El Imacec de junio vino a confirmar el cierre de un positivo primer semestre para la economía nacional. Además de la cifra de crecimiento trimestral -el mejor registro desde 2012- destaca el hecho de que son las actividades no mineras las que han sustentado esta expansión. Los datos sectoriales del INE así lo confirman, mostrando algo más de dinamismo en el comercio y un importante empuje en las manufacturas.

Sin embargo, algunos elementos han opacado estas buenas noticias. Los discretos resultados del mercado laboral, reflejados tanto en el ritmo de creación de empleos como en el bajo dinamismo de los salarios, ponen una nota de cautela respecto a la sostenibilidad de las tasas de crecimiento que hemos visto en los últimos meses.

Los indicadores que dan cuenta de la marcha de la inversión tampoco están dando señales de una recuperación vigorosa en esta variable. Para que crezca con fuerza se requiere de un volumen de proyectos de gran envergadura, los cuales no están apareciendo en el catastro realizado por la Corporación de Bienes de Capital ni en los registros del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA).

Otro termómetro que evalúa las tendencias de la inversión son las importaciones de bienes de capital. Aunque en el margen esta variable se ha mostrado dinámica, la medición que excluye "otros vehículos de transporte" -una suerte de medida subyacente- registró tasas de crecimiento similares en la primera mitad de 2017, las que no se tradujeron en una recuperación sostenida. Esto puede ser un síntoma de que el componente de maquinarias y equipos -que sustentó la tímida recuperación de la inversión total en el primer trimestre- tiene un potencial acotado de crecimiento cuando está asociado a la reposición de capital depreciado, y no a la adquisición de equipamiento para el desarrollo de nueva capacidad productiva.

Lo concreto es que estos signos dan cuenta de que retomar el camino del crecimiento sostenido requerirá de elementos adicionales a la recuperación de expectativas que observamos hace unos meses. El gobierno ha avanzado en esta dirección, con iniciativas como la Oficina de Proyectos Sustentables y el proyecto de ley que reforma al SEIA. Este último tiene el potencial de reducir uno de los principales cuellos de botella para los grandes proyectos, pero su éxito dependerá de que los mecanismos de participación temprana de las comunidades permitan una resolución satisfactoria de los conflictos. La tramitación de la nueva Ley de Bancos, que actualiza la regulación del sector a los mejores estándares internacionales e incrementa la robustez del sistema financiero, también aporta un contexto favorable a la inversión.

Una dimensión del problema que convendría incorporar a la discusión es que, en ciclos anteriores, los grandes proyectos han estado concentrados en sectores específicos con alto potencial de desarrollo. Durante el súper ciclo del cobre fue la minería, la que luego dio paso al sector energético, impulsado por la modernización de la normativa que lo regula. En el ciclo actual todavía no es claro si existe un sector que pueda cumplir un rol similar, pero identificar las oportunidades y generar un ambiente favorable para su desarrollo es una de las tareas que merece el esfuerzo de los actores públicos y privados.