No es lo mismo cuestionar a una institución de la talla del Banco Mundial (BM) cuando eres su economista jefe y vas de salida, que siendo el ganador del Premio Nobel de Economía 2018. Paul Romer tiene esta segunda oportunidad y en entrevista con PULSO Domingo detalla lo que hay detrás de la polémica que protagonizaron Chile y el Doing Business, el informe sobre facilidad para hacer negocios que desarrolla el BM, cuya versión 2019 fue publicada este miércoles.

Hasta el momento, la renuncia de Romer a la jefatura del organismo daba por sellada la controversia que partió con una publicación del Wall Street Journal (WSJ) el 13 de enero de este año. Allí planteó que los funcionarios del organismo multilateral que elaboran el reporte anual modificaron aspectos metodológicos que perjudicaron la posición de Chile en el ranking, que fluctuó entre las casillas 25 y 57 entre 2006 y 2017, afectando particularmente a las dos administraciones de Michelle Bachelet.

"Quiero pedir una disculpa personal a Chile. Fue mi culpa, porque no dejamos las cosas lo suficientemente claras", señalaba en esa oportunidad Romer, quien asumió como economista jefe del BM en julio de 2016. Para reforzar su tesis, el ahora académico de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, hizo públicos el 15 de enero sus propios cálculos, según los cuales el país subía del puesto 54 al 51 en el ranking de 2017.

Pero un día más tarde Romer se retractó. "No he visto ningún signo de manipulación de los números publicados en el informe Doing Business ni en ningún otro informe del banco", publicó en su blog. Esa misma jornada, Kristalina Georgieva, directora general de la entidad, escribió una carta al entonces ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, donde afirmaba que la opinión del economista "no es compartida por la gerencia del BM, que tiene plena confianza en la integridad del trabajo de investigación del banco en general, y de la metodología y los rankings del informe Doing Business". La salida de Paul Romer de la institución se concretó una semana después.

"Me mantuve en silencio, pero creo que ya es tiempo de abordar el asunto nuevamente", dice hoy cuando se decide a reabrir el debate y poner sobre la mesa los problemas de "transparencia" no resueltos en el Banco Mundial. Aunque asegura que tenía pensado dar una explicación, en especial a los chilenos, antes de enterarse que ganaría el Nobel, sin duda su voz crítica será más escuchada gracias a este reconocimiento.

¿Tiene una explicación para la polémica que envolvió al Doing Business y Chile y que terminó con su salida del Banco Mundial?

-Con la publicación en el WSJ elevé la preocupación sobre el Doing Business, particularmente sobre el ranking de Chile. Después yo me retracté, pero lo que estaba tratando de hacer en ese punto era dar un paso atrás. Yo quería dejar el BM y sabía que tendría que hacerlo si hablaba en el WSJ. Les dije que quería irme, pero dijeron que no se podía. Yo sabía que estaba en el camino de salida.

Terminó dejando la organización, pero antes se retractó. ¿Por qué?

-En ese punto, la posta la tenía la gente del Banco Mundial para decidir cómo iban a abordar este asunto, por lo que me mantuve en silencio. La razón por la que me retracté es porque no expliqué claramente las bases de mi preocupación.

La culpa no fue de la gente del WSJ, ellos me citaron con precisión, pero la percepción que tuvo alguna gente es que yo tenía pruebas de una suerte de mal comportamiento o un comportamiento político de parte de las personas al interior del BM. Pero yo no sugerí que tenía esa clase de prueba, mi declaración no fue así de fuerte.

¿Qué quería plantear exactamente?

-Estoy feliz por este contacto para poder explicarle todo esto a los chilenos. Lo que estaba tratando de decir es que si alguien viene y me dice "mira, hay un patrón un tanto sospechoso y preocupante sobre cómo Chile sube y baja bajo diferentes administraciones", a mí me habría gustado estar en una posición donde pueda decir que tengo confianza en la gente que produce el reporte.

El problema es que en ese punto yo no podía decir eso. No podía confiar en la integridad de quienes producían el Doing Business. No podía probar que se había hecho con deshonestidad, pero había señales preocupantes, que me indicaban que no se estaban cumpliendo los altos estándares de integridad que se pretenden para este tipo de trabajo.

Quería dar la señal de que había problemas con este informe. Como la persona que está a la cabeza, quien es la garantía visible de integridad, yo debiese ser capaz de decir: "Tengo confianza en el trabajo que la gente hace". En el Banco Mundial yo no podía decir eso.

¿Cuáles fueron las señales que le hicieron dudar del ranking de Chile?

-Chile se movía constantemente en el listado, porque la manera en la que el Banco Mundial establecía el ranking cambiaba año tras año. Es como si el Banco hiciera un ranking de personas según cuántas flexiones se pueden hacer, pero para el próximo te fijas en cuántas barras de brazos hacen y para el siguiente en otro tipo de ejercicio. Entonces, te puedes mover hacia arriba o abajo independiente de si te vuelves más fuerte o débil en alguna de esas categorías, tan solo porque ellos cambian la medición.

Eso es lo que estaba pasando con Chile y la gente a cargo del informe no lo estaba comunicando claramente, ni a los medios ni a los chilenos. Nuestra obligación no es solo producir números, sino que, además, explicarle claramente a la gente su significado. El Banco Mundial falló en su trabajo de comunicar lo que significaban estos resultados.

Pero el Doing Business suele advertir que hay cambios en la metodología que impiden comparar un informe con el del año anterior, tal como ocurrió en la entrega 2019 de este miércoles. ¿No le parece suficiente?

-Ellos se suelen defender diciendo que había un pie de página "XYZ" donde explican eso. Pero desde mi punto de vista, si la gente no logra entender el significado de esos números, y claramente la gente de Chile no lo hacía porque nadie lo entendía, es culpa de quienes están a cargo de ese informe. No hay excusas. El BM no puede decir "ellos no entendieron, es su culpa", eso es inaceptable.

En esta ocasión hubo una presentación del Doing Business en Chile. ¿Tampoco es suficiente para evitar las confusiones que señala?

-No. Tiene que haber más transparencia. Por la falta de transparencia toma demasiado tiempo y esfuerzo entender cómo estos números son producidos y qué significan. Yo tuve tiempo solo para revisar el caso de Chile y por eso no puedo decir qué ocurre con los otros países.

En ciencia necesitas un solo error para perder la confianza y aquí se cometieron dos: la falta de transparencia sobre lo que están haciendo y la falta de una explicación clara para la gente.

¿Hubo motivaciones políticas detrás de la falta de transparencia que evidenció en el caso chileno?

-El problema es que no puedo responder esa pregunta y si no podemos dar una respuesta, deberíamos estar preocupados. En ciencia todos tienen que dejar a otros verificar tu trabajo para generar confianza y el Banco Mundial falla en eso.

Cuando Chile cayó en el ranking quedó la impresión de que obedecía a que las políticas habían empeorado. Luego hubo algunas declaraciones que apuntaban a que bajaba porque no se movía tan rápido como otros países. Ninguna de esas explicaciones eran ciertas, la verdad es que Chile caía porque seguíamos cambiando la medición.

Quiero ser claro. Aquí hay dudas reales por la falta de pruebas y lo cierto es que nadie sabe lo que ocurre con esta unidad del BM, por lo que no tiene mucho sentido especular al respecto. Pero no cabe duda que estos datos estaban siendo usados como parte de la evidencia de un partido político en contra del otro.

¿Y su crítica no tenía una intención política?

-Sé que hubo cierta especulación sobre que mi intención era apoyar a un partido, mientras el BM estaba apoyando a otro. Al menos en mi caso, ciertamente no es verdad, porque yo solo estoy tratando de hacer mi trabajo como científico, probar los hechos, asegurar que los datos sean precisos y que la gente lo entienda.

Por otro lado, mi problema no era que la gente del Banco Mundial estuviera tratando de apoyar a uno u otro partido. Buscaba que tuvieran el mismo nivel de compromiso que yo en mantener la objetividad y yo perdí mi fe en ellos, porque no eran transparentes.

¿Por qué esperar hasta ahora para abordar nuevamente el asunto? ¿Debido a que ganó el Nobel de Economía?

-Tenía pensado hacer esto antes de enterarme que ganaría el Nobel. Para ser honesto, es la primera vez que hablo sobre esto. Sabía que el Doing Business sería publicado en estos días y quería hablar con gente en Chile, porque es donde yo me enfoqué.

Me parece que es tiempo de tener una discusión pública sobre cuánta confianza podemos tener en estos datos, si el Banco Mundial no va a mostrar su trabajo.

Cuando quise decir que Chile había bajado en la administración anterior por cambios en la medición, yo hice mis propios cálculos y los hice todos públicos. La gente que hace el Doing Business no ha revelado sus cálculos, pero debieran hacerlo para defender su credibilidad, porque la gente se comienza a preguntar qué es lo que está pasando. Uno de los principios de la ciencia es la transparencia; tú siempre muestras tu trabajo.

Entonces, lo que yo quise hacer fue abrir este debate, luego traté de retirarme y mantenerme fuera de esto. Me mantuve en silencio, pero creo que ya es tiempo de abordar el asunto nuevamente.

¿Es necesario porque no vio cambios en el Banco Mundial desde que usted planteó el problema?

-No los vi. Pero quiero evidenciar que en mi caso puede haber un problema de objetividad, porque hay un conflicto de interés. Aquí hay un desacuerdo sobre lo que pasa y soy un participante de ese desacuerdo. Alguien podría decir, legítimamente, "Paul, tú tienes un conflicto de interés, tenemos que interpretar lo que dices teniendo en cuenta que te atañe personalmente".

Pero me parece que observadores neutrales debieran mirar con cuidado la respuesta del Banco Mundial, que básicamente se trató de un comunicado de prensa donde indicaron que se hizo una auditoria, sin proveer ningún dato subyacente. Observadores neutrales debiesen mirar esto y decidir si hay un problema en el BM.

¿Hizo recomendaciones cuando era economista jefe del Banco Mundial?

-Antes de irme dejé instrucciones al nuevo líder del Doing Business, para que no se cambiara la medición constantemente, de manera que el que se produjo un año atrás pueda ser comparable con el producido el año anterior. Que el de 2018 sea comparable con el de 2017. Esto es una discusión de metodología y yo ya no estaba ahí para defender ese punto. Eso es lo primero que debiéramos pedir, que detengan este problema que generan cambiando la medición cada año.

El Doing Business es referente importante para el gobierno, de hecho, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, expuso en el evento donde el BM presentó el último informe. ¿En este punto el reporte debiese ser una guía para las políticas públicas nacionales?

-Esto tiene una respuesta muy simple. No debiese ser una guía, a menos que se sientan confiados en que comprenden lo que se hace y cómo se produce. Si es así puede ser una guía útil, pero no se puede basar solo en la fe.

Si tú o cualquier autoridad no lo entiende, no es su culpa. Es el trabajo del Banco Mundial explicarlo. A veces los expertos dicen: "Tú no eres tan inteligente como para comprender lo que estoy haciendo". Yo rechazo tajantemente esa visión, porque es tarea de ellos saber explicar y si no pueden hacerlo de manera que todos entiendan, creo que no se debiera tomar seriamente.

Convivimos con muchos rankings, de competitividad, de libertad económica... ¿Duda de todos ellos?

-Creo que ocurre algo similar en todos ellos. De hecho, pensé que el Doing Business era el mejor, porque no se basa en sentimientos, no le pregunta a la gente cómo se siente sobre su economía, sino en mediciones.

Hay reglas que debieran aplicar para todos. A menos que entiendas claramente lo que están midiendo, no se les debería poner ninguna atención. Entiendo que sean material interesante para los medios, pero los editores deberían preguntarse seriamente si comprenden cómo se generan esos números.

Innovación para la prosperidad. El trabajo con el que Paul Romer ganó el Nobel

-No atendió el teléfono cuando sonó en la madrugada, pensó que era una llamada de Londres y que no habría problema en llamar más tarde. Cuando Paul Romer se dispuso a hacerlo, notó que el código no era correspondiente al Reino Unido, sino a Suecia. "Me tomó un tiempo pensar en si se podía tratar del Nobel, porque según mis cálculos, se entregaría la semana siguiente", comenta a Pulso Domingo.

Pero que resultara ser ganador del Premio Nobel de Economía 2018 no era algo impensable. Después de todo, hace tiempo su nombre figuraba entre los candidatos. Incluso, en una curiosa anécdota, el 2016 la Universidad de Nueva York publicó por equivocación un comunicado felicitándolo por la distinción, que ese año recayó en otros colegas.

Su trabajo, ampliamente citado, confirmó lo que muchos economistas intuían: que las nuevas ideas o el nuevo conocimiento, es decir, la innovación, son inductores de crecimiento económico. Pero Romer fue más allá de comprobar la tesis, planteando que las políticas gubernamentales tienen la capacidad de estimular la innovación, conclusión a la que llegó al observar las diferencias entre los países que invierten más en investigación y desarrollo (I+D).

La Academia Sueca

"Romer demuestra cómo el conocimiento puede funcionar como motor del crecimiento económico a largo plazo", destacó la Academia Sueca cuando anunció que le otorgarían el premio, destacando que su trabajo modeló "cómo las decisiones económicas y las condiciones del mercado determinaban la creación de nuevas tecnologías. Paul Romer resolvió este problema demostrando cómo las fuerzas económicas gobiernan la disposición de las empresas para producir nuevas ideas e innovaciones".

En ese marco de investigación, en 1990 este economista, formado en la Universidad de Chicago, presentó lo que sentó las bases de lo que se conoce como la teoría del crecimiento endógeno. Se trata de una teoría conceptual y práctica, "que explica cómo las ideas son diferentes a otros bienes y requieren condiciones específicas para prosperar en un mercado", precisaron desde Estocolmo. "La teoría de Romer ha generado una gran cantidad de nuevas investigaciones sobre las regulaciones y políticas que fomentan nuevas ideas y prosperidad a largo plazo", agregaron.

Consejos para Chile

En ese marco, Paul Romer también opina sobre cuál debería ser la prioridad en innovación de Chile, que figura entre los pocos países de la OCDE que gasta menos del 1% del PIB en (I+D). "Lo que enfatizaría como una prioridad ahora es la inversión en el capital humano de los chilenos", indica Romer, detallando que eso significa que "se debe invertir en gente joven que quiere hacer un doctorado en ciencias o ingeniería, pero también implica invertir en las habilidades de los niños, las escuelas o en los adultos en la fuerza laboral, que no volverán a una institución educacional, pero que sí pueden aprender cómo contribuir a una economía moderna".

A la espera de la ceremonia del 16 de diciembre en Estocolmo, donde finalmente le entregarán la medalla, subraya que "la inversión en las habilidades de los chilenos va a contribuir a incrementar el crecimiento, a que Chile pueda tomar ventaja del I+D producido en todo el mundo y también puede reducir la desigualdad".