve para nada, 5 teléfonos permiten 10 conexiones, 1.000 teléfonos 499.500 conexiones.
El lenguaje de las plataformas puede colaborar en la comprensión del estallido social iniciado el 18 de octubre que hizo colapsar nuestras capacidades de controlar la violencia y mantener el orden público. En este lenguaje el relato sería el siguiente:
La plataforma 18/10 convocó distintos grupos con diversos objetivos y causas, los que podrían separarse en dos: los pacíficos y los violentos.
La masividad nunca vista de la manifestaciones muestra que la gran mayoría de los que participaron en la plataforma 18/10 pertenecen a múltiples grupos pacíficos que marcharon para mostrar su indignación por la perpetuación de vicios chilenos que además de ser injustos están impidiendo que continuemos progresando: corrupción, privilegios, abusos, mentira, desigualdad, etcetera.
Entre los violentos se cuentan bandas de delicuentes que se subieron a la plataforma para aprovechar el caos reinante y saquear cientos de locales comerciales. Y otros grupos, todavía no bien identificados públicamente, que pueden incluir narcos, anarquistas y extremistas de derecha e izquierda, que usufructuaron de este caos como plataforma ideal para cumplir sus diversos propósitos, aplicando sus métodos violentos como ataques y quemas de cuantiosa insfraestructura pública y privada incluidos 131 cuarteles de carabineros.
En la era de las plataformas, la gestión del efecto red es la habilidad más determinante para ser efectivo en el rol básico del Estado de resguardar el orden público.
¿Cómo lograr que las valiosas expresiones pacíficas no proporcionen plataformas ideales para el actuar de grupos violentos minoritarios como los que recientemente pusieron en jaque nuestro futuro como nación próspera?