Osvaldo Andrade: "El gobierno ha mostrado poco talento en la discusión de los temas legislativos y en especial en el tema de la agenda laboral."
El exministro del trabajo volvió a estar en primera línea. El llamado del presidente Sebastián Piñera para integrar la mesa laboral para la reducción de la jornada revivió sus tiempos de figuración pública. Defiende su participación y advierte que el tema de las 40 horas ya está instalado y por ello le recomienda al gobierno patrocinarlo.
Desde que su nombre apareció como uno de los 17 expertos de la mesa técnica que el gobierno convocó con el fin analizar fórmulas para reducir la jornada, ha recibido críticas de sus propios correligionarios. Pero Osvaldo Andrade (PS) las ha esquivado o tratado de hacerlo. El exministro de Trabajo y exdiputado defiende su participación en esta instancia técnica. Dice que su rol en esta mesa será defender el proyecto de las 40 horas y persuadir al resto y, principalmente, al gobierno para que adopte esta iniciativa, la patrocine y le introduzca indicaciones.
Esa será su misión autoimpuesta, porque aclara desde un comienzo que no representa a nadie en esa mesa, pero que tiene la experiencia necesaria para hablar de lo que más sabe: el mundo laboral y sindical, y que por ello hubiera sido "un desatino" rechazar este llamado.
"La oposición y las parlamentarias que patrocinaron este proyecto se anotaron un gran triunfo: tienen a Chile discutiendo de este tema. El tema está instalado y el gobierno no lo puede soslayar", señala.
Su decisión de participar en la mesa técnica laboral generó reparos dentro de su sector.
-Hablé con el presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, y le informe que iba a participar en esta mesa, pero le aclaré que no representaría al partido en esto. Soy socialista, y por ello tuve la precaución de avisar.
¿Por qué aceptó ser parte de esta instancia?
-El Presidente Piñera al inaugurar la mesa de trabajo con los expertos entregó unas palabras y en ese discurso puso la centralidad de la convocatoria en la reducción de la jornada laboral. Ese es un cambio en la impronta del gobierno. Hasta hace cinco meses el Ejecutivo hablaba de flexibilidad, modernización, retrotraer la reforma de la Presidenta Bachelet, esa era la agenda del gobierno. En cambio ahora, la agenda está centrada en la reducción de la jornada.
¿Este es un logro de la oposición, y en especial de las diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola (PC), de instalar el tema en la opinión pública y en el gobierno?
-La oposición y las parlamentarias que patrocinaron este proyecto se anotaron un gran triunfo: tienen a Chile discutiendo de este tema. El tema está instalado y el gobierno no lo puede soslayar. Si yo no aceptaba ir a la mesa, me pregunto quién iba a hablar de las 40 horas. ¿Entonces es un desatino o una oportunidad? Mi propósito político es llevar el debate de las 40 horas. Sinceramente, siento que esta mesa se debe esencialmente a la presión del proyecto de 40 horas y la tremenda adhesión ciudadana. Por ello habría sido un desatino que una persona que piensa como yo, que cree que el proyecto de las 40 horas está bien orientado, se hubiera restado de participar y de entregar su opinión.
Usted ha tenido una mala opinión del manejo del gobierno para frenar el proyecto 40 horas, ¿ve que con esta mesa el Ejecutivo busca retomar el control de la agenda?
-El gobierno ha mostrado poco talento en la discusión de los temas legislativos y en especial en el tema de la agenda laboral. Ha habido mucho anuncio y poca concreción. Y desde ese punto de vista, he sido crítico de la agenda del gobierno. Entiendo que tiene que responder a la presión del mundo político y social que lo respalda, y por ello se han equivocado en poner el acento tan fuerte en la flexibilidad y en intentar pasar una retroexcavadora chica a los proyectos de la Presidenta Bachelet. Yo vi el debate en la Comisión de Trabajo de la Cámara cuando se votó el proyecto de las 40 horas, y créame que hubo un pésimo diálogo y se dijo cosas que no eran ciertas y se crearon caricaturas.
¿Faltaron argumentos técnicos?
-Me pareció muy pobre ese debate. No me siento el portavoz de la sabiduría, pero me pareció que ir a La Moneda y poder decir estas cosas me produce una especial satisfacción, porque alguien tiene que decir estas cosas. Lo dije en la reunión con el Presidente y lo reitero ahora: si estaba preocupado por impacto en salario, bueno, veamos cuánto es el impacto. Yo no les creo a los técnicos cuando dicen que esto va a provocar un colapso en los salarios y en el empleo.
Lo dice por los cálculos que ha entregado el gobierno los que por un lado dicen que el proyecto de las 40 horas generaría una merma de 250 mil empleos, mientras que su proyecto de flexibilidad aumentaría 350 mil…
-Para cualquier persona con un mínimo de sentido común eso no se sostiene. En mi intervención en la mesa de trabajo también le dije al Presidente que no era bueno hablar de flexibilidad, porque en el mundo del trabajo genera resquemores. Le sugerí mejor el concepto de adaptabilidad pactada, para que los trabajadores organizados resuelvan y acuerden con el empleador estas cosas, porque quién mejor que ellos saben lo que es mejor para su empresa.
