El escenario fiscal para los próximos años es incierto. Tanto, que el gobierno no entregó proyecciones de mediano plazo en el Informe de Finanzas Públicas del primer trimestre de este año y solo actualizó el escenario 2020.
Si la situación ya venía complicada desde el estallido social, la crisis sanitaria del coronavirus no hizo otra cosa que empeorarla. Esto, considerando el escenario de menor crecimiento y mayor gasto para salir a paliar los efectos en la actividad económica.
En lo medular, los planes fiscales del Ejecutivo suman US$12.115 millones y su financiamiento provendrá de diversas fuentes: reasignaciones por US$2.500 millones, mayor endeudamiento por US$4.000 millones y el remanente con activos del tesoro público por hasta US$5.615 millones.
Todo esto llevará a que el gasto público suba 10,4%.
Además, tendrá un impacto en las variables de déficit fiscal efectivo, que llegará a 8% del PIB, su mayor nivel desde la década de 70, mientras que la deuda pública llegará a 32,7% del PIB, su mayor registro en 29 años (desde 1991).
Si bien los economistas han señalado que Chile tiene todavía espacio para solicitar mayor endeudamiento en caso de necesitar mayores recursos para enfrentar la crisis, este hecho tiene efectos colaterales: el pago de intereses que conlleva una mayor deuda.
De acuerdo con los cálculos de Hermann González, coordinador macroeconómico de Clapes-UC, para este año el pago de intereses ascenderá a US$2.500 millones, lo que significa 1 punto del PIB. “Con estos recursos se podría haber financiado, por ejemplo, 10 hospitales de alta complejidad, 56 hospitales de mediana a baja complejidad o 70 mil viviendas sociales”, comenta. Si se compara con la reforma tributaria aprobada en enero, el pago en intereses será mayor a los US$2.200 millones que espera recaudar en régimen.
González sostiene que “la capacidad de endeudamiento del Fisco no es ilimitada, tampoco es comparable con la de países desarrollados y la deuda genera costos relevantes por concepto de intereses. Si en 2013, la deuda era US$33 mil millones (12,7% del PIB), en 2017 alcanzó US$69 mil millones (23,6% del PIB) y superará el 40% del PIB en 2024. A modo de referencia, Colombia y México cerraron 2019 con una deuda pública equivalente a 53% del PIB y hoy están a punto de perder el grado de inversión”.
En ese sentido, el economista añade que “el Covid-19 impacta a nuestro país en un momento de debilidad económica asociado a los eventos de violencia y a la incertidumbre imperante tras el 18-O. A partir de octubre de 2019, las proyecciones de crecimiento de Chile se ajustaron significativamente a la baja, lo que sumado a la respuesta de la política fiscal, obligó a redefinir la trayectoria de convergencia al balance estructural y elevar significativamente el endeudamiento público. La deuda pública bruta proyectada para 2024 subió cerca de 10 puntos del PIB, se retiraron US$ 2.500 millones del FEES en 2019 y se anunció el retiro de otros US$ 3.000 millones este año”.
Así, hacia mediano plazo, Hermann González afirma que fijando como supuesto que la deuda pública tiene una trayectoria igual a la proyección que se entregó en el Informe de Finanzas Públicas del cuarto trimestre de 2019 y que la tasa de interés promedio que se cobra se mantiene en 3%, esta variable llegaría a 41,4% en 2024, y por ello, el pago de intereses llegará a US$4.500 millones lo que equivale a 1,24% del PIB.
Ahora, si por distintas razones, la tasa de interés que se cobra sube a 3,5%, el pago se elevaría a US$5.200 millones. Todo esto manteniendo la misma trayectoria de deuda pública.