La semana pasada se conmemoró la Semana Mundial del Agua, entre el 25 y 29 de agosto, y es crucial reflexionar sobre el rol que juega la agricultura en la gestión de este recurso vital. Chile, un país con vastas extensiones de terreno agrícola, y como tal, enfrenta el desafío de maximizar la eficiencia en el uso del agua, especialmente en un contexto de creciente escasez hídrica. Es en este escenario donde la tecnología y la automatización se presentan no solo como una solución innovadora, sino como una necesidad imperativa para la sustentabilidad y el futuro del recurso hídrico en el país.
El riego de precisión es una de las alternativas que permite aplicar la cantidad exacta de agua que cada cultivo necesita, en el momento y lugar adecuados. Esto no solo optimiza el rendimiento de los cultivos, sino que también reduce el desperdicio de agua, un recurso cada vez más escaso en nuestras tierras. A través de sistemas que integran sensores, válvulas, controladores y softwares especializados, es posible monitorizar en tiempo real las condiciones del suelo y las plantas, ajustando automáticamente la cantidad de agua suministrada.
Desde nuestra experiencia hemos observado de primera mano cómo la implementación de tecnologías de riego tecnificado y por goteo pueden marcar una diferencia significativa en la gestión del agua. De hecho, agricultores de diversas regiones de Chile, han logrado reducir su consumo de agua hasta en un 30%, sin sacrificar la productividad de sus cultivos. Este tipo de ahorro no solo tiene un impacto positivo en la economía del agricultor, sino que también contribuye a la preservación de los recursos hídricos para las futuras generaciones.
Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos, aún enfrentamos barreras significativas para la adopción masiva de estas soluciones. La inversión inicial, la capacitación técnica y la resistencia al cambio son desafíos que debemos superar para garantizar que más agricultores puedan beneficiarse de estas innovaciones. Es por ello que como actores inmersos en la industria no solo debemos preocuparnos del desarrollo de tecnología avanzada, sino también de la educación y el apoyo a empresarios agrícolas y medianos y pequeños agricultores, para que puedan hacer la transición hacia prácticas de riego más eficientes.
El riego de precisión no es solo una herramienta para mejorar la productividad agrícola; es una estrategia esencial para la conservación del agua. En un país como Chile, donde la sequía se ha convertido en una constante, adoptar prácticas agrícolas sustentables es una obligación moral y económica. Si queremos asegurar un futuro próspero para nuestra agricultura y nuestras comunidades, debemos seguir innovando y adoptando tecnologías que nos permitan utilizar nuestros recursos de manera más eficiente.
En esta Semana Mundial del Agua, hago un llamado a todos los actores del sector agrícola a considerar seriamente la adopción de soluciones inteligentes y perder el miedo al cambio. Este avance no solo es una inversión en la productividad de sus campos, sino en la sostenibilidad de nuestro país y del planeta.
Por Max Amenábar, gerente de proyectos de Dripsa