También se ha dicho que afectará a los salarios de los trabajadores, ¿son mitos o realidades?
-En Chile el sueldo medio es de $ 400 mil. Por ello le pediré a la mesa que haga la siguiente operación: cuántos días se trabajan al mes y calculemos el valor de la hora tanto con 45 horas y 40 horas, y así ver el impacto en los salarios, porque estas afirmaciones que dicen que tendrá efectos en los salarios no las creo.
Los críticos han señalado que una reducción a 40 horas dañará también la productividad del país.
-Se habla de la productividad y se mira a los trabajadores como responsables, pero todas estas cosas dependen de quién tiene el poder, y eso corresponde a la empresa.
En medio de este debate, los economistas Sebastián Edwards y Ricardo Caballero señalaron en relación a la productividad y la jornada laboral, que en Chile la gente se toma vacaciones largas y almuerzos largos… ¿Qué realidad es la que miran ellos con ese tipo de análisis?
-Detrás de esas frases hay una falta de empatía, indolencia y nuevamente surge el tema de que la productividad depende de los trabajadores. Lo que ellos quieren transmitir es que somos poco productivos, porque tenemos malos trabajadores, porque son flojos, porque los almuerzos son largos, porque llegan tarde. Siento que en las mesas técnicas se habla mucho de cifras, de teoría, pero las cifras tienen sentido cuando se ponen en carne y hueso. Mire lo que pasó con la discusión sobre si se incluye o no la colación en la jornada laboral, y yo les pregunto qué es lo que hacen los trabajadores a la hora de almuerzo: se fuman un cigarro, se recuestan en el pasto. No se van muy lejos porque no pueden gastar plata en locomoción. Eso hacen y nosotros hacemos una discusión teórica de todo esto. Vayan a ver lo que es la colación en realidad. Nos falta un poco de humanidad en este debate.
¿Cuál debería ser la mejor propuesta para reducir la jornada laboral?
-Lo más razonable es que el gobierno haga propio este proyecto de 40 horas, ingrese las indicaciones que estime conveniente y evite la discusión de la constitucionalidad. El gobierno fracasó en demonizarlo catalogándolo como el proyecto de los comunistas, es mejor que se haga parte de esta iniciativa. Esa es mi intención.
¿Cuál es la mejor gradualidad? ¿Ocho años como dice el gobierno?
-Ese plazo es mucho, no tengo una cifra exacta. Hay que buscar el mejor camino, pero creo que el mercado laboral es lo suficientemente dinámico para adaptarse a las nuevas situaciones con velocidad y facilidad. Además, debe haber una diferencia entre las grandes empresas y las pymes, pero también se deben desmitificar algunas cosas: las pymes no son las que entregan el mayor empleo, y además los problemas centrales de las pymes no son laborales, sino que tiene que ver con el acceso los créditos, liquidez y el pago a más de 30 días.
¿Aspira a que haya un consenso en torno a su propuesta?
-No aspiro a tanto, sin embargo, no creo que sea el único que piense esto, pero es el gobierno el que debe tomar la determinación. Llegar a las 40 horas semanales con adaptabilidad pactada. Esa es la propuesta que quiero poner en la discusión. La negociación tiene que ser siempre con los trabajadores sindicalizados, para eso son los sindicatos, y donde no haya sindicato, la ley permite una figura de negociación colectiva.
Pero en este punto, ¿el gobierno ha planteado que la negociación debe ser individual?
-La realidad en Chile nos ha demostrado que no se puede negociar en igualdad de condiciones entre un trabajador individual y la empresa. Para eso existe también el derecho laboral, porque las relaciones no son simétricas. Lo que se debe hacer es establecer un mecanismo que impida esta relación desequilibrada y eso es precisamente lo que hacen los sindicatos.
¿Dentro de la mesa, con quién se ve más cercano?
-Tengo varios amigos, y otros que respeto por su conocimiento.
Rodrigo Valdés ha dicho que la discusión debe enfocarse en la reforma previsional, ya que discutir tantas cosas relacionadas con el mercado laboral a la vez puede afectar el empleo.
-Estaría de acuerdo con Valdés, pero con la siguiente premisa: ¿cómo mejoramos los ingresos de los trabajadores? Estoy dispuesto en que nos concentremos en pensiones, pero si antes mejoramos los ingresos de las personas. Hablar de pensiones sin hablar del ingreso de los trabajadores es una discusión un tanto inoficiosa. El principal problema laboral que hay en Chile son las remuneraciones. En el debate de pensiones se pueden encontrar muchas fórmulas, pero mientras la mitad de los trabajadores gane un poco más del mínimo es una discusión inofensiva, inocua, porque aunque se trabaje 100 años con este nivel de ingresos no se juntarán nunca los recursos necesarios.
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