En enero de 2018 Paul Romer, ganador del premio Nobel de Economía otorgado ese mismo año, abrió una polémica que tiene a Chile como protagonista y que no está dispuesto a cerrar. Como economista jefe del Banco Mundial, acusó a la institución de manipular el Doing Business para perjudicar la posición nacional en el ranking sobre ambiente para los negocios, haciendo lucir peor al país bajo las administraciones de Michelle Bachelet.
Tres meses después dejó el cargo con el convencimiento de que las investigaciones de la entidad multilateral no se apegan necesariamente a la verdad, idea en la que persiste sin importar que más de dos años después, hace sólo un par de semanas, el BM reconociera irregularidades en el reporte, suspendiera su publicación y anunciara una nueva auditoría externa.
Según indica Romer a PULSO, ni siquiera la recién asumida economista jefa de la institución, Carmen Reinhart, tiene la capacidad de resolver los problemas “sistémicos” y “organizacionales” de una institución que a su juicio no se apega a la verdad en sus investigaciones y que tiene a personas en puestos de responsabilidad que carecen de integridad y que no se pueden remover.
En ese marco, le tiene poco y nada de fe a la nueva auditoría que se conduce respecto al Doing Business, anticipando que al igual que la anterior resultara en lo que califica como un encubrimiento. Desde su punto de vista una de las soluciones sería cerrar el departamento de investigación de una institución de carácter diplomático, dejándole esa tarea a las universidades.
¿Celebra la determinación de que se haya suspendido el Doing Business?
—Es desafortunado que el Banco Mundial no haya tomado seriamente los problemas que yo destaqué. En lugar de intentar mirar con cuidado esos problemas y abordarlos, trataron de encubrir el asunto. No me da ninguna satisfacción y me parece que la pregunta más relevante es si el BM tiene la capacidad de tomarse en serio esta tarea, de lo contrario creo que deberían considerar seriamente la posibilidad de salirse del negocio de la investigación. Fue esto último lo que yo instale hace un par de años. No creo que el Banco Mundial sea capaz de dirigir investigaciones con alta integridad. Me parece que hay universidades que están mejor preparadas para eso.
¿Cree que la determinación de la suspensión tiene que ver con la llegada de Carmen Reinhart como economista jefe de la institución?
—No lo sé. No estoy enterado de quién está detrás de esta determinación. Pero creo que lo más importante aquí es reconocer que los problemas del Banco Mundial son sistémicos y organizacionales. Por lo tanto cambiar el liderazgo no es la solución.
Los problemas llegan hasta el corazón del Banco Mundial y van a requerir muchos esfuerzos para resolverlos. Yo no estoy seguro de que la organización realmente quiera resolverlos, porque podría entrar en conflicto con la misión diplomática.
¿Entonces crees que los problemas van más allá de las observaciones que realizó respecto al Doing Business?
—Hay un problema de fundamento en relación a los objetivos de la organización. El carácter principal del Banco Mundial es diplomático, es sobre manejar relaciones entre diferentes países. En este mundo de diplomacia a veces ayuda pasar por alto los hechos o pretender que algo es verdad cuando no es así.
Eso quizá puede formar parte de la diplomacia, no es corrosivo para las investigaciones, las cuales desde mi punto de vista deben ser emprendidas organizaciones mejor comprometidas con la verdad que las de carácter diplomático.
¿Qué esperará de la nueva auditoría externa que se hará en la materia?
—Lo que hicieron después de mis críticas fue formar una comisión y generar un reporte externo que solamente funcionó como un encubrimiento, para pretender que los problemas no existían. Entonces sería fácil formar una nueva comisión para hacer un nuevo encubrimiento y que finalmente no veamos ningún cambio relevante. Creo que lo que corresponde es mirar en detalle los problemas organizacionales, que a mi juicio son bastante serios.
¿A qué se refiere exactamente?
—El problema fundamental del Banco Mundial es que resulta imposible remover a una persona que es deshonesta de posiciones de liderazgo. La protección de algunos puestos es tan extrema que no se hacen responsables de sus acciones.
¿Lo dice en base a su experiencia? ¿A quién no pudo remover?
—Yo hice las gestiones para remover a una persona de una posición de responsabilidad dentro del área que me correspondía y a otra fuera de esa área. Pero gasté todo mi tiempo en ello y así pude percibir que el sistema está completamente quebrado.
Los argumentos que uno escucha son acerca de cómo estás valientes personas y sus investigaciones están conteniendo presiones de otras personas. Pero lo cierto es que son personas que carecen de integridad. No voy a dar nombres específicos.
¿El gobierno de Chile debería pedir una explicación considerando lo que usted denunció y la suspensión del informe?
—El gobierno y el pueblo de Chile deberían pedir una explicación al Banco Mundial por el patrón que yo identifiqué. Hubo cambios en el sistema de medición del ambiente de negocios que hicieron que Chile luciera peor bajo algunas administraciones y mejor bajo otras. Nunca hubo una explicación clara para este patrón. Lo que dijo el informe con el que encubrieron el asunto fue que hubo un resultado aleatorio, lo cierto es que no hay evidencia que respalde es alternativa.
Pasando a la contingencia que se vive en su país, ¿cuál es la diferencia que enfrenta el destino de Estados Unidos entre una administración de Joe Biden y Donald Trump?
—Una administración de Joe Biden sería un retorno a la normalidad.
¿Cuál es esa normalidad en un contexto tan inusual como el actual?
—La normalidad es un sistema en el que Estados Unidos es un verdadero líder a nivel mundial. La administración que tenemos en estos momentos es un sistema patológico, enfermo. Hay que comprender que esto no se trata de elegir entre demócratas y republicanos. Esto se trata de integridad y del cumplimiento de la ley versus corrupción, disfuncionalidad e incompetencia.
¿Considera a Trump un político corrupto?
— Sí. Hay un montón de evidencia sobre su corrupción.
¿Su opinión es también negativa en materia económica?
— Claro, al igual que su respuesta la pandemia que ha sido totalmente desastrosa. Es uno de los peores desastres en nuestro sistema como país y era absolutamente evitable.