”Hay que aumentar el gasto per cápita para la atención primaria. Más aún, creo que tenemos que aumentar el porcentaje del PIB de Chile destinado a salud, porque si nos pilla otra pandemia, que va a ocurrir, vamos a tener problemas”.
Esa frase la dijo el ministro de Salud, Enrique Paris, en su primera sesión ante el Senado el 23 de junio -una semana después de asumir su cargo-, dando cuenta de la preocupación que existe sobre este tema y que cobra mayor relevancia en medio de la actual crisis sanitaria.
De acuerdo con datos publicados a inicios de mes por la Ocde, el gasto total en salud de Chile llega a 9,1% del Producto Interno Bruto (PIB), situando al país por sobre el promedio de países del bloque (que es 8,8%). Sin embargo, esto se debe a que Chile tiene uno de los llamados “gastos de bolsillo” más grandes de la Ocde, en relación al gasto total. Es decir, buena parte del gasto (el 34%) es realizado por las personas individuales, después de las coberturas básicas de los seguros privados y público, siendo superado solo por México, Letonia y Grecia.
Mientras, el gasto público en salud al cierre del año pasado fue de 5,4% del PIB de acuerdo con la Ocde, lo que nos pone en la parte alta de la tabla en América Latina -siendo sobrepasados por Cuba, Argentina, Uruguay y Costa Rica-, pero en la comparación más exigente, con el bloque de países de la Ocde, estamos bajo la medianía de la tabla.
El académico de la Universidad Adolfo Ibáñez y experto en economía de la salud, Guillermo Paraje, indica que “en Chile los sistemas de seguros de salud, tanto públicos como privados, no te aseguran y eso se manifiesta en gasto de bolsillo altos. En el sistema público, muchas veces para acceder atención hay que irse al sector privado, a Fonasa libre elección, tramos más altos, etc., y en el sector privado los gastos de bolsillo están de entrada, desde la cotización de la isapre. Hay que pensar que la cotización(obligatoria) es de 7%, pero la cotización promedio está entre 10% y 11%, es decir, ya para asegurarse, uno tiene gastos de bolsillo”.
Por su parte, la investigadora en temas de salud del Centro de Estudios Públicos (CEP), Alejandra Benítez, subraya que “en comparación con la región, la proporción de los hogares que destinan más del 10% de su gasto a salud en Chile es alto. Lo anterior se debe en gran parte al gasto en medicamentos, que es el principal componente del gasto de bolsillo en salud de los hogares y que corresponde a un 55% de dicho gasto y más del 60% en los hogares de los quintiles más bajos”.
La razón de lo anterior es que los medicamentos ambulatorios no están considerados en el plan mínimo de salud, indica la experta del CEP. Esto, a pesar de que en sector público se pueden retirar de los consultorios de manera gratuita -si son prescritos por un médico-, ya que muchas veces estos no están disponibles o deben esperar varias horas para tenerlos, por lo que los terminan comprando en el sistema privado.
Además, los afiliados a Fonasa, si se atienden con el sistema de Libre Elección, tienen una cobertura baja, lo que es es especialmente relevante en el caso de las cirugías. Así, los copagos que terminan pagando son altos. El problema es que, de acuerdo con datos entregados al Congreso por Fonasa, durante 2019 las listas de espera para cirugías en el sistema público seguían siendo de casi un año.
De hecho, en el Congreso hay un proyecto de ley en trámite que busca justamente bajar los costos de ese tipo de prestaciones.
El académico de la FEN de la U. de Chile y también experto en economía de la salud, Fabián Duarte, coincide en que “definitivamente Chile debe aumentar su gasto en salud. Pero también debemos repensar nuestro sistema de salud como un todo, no solo la discusión usual de como reformamos a las isapres, sino como reformamos el sistema público, Fonasa y atención primaria, entre otros temas”.
Duarte afirma que esos temas no se han discutido en profundidad, y que es necesario revisarlos antes de comprometerse con más gasto.
Otro de los ítems donde Chile está muy rezagado es en la cantidad de doctores y enfermeras, con menos de 3 por cada mil habitantes. Lejos de los 5,2 doctores por mil de Austria o las 18 enfermeras por mil de Noruega.
En este contexto, Duarte agrega que es muy probable que se necesiten más hospitales, aumentar la dotación de doctores y enfermeros y enfermeras. “Pero eso depende del tipo de sistema que planifiquemos”, insiste.