N UNA entrevista en este diario el presidente de CAP, Fernando Reitich, señalaba que el precio del hierro baja hoy 1% y la acción de CAP hace lo mismo. Si bien el mercado es el mercado, decía, eso no lo entiendo. Efectivamente, que el valor presente de los flujos futuros que puede generar CAP varíe junto con el precio de hoy de un mineral de hierro que se usa como referencia, y que ni siquiera corresponde al que vende la compañía, es un misterio.

El comportamiento del inentendible mercado (sube el hierro hoy, compra CAP, baja en un rato, vende) se asemeja al de los perritos de Pávlov que salivan con o sin comida, bastándoles la campana. Hay algunos que aun sabiendo que esas subidas y bajadas instantáneas del hierro no van a tener impacto alguno en los resultados futuros de la empresa, sienten que tienen que salivar porque otros lo van a hacer. Hay otros que incluso buscan darle un aura de racionalidad a estos cambios instantáneos en el precio de la acción con eso de que el mercado es eficiente e incorpora de manera inmediata toda la "información" disponible. Pero, hay que recordar que toda "información" que no vaya a afectar los flujos futuros de la empresa no es información, es ruido.

¿Qué le recomiendo yo? Usar la fórmula contraria para CAP (o cualquier empresa que venda materias primas): mientras más baje el precio del hierro y más malas sean las proyecciones de este mineral para el futuro, más acciones compre de CAP. La verdad es que al futuro le tiene sin cuidado el precio actual del mineral, y menos aún las proyecciones que los analistas hagan de éste. Incluso como usted puede haber constatado en los últimos años, fueron los mismos precios bajos la solución a los precios bajos. Si espera sesudos análisis de expertos que le digan que el precio del mineral va a subir, éste ya lo habrá hecho.

En resumen, nunca tome decisiones basadas en ruido, ni crea que para ganar plata en bolsa tiene que estar haciendo algo todo el tiempo (léase comprando y vendiendo). Los grandes inversionistas son mucho más flojitos: "Parte del secreto de Berkshire es que no hacemos nada cuando no hay nada que hacer, Warren y yo somos muy buenos para hacer nada". Le dice Charlie.