El país avanza por un camino pedregoso. Y la salida no será fácil, pero sí la hay. Ese es el planteamiento que el economista, expresidente de Codelco y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Óscar Landerretche, hace en su reciente libro Hacia un Nuevo Pacto. En este aborda precisamente los temas que hoy se discuten: un nuevo sistema tributario, royalty incluido y la estrategia de desarrollo que se debe seguir. Critica cómo han funcionado el sistema político, gobierno y Congreso, pero afirma que el acuerdo por los “mínimos comunes” es una buena oportunidad para cambiar el rumbo y atender rápidamente la emergencia.
El jueves la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que sube el impuesto específico que paga la minería. Desde el sector privado alertaron que el país quedará con la tasa más alta del mundo, e incluso el presidente de Sonami dijo que de aprobarse, el país no iba a tener más minería. ¿Cuál es su postura al respecto?
No me he estudiado en detalle el proyecto, pero soy bien escéptico con respecto a los titulares que las distintas partes involucradas en esta discusión ponen en los medios. Por mi experiencia de haber estado en el sector minero, en cualquier discusión sobre subir el royalty en Chile aparece un lobby de ese sector diciendo que es el fin del mundo.
¿Es partidario de revisar el royalty?
Cuando estaba en Codelco hice un cálculo muy simple y es cuánto les contribuye a las arcas fiscales la libra de cobre que produce Codelco con todos sus problemas, y cuánto contribuye la gran empresa. El resultado era que Codelco aportaba tres veces más que los privados. Si bien no tendría que ser igual porque las empresas privadas están invirtiendo capitales y tomando riesgos, pero tres veces es mucho.
¿Hay espacio para avanzar, hacer cambios sin que se acabe la industria, como lo plantean desde el sector privado?
Lo que me pasa es que al sector privado no les creo, porque todas las veces que se ha discutido el royalty, dicen que es el fin del mundo. Hasta que no estudie el proyecto no les voy a creer al lobby minero, porque mi experiencia es que arman un drama de algo que no lo es. Por el otro lado, algunos proyectos del Congreso salen mal hechos. No obstante, la gran minería chilena tiene que darse cuenta que han estado al debe en términos de contribución al proyecto de desarrollo chileno, y eso no se soluciona con una ofensiva comunicacional y de lobby de última hora colocando propaganda radial diciendo que son fantásticos ahora que se discute el royalty.
Otro de los temas que hoy se discuten lo aborda en su libro Hacia un Nuevo Pacto, y que tienen al gobierno y oposición buscando “mínimos comunes” tanto de corto plazo como largo plazo. ¿Ve que exista un espacio político para avanzar más allá de la emergencia?
Para una mirada de largo plazo no estoy seguro que este sea el contexto para lograrlo. En el libro, el argumento que construyo es que hay un problema estructural con el modelo chileno que, además, ha atravesado varios gobiernos. Ya llevamos 10 a 15 años mostrando un sistema que no rinde, entonces, los cambios son bien estructurales y requieren cosas superprofundas, tengo mis dudas que este momento de emergencia sea para sacar un acuerdo como ese.
¿Se deben concentrar en la emergencia?
Lo que se está debatiendo son medidas para la emergencia y tratar de descomprimir el ambiente que ha generado un desastre sobre el nivel de los ahorros previsionales. Si los parlamentarios y el gobierno, que han tenido un pobrísimo desempeño en los últimos años, lograrán cambiar su forma de comportamiento y pudieran llegar a un acuerdo respecto a las ayudas y se empiece a hacer lo que muchos dijimos desde un principio: que las ayudas tienen que ser con recursos del Estado, con pocas restricciones para que llegue rápidamente a las personas, sería un gran logro.
La semana pasada tras el rechazo del Tribunal Constitucional al requerimiento del gobierno que buscaba impugnar el tercer retiro, y con ello la aprobación de esa iniciativa, analistas y políticos afirmaron que se puso en jaque la gobernabilidad de esta administración. ¿Qué tan grave cree que fue ese episodio?
El personaje que mejor representa a los chilenos, a diferencia de lo que la gente piensa no es Papelucho, no es Mampato, no es Condorito, sino que es el Alaraco. Esa semana la clase política entró en una fase de histeria medio impresentable. Las instituciones existen para tener conflictos entre ellas, esa es la fase teórica detrás de cómo se organiza la República. Todo lo que estaba ocurriendo era que un poder le estaba preguntando a otro si es que podía seguir con algo y ese poder le dijo que no. Ahora, la manera en que el TC argumentó me parece impresentable, pero eso es todo. La institucionalidad está funcionando.
¿Qué debe contener los mínimos comunes? ¿La renta básica es factible?
Es factible entregar una renta básica, y eso fue lo que debieron hacer desde un principio. Todo hubiera sido todo más simple. Era lo que hizo EE.UU. que fue una ayuda masiva.
Los senadores de oposición plantean que la renta básica se debe extender hasta septiembre. ¿Lo comparte?
No se puede asegurar que en septiembre estemos fuera de la crisis. Tengo la impresión de que no vamos a estar completamente fuera del problema económico hasta el verano. Puede ser un buen primer paso hasta septiembre, pero se debe tener una cláusula de extensión por si se mantiene la crisis y así activarlo automáticamente para no tener otra crisis política ese mes.
En el tema tributario hace una crítica a que el sistema tiene un sesgo procapital, proempresario, porque se grava más a los ingresos laborales que a las rentas del capital. ¿Por qué pasó eso y cómo se puede mejorar?
Se hizo a propósito para incentivar el capital. En los 80 se tomaron una serie de medidas para que los capitales volvieran a Chile, y esa fue la estrategia. Para ello se creó un sistema tributario con muchos beneficios para el sector empresarial: muchas exenciones, una estructura a la renta muy poco progresiva y muy centrada en el IVA, que es regresivo. El profesional de clase media que se sacó la mugre estudiando para subir socialmente, paga IVA, y sus impuestos a la renta en relación a sus ingresos son más altos que para los millonarios. Además, a medida que sus ingresos suben, la tasa sube. En cambio, el capitalista millonario tiene tal nivel de exenciones, que en la práctica no hay impuesto. La tasa promedio de impuesto a la renta que pagan los profesionales chilenos es el doble o el triple de lo que pagan los empresarios.
¿Cuál es el cambio que se debería hacer?
Necesitamos un sistema que aumente los impuestos a la renta pura, aquella renta que no es merecida, que se hereda o me gano porque tengo condiciones de privilegio. Ese tipo de renta deben ser gravadas más. Y hay que aliviarles los impuestos a los ingresos de las personas que estudian, invierten, trabajan, innovan, se meten en tecnología o ciencia, eso tiene que ser más liviano para ayudarlos. Los impuestos a la renta pura ricardiana, un ejemplo es la minería, el agua, concesiones radioeléctricas, esas rentas hay que aumentarlas. Es dejar de gravar, para que me entiendan los economistas, las rentas a la innovación, al esfuerzo, y aumentarles a los monopolios, a los que tienen concesiones para explotar los recursos naturales, eso tiene que aumentar. Esa estructura es más compatible con el capitalismo moderno.
¿Este sería un verdadero impuesto al alto patrimonio?
Muchas de las propuestas que se están haciendo ahora suenan bien para la galería, pero los que hemos estudiado el tema sabemos que tienen alta probabilidad de no recaudar casi nada, entonces es un saludo a la bandera. La razón por la cual tienen altas probabilidades de fracasar es porque los capitales son móviles, se van. En cambio, la ganancia de capital para la compra y venta de empresas o inversiones no es difícil de fiscalizar. Es una actividad económica legítima, pero tiene que pagar impuestos. La persona que se dedica a comprar empresas y mejorarlas, tiene que pagar impuestos sobre la ganancia de capital. Si heredas a tus hijos, tienes que pagar impuestos y si tienes varias propiedades inmobiliarias, ahí también se deben cobrar impuestos al patrimonio de manera progresiva. A ello se suma la eliminación de las exenciones tributarias que existen hoy, que están todas concentradas en el 1% de la población de mayores recursos. Ese es un verdadero impuesto a los super ricos. El otro impuesto si quieren lo pueden sumar, no tengo problemas, pero no pasará nada, no recaudará. Yo aspiraría a una centroizquierda que quiere de verdad cambiar el país, no hacer saludos a la bandera.
También plantea que se debe subir la carga tributaria entre el 5% y el 10% en un plazo de 15 años. ¿Alcanzan con los impuestos que menciona como los que se deben subir?
Es una cuenta de cuánto se necesitaría de carga tributaria para alcanzar, primero a un país como Portugal, que es 5%, y 10% para alcanzar a un país como Suecia. Es para dar un orden de magnitud. La recaudación en Chile es un poco más del 20%, no es algo que se pueda hacer en un año, sino que es de largo plazo. Y sí, alcanza, pero dependerá de cuánto sea el aumento en el impuesto a la renta. Cuando se eliminan las exenciones hay mucha plata, cuando se analiza el royalty a la minería hay mucho que decir, cuando nos damos cuenta que se entregan todos los derechos de agua, hay muchos recursos, cuando se constata que en la era digital todos los espectros radioeléctricos están entregados en forma gratuita, también hay espacio. Si bien se debe revisar el impuesto de primera y segunda categoría, hay hartos márgenes más allá como lo es el impuesto a la herencia. Por ejemplo, en los últimos años, algunas de las grandes fortunas de Chile les han heredado a sus hijos casi sin pagar impuestos, eso no ocurre en EE.UU., es harta plata. Se puede hacer de manera inteligente, en forma gradual